Es solo un divorcio
Autor: JERÓNIMO RADA
GéneroRomance
Es solo un divorcio
La intensidad de la lluvia apretó de golpe, mientras Becky cada vez notaba su corazón más frío.
Ya había perdido la cuenta de cuánto tiempo había estado arrodillada ahí fuera; lo único que sabía era que cuando la lluvia paró, el cielo todavía estaba completamente negro.
Los dos empleados del hogar se habían quedado dormidos, oportunidad que ella podría haber aprovechado para irse, si bien no lo hizo.
Lo cierto era que no creía que Rory pudiera ser realmente tan cruel, aunque a veces tenía que admitir que ella era demasiado ingenua.
Al amanecer, finalmente llegó el hombre.
Después de pasarse toda la noche arrodillada, Becky tenía la espalda dolorida, así que lo miró con ojos adormilados cuando él se le acercó, y preguntó: "¿Ya estás más tranquilo?".
De ser así, debía estar dispuesto a escucharla ahora.
Por su parte, el recién llegado le devolvió la mirada, observando lo empapada que estaba la mujer debido a la tormenta de la noche anterior, aunque no por eso fue menos convincente la voz de esta.
"Eso depende. ¿Estás dispuesta a admitir tu error?", contestó él, lo cual la dejó atónita y con los ojos abiertos como platos. De repente se dio cuenta de que la larga y mala noche que había pasado a la intemperie había sido una broma de mal gusto;
lo había hecho para validar su postura en la discusión que habían tenido, pero aparentemente no había servido para nada.
"No empujé a Babette para tirarla al agua. Fue ella quien saltó a la piscina sola", se explicó la mujer, entumecida de dolor. Cuando finalmente pudo ponerse en pie, lo miró a los ojos y continuó: "Pero ya sé que no me crees, de modo que es mejor que nos divorciemos, Rory".
El aludido, quien esperaba escuchar una disculpa por parte de su esposa, se quedó descolocado ante esa sugerencia.
Sin embargo, sin darle oportunidad de responder, Becky simplemente se dio la vuelta y comenzó a alejarse a paso lento y doloroso, puesto que tenía las rodillas hinchadas. Por si no bastara con eso, la lluvia había hecho empeorar su fiebre, por lo que cada paso que daba se hacía más difícil que el anterior;
pese a esto, consiguió mantenerse erguida y regresar a su habitación. A continuación, apretó los dientes debido a la fiebre que tenía y le envió un mensaje de texto a Jessie Walker, su mejor amiga, disponiéndose a empacar sus pocas pertenencias a toda prisa justo después.
No obstante, cuando ya estaba a punto de bajar las escaleras con el equipaje listo, Rory subió en su dirección, aunque la mujer ni lo miró y pasó junto a él con indiferencia al marcharse.
El estado enfermo de Becky le estaba pasando factura, ya que el momento en el que salió de la casa, la vista se le comenzó a nublar.
Afortunadamente, antes de que se desmayara a un lado de la calle, llegó Jessie para socorrerla.
"¿Dónde diablos está Rory?", dijo sorprendida a la vez que salía del auto, para después agarrar el equipaje de su amiga y meterlo en el maletero. Al instante, la mujer enferma no pudo aguantar más: las rodillas dejaron de responderle y acabó por perder el conocimiento.
"¡Becky!", gritó la otra mujer, la cual se apresuró a sujetarla. En cuanto su piel hizo contacto con la de ella, se sorprendió de lo caliente que estaba, algo que la hizo sentirse un poco alarmada. Acto seguido, la condujo con cuidado hasta el asiento del copiloto y dijo: "Te voy a llevar al hospital", aunque para entonces, Becky estaba ya sin conocimiento y no se enteró. Esta última tenía el rostro pálido como un fantasma, y a la otra mujer le dio pena verla así.
Por el momento, su amiga no tenía tiempo de avisar a la familia Casper, de manera que pisó el acelerador y se dirigió al hospital más cercano.
Por otro lado, y visto lo febril que se encontraba la afectada, esta durmió toda la tarde, y para cuando despertó al cabo de las horas, vio que su amiga se había quedado dormida al borde de su cama.
Entonces, casi de repente, recordó lo que había sucedido, todavía vívido en su mente, y comenzó a sentirse atormentada.
Sin embargo, no quería despertar a su amiga, así que apretó los dientes para evitar gritar de la frustración, y en su lugar, se trató de desahogarse llorando en silencio en aquella habitación en penumbras.
Efectivamente, se había equivocado con Rory, pues este todavía estaba enamorado de Babette, y nunca debería haber creído que podría cambiarle. Durante los últimos tres años, Becky no había sido más que una broma para él;
con razón la otra mujer le había dicho que era estúpida. De hecho, ahora que ella misma lo pensaba, se dio cuenta de que aquella tenía razón:
probablemente era la mujer más estúpida del mundo.