Es solo un divorcio
Autor: JERÓNIMO RADA
GéneroRomance
Es solo un divorcio
Becky llegó a la puerta de la corte a las nueve menos cinco.
Pero Rory todavía no había llegado.
A las nueve, la puerta del despacho del secretario judicial se abrió.
La chica bajó la cabeza y consultó la hora en su teléfono. Rory siempre había sido puntual, pero hoy llegaba con retraso.
A las nueve y cinco, lo vio entrar.
Llevaba un traje bien confeccionado, como de costumbre, y su rostro agudo e inexpresivo.
Cuando sus ojos se encontraron, él inclinó ligeramente la cabeza mientras observaba con frialdad cómo se acercaba.
No era la primera vez que la miraba de esa manera. En el pasado, a ella le dolía cuando él la miraba así. Sin embargo, en ese momento, no sintió nada.
"Buenos días, Rory. Aquí tienes una copia del acuerdo de divorcio", le dijo y le entregó el documento.
La expresión de este se ensombreció. "¿Lo has pensado bien?".
"Sí".
Becky lo miró fijamente.
No había pensado con claridad cuando se casó con él, pero ahora, definitivamente sí lo estaba.
Al oír la resolución en su voz, el hombre frunció el ceño con disgusto. "Bien", contestó con brusquedad.
Se burló internamente y esperaba que ella no se arrepintiera.
Sin decir nada más, Becky caminó a paso ligero hacia el despacho.
Consiguieron los formularios de divorcio y los presentaron. Luego, pagaron las tasas de presentación para poder tramitarlo.
Lo único que tenían que hacer era esperar a que el juez finalizara el divorcio.
Después de eso, los dos no tenían nada que ver.
Una vez hecho todo, Rory se dio la vuelta y se fue sin siquiera mirarla.
A Becky no le sorprendió, pues hacía tiempo que él quería deshacerse de ella. Y ahora que su deseo se había cumplido, por supuesto que no quería volver a mirarla.
A los ojos de él, probablemente ella era una mujer despiadada e intrigante, como la pintaban los internautas.
Ya eso no importaba. Al fin y al cabo, habían cortado todos los lazos entre ellos.
No obstante, cuando ella salió del lugar, se sorprendió al ver que él aún no se había ido.
"Tú hiciste que Babette perdiera a su bebé. Aunque nos hayamos divorciado, deberías ir al hospital y disculparte con ella".
En cuanto terminó de hablar, sopló una ráfaga de viento fría, que Becky nunca había sentido.
Había pensado que, como llevaban tres años casados, Rory se sentiría un poco triste tras su divorcio. Ahora sentía que había sido demasiado ingenua.
Levantó la cabeza para mirarlo y sonrió de repente. "Tienes razón. Por lo que tuvimos, puedes estar seguro de que asumiré la responsabilidad de lo que he hecho".
Pero no iba a admitir algo que no había hecho.
"Por cierto, como muestra de mi sinceridad, he preparado un gran regalo para Babette. Por favor, díselo".
Luego, sin esperar respuesta, echó una última mirada a Rory y se fue.
Se dirigió a la acera y llamó a un taxi.
Al subirse, el taxi pasó por delante de Rory, quien la vio sentada en el asiento trasero con una expresión fría.
Él frunció el ceño y se sintió inexplicablemente irritado. Miró el coche que estaba aparcado cerca, pero en lugar de acercarse, sacó una caja de cigarrillos del bolsillo, se colocó uno entre los labios y lo encendió.
Aunque entonces no quería casarse con Becky, tampoco quería divorciarse de ella ahora.
Pero ya estaban divorciados. Rory no se sentía triste, pues, para él, ella era solo una mujer que podía aceptar como su esposa.
Cuando pensó en su divorcio, empezó a sentir que fumar no podía disipar la depresión de su corazón.
"Olvídalo. Solo es una mujer que se sobreestima demasiado", murmuró.