Es solo un divorcio
Autor: JERÓNIMO RADA
GéneroRomance
Es solo un divorcio
"¿Rory?", murmuró Becky en voz baja. Ella estaba segura de que no contaba con el apoyo de su supuesto esposo y de que él no la protegería. Sin embargo, cuando él presionó su mano sobre el hombro obligándola a arrodillarse, no pudo evitar sentir que era una puñalada en su espalda como traición.
Becky se había casado con ese hombre a pesar de la objeción de su familia. En su ingenuidad del pasado, pensó que a pesar de la frialdad que él le demostraba, ella sería capaz de conmoverlo poco a poco y lograr que su corazón se ablandara con el pasar del tiempo.
Pero tres años transcurrieron y no hubo ningún cambio en Rory. Ahora, bajo la presión del poderoso brazo de su esposo, Becky se vio obligada a arrodillarse y soportarlo. No obstante, el malestar físico que ella sentía no se comparaba con el profundo dolor que inundaba su corazón.
Lentamente, la mujer levantó la cabeza para mirar a Rory, que permanecía de pie junto a ella. Los ojos del hombre eran como dos dagas ardientes y despiadadas que la atravesaban. No había en su mirada ni una pizca de simpatía o afecto, y esto la humillaba todavía más.
Sin duda, Becky había sido demasiado ingenua al creer que podía generar en él un sentimiento distinto al desprecio.
"¿Estás consciente de lo que hiciste?", dijo de repente la voz del anciano.
Al escuchar la voz de Elmore, Becky regresó a la realidad, levantó la cabeza y lo miró enderezando la espalda con dignidad. "Yo no la empujé. ¡No hice nada malo!".
Antes de que ella pudiera continuar explicando, el abuelo agarró un jarrón y se lo arrojó directamente, fallando solo por pocos centímetros de su cabeza.
Con gran estruendo, el jarrón se rompió en miles de pedazos sobre el suelo al lado de la mujer. Uno de los fragmentos esparcidos por el aire voló hacia Becky, hiriéndole el dorso de la mano.
"¡Eres una mujer impertinente! No mereces ni siquiera arrodillarte sobre el suelo de nuestra sala. Tu mera presencia ensucia nuestro hogar y lo único que has hecho ha sido avergonzar a nuestra familia. ¡Sáquenla ahora mismo y déjenla arrodillada afuera hasta que aprenda la lección por sus actos!".
Dicho eso, Elmore se dirigió a Rory específicamente: "Ordénale a alguien que la vigile. Si ella no admite su error, ¡no dejes que se levante!".
Una vez que terminó de hablar, Elmore se fue de la sala hecho una furia. Jenifer Casper, la madre de Rory, miró a su hijo con cautela antes de acercarse a su nuera: "Becky, levántate. Elmore solo está demasiado enojado para ser racional en estos momentos. No te lo tomes a pecho".
De todos los miembros de la familia Casper, la única persona que había tratado con amabilidad a Becky era Jenifer.
Esta última era una mujer de buen corazón y pensaba que, sin importar lo que hiciera su nuera, seguía siendo parte de su familia.
Lo anterior no ocurría con Denise Casper, la hermana de Rory, quien se burló con desdén: "Mamá, ¿no escuchaste al abuelo? Él dijo que si no admite su culpa, no puede levantarse. ¡Por favor, no te involucres en este asunto!".
A diferencia de su madre, a Denise no le caía nada bien su cuñada. De hecho, la despreciaba. Pero como sabía que Jenifer no soportaría ver a Becky en esa situación tan humillante, la agarró de un brazo para alejarla de allí.
La mujer suspiró con impotencia y miró a su hijo, quien había estado en silencio todo ese tiempo. "Rory, ¿qué tienes en mente? ¡Becky es tu esposa! Han estado casado durante tres años. Incluso si ella...". La madre no pudo terminar su frase.
Los ojos de Rory se volvieron de hielo cuando exclamó totalmente indignado: "¡Una mujer tan malévola como ella no puede ser mi esposa!".
Esas palabras le provocaron a Becky un escalofrío que recorrió toda su espalda. En ese momento, ella supo que no tenía sentido explicar lo que pasó porque su esposo ya había tomado una decisión sobre ella.
Tratando de mantener la compostura, Rory se enderezó y agregó con frialdad: "Compórtate, Becky".
Cada palabra impregnada de la más dolorosa indiferencia que salía de su boca era como un golpe mortal en el corazón de la mujer arrodillada.
Sin decir nada más, Rory se alejó a toda prisa. A medida que el sonido de sus pasos disminuía mientras la abandonaba, Becky sintió dentro de ella que estaba a punto de derrumbarse.
Dos sirvientes aparecieron de repente. "Señora Casper, tiene que arrodillarse afuera de la casa como se le ordenó".
Los dos sirvientes intercambiaron miradas y luego la agarraron por ambos lados. Arrastrándola todo el camino desde la sala, la obligaron a permanecer de rodillas en el exterior.
Becky nunca había sido humillada de manera tan profunda. Ella levantó la cabeza con ira y miró desafiante a los dos sirvientes: "¿Cómo se atreven a tratarme así?".
Sin embargo, sus palabras no causaron el efecto que quería. "¡Solo quédese ahí, señora Casper! A menos que admita su error, tiene que arrodillarse aquí toda la noche. Debe ahorrarnos un problema y comportarse con obediencia".
En ese instante, un trueno ensordecedor rugió en el cielo y, segundos después, comenzó a caer sin descanso una densa lluvia.
Los dos sirvientes quedaron atónitos por un momento antes de reaccionar. Al segundo siguiente, ambos entraron corriendo con rapidez hacia el interior de la casa, dejando a Becky arrodillada afuera totalmente sola bajo la tormenta.