Es solo un divorcio
Autor: JERÓNIMO RADA
GéneroRomance
Es solo un divorcio
Becky estuvo en la oficina menos de diez segundos. Al verla alejarse, Rory puso una cara larga.
Entonces tomó el documento que estaba sobre el escritorio. En un lado, Becky ya había firmado, pero había un espacio en blanco para que él firmara.
El acuerdo de divorcio era simple, y solo un trozo de papel. Las condiciones eran muy claras: ella no quería ninguna propiedad a nombre de él.
Tras leer el acuerdo de divorcio, Rory no pudo evitar soltar una carcajada.
Ella no quería ni un centavo de él.
Y se preguntaba cómo podía ser tan arrogante.
"A ver si mañana sigues adelante con el divorcio", murmuró él con sorna.
Sin pensarlo mucho, rompió el documento por la mitad.
Cuando Lowell entró, lo encontró de pie frente a las ventanas francesas, apretando un cigarrillo entre los labios, y con su traje negro, se veía frío e inaccesible. Lowell perdió de repente las ganas de hablar.
Pero como este asunto era demasiado importante, tuvo que hacer de tripas corazón y se aclaró la garganta. "Señor Casper, ya ha empezado la reunión".
Este giró la cabeza lentamente, con sus ojos profundos y fríos como el hielo y penetrantes como dagas, lo que provocó un escalofrío en el otro.
"Ya veo".
Frunciendo ligeramente el ceño, Rory apagó el cigarrillo y lo tiró a la papelera. Luego, salió de la oficina, pasando por delante de Lowell como si no existiera.
Obviamente, el CEO estaba de mal humor.
Al pensar en la reunión a la que iba a asistir su jefe, Lowell sintió de repente pena por el anfitrión de la misma.
Becky solo tardó unos siete minutos en entrar y salir del edificio. Durante todo el proceso, se mostró tranquila. No sintió ni un ápice de dolor ni de lucha, a diferencia de lo que había imaginado.
Por supuesto, debido a toda la decepción acumulada en su corazón, todas sus esperanzas se desvanecieron y no quiso saber nada más de ese hombre.
Al salir del edificio de Crowbar Technologies, levantó la cabeza y miró al cielo nublado. Aunque estaba un poco triste, ya no se sentía asfixiada.
Jessie tenía razón. Debía divorciarse de Rory cuanto antes.
Becky respiró profundo, se acercó al auto de su amiga y golpeó la ventanilla.
La chica hablaba por teléfono cuando esta se acercó, y le abrió la puerta.
Becky subió al auto en silencio y no dijo nada para interrumpirla.
En cuanto se abrochó el cinturón de seguridad, levantó la cabeza y descubrió que Jessie tenía el teléfono delante de ella.
De manera que levantó las cejas con curiosidad. "¿Quién es?".
"Tu padre".
El cuerpo de esta se paralizó, y tras una pausa de dos segundos, agarró el teléfono y se lo puso en la oreja. "Papá".
"Te has estado haciendo la tonta por tres años. ¿No deberías volver a casa ya?".
La otra noche, cuando Rory la obligó a arrodillarse, Becky no lloró, y ni siquiera cuando le dio el acuerdo de divorcio. Pero ahora, cuando su padre, Stevie Ramos, le pidió que volviera a casa, no pudo contenerse más.
Hace tres años, cuando se iba a casar con Rory, todos los que la rodeaban, incluidos sus padres, se opusieron al matrimonio. Pero era tan impulsiva y testaruda que creía firmemente que él sentía algo por ella ya que estaba dispuesto a casarse.
Sin embargo, había tardado tres años en darse cuenta de lo equivocada que estaba.
Resulta que un hombre puede casarse con una mujer sin amarla. Podía casarse con una mujer que le amaba profundamente y no corresponderle solo por otra mujer. Él solo la quería involucrar en su desordenada relación.
A quien Rory quería era a Babette. Era ridículo, ¿no? Estaba enamorado de la mujer de su hermano.
Rory solo se había casado con Becky para usarla y así poder ocultar su secreta relación.
Fue tan estúpida al ir contra todo el mundo para estar con un hombre así. Incluso su padre, que siempre la había adorado, dijo que la repudiaría si insistía en casarse con ese hombre.
Incapaz de aguantar más, rompió a llorar. Pero preocupada por que su padre la oyera, se tragó los sollozos. Sin embargo, sus hombros temblaban lastimosamente y las lágrimas rodaban por sus mejillas sin parar.
"Ay, Becky...".
A Jessie le dolía el corazón. Después de todo, se conocían desde la infancia, y nunca la había visto llorar así, a la orgullosa y mimada señorita Ramos.
¡Y todo fue por culpa de ese bastardo, Rory!