Es solo un divorcio
Autor: JERÓNIMO RADA
GéneroRomance
Es solo un divorcio
Ya eran las siete de la mañana del día siguiente cuando Becky se despertó, y como había dormido demasiado, todo su cuerpo se sentía bastante débil.
En ese momento Jessie regresó con el desayuno, y al ver que su amiga estaba despierta, corrió hacia su cama para preguntar con preocupación: "¿Cómo te sientes? ¿Estás mejor?".
"Oh, sí... Mucho mejor".
"Te traje tu comida favorita, querida. Ve a lavarte la cara, saldremos después de comer. Mi amigo quiere llevarnos a las islas Mauricio para aprovechar que el clima está perfecto. Iremos juntos".
"¿Dónde está mi teléfono?", preguntó Becky, quien había buscado su celular a tientas alrededor de la cama, pero no pudo encontrarlo. Siendo ese el caso, Jessie debía haberlo agarrado.
"¿Por qué?", replicó esta última haciendo una mueca.
"Las noticias deben estar por todo internet, ¿cierto?". Becky conocía muy bien a su amiga, así que al darse cuenta de que no le preguntó nada ni mencionó a la familia Casper después de que ella huyera de ellos, supo que lo ocurrido debió haberse vuelto viral en las redes sociales.
"No hay necesidad de angustiarse por lo que diga la gente. ¡Solo se quedaron con una parte de la historia y sacaron conclusiones apresuradas antes de saber la verdad!", soltó Jessie, desviando la mirada con un aire de culpabilidad.
Sonriendo con ironía, Becky respondió: "En ese caso, ¿qué te preocupa?
Vamos, con el pasar de los años ya me he acostumbrado a eso".
Allí, pensando en cómo su amiga había pasado tres largos años con los Casper, Jessie estaba tan enojada que su rostro se puso rojo. "¡Son unos malditos idiotas! ¡Si no me hubieras detenido, habría cometido un crimen!".
Tras haber recuperado su teléfono, Becky se concentró en leer las tendencias, y en efecto, la noticia de que había empujado a Babette a la piscina en la fiesta de cumpleaños era la más vista.
Por supuesto, la opinión pública apoyaba a Babette. Todos creían que Becky era una sinvergüenza que se había casado con un Casper utilizando algún truco sucio. En definitiva, internet la había pintado como una mujer malvada y resentida.
Parecía que Becky no había recibido más que reproches y abusos después de que se casó con Rory.
Con esto, la chica se excusó para ir al baño: "Iré a ducharme...".
"Amiga, ¿te encuentras bien?", insistió Jessie, preocupada.
"Sí...".
"Bueno, anda. Tienes que comer, solo tendrás energía cuando tengas el tanque lleno".
Al escucharla, Becky sonrió con impotencia.
Era cierto que se sentía mal, aunque esa no era la primera vez que la maltrataban. En ese sentido, sin importar lo mal que se sintiera tenía la capacidad de controlarse.
Al contrario de la ella del pasado, que era como una niña que esperaba ansiosamente un dulce, y cada vez que no lo conseguía socavaba sus esperanzas hasta que no le quedara nada.
Allí, bajo el agua fría de la ducha que la ayudaba a despejar su mente, Becky recordó la forma en la que Rory la había obligado a arrodillarse.
Habían pasado tres años de matrimonio de los que no salió nada positivo, de modo que ya era hora de terminar esa relación.
Jessie tenía razón, solo después de alimentarse podría tener la fuerza para lidiar con ese asunto.
Pronto, las chicas estaban desayunando cuando dos enfermeras pasaron por la puerta de su habitación. Y dado que el pasillo estaba muy silencioso, ambas lograron escuchar su conversación con claridad.
"Pobre Babette. ¡Esa Becky es una perra! ¡El marido de Babette falleció en un accidente y ahora su único bebé se ha ido!".
"Así es, es por eso que los hombres deben casarse con mujeres de su mismo estatus social. ¡Becky es una cualquiera a la que se le subieron los humos, pero no le llega ni a los talones a Babette! No sé cuál es su problema para ni siquiera perdonarle la vida a un bebé. ¡Esa mujer es pura maldad!".
"Querida, voy a ponerle fin a esto. ¡Esas perras no tienen idea de lo que pasó y se atreven a chismear sobre ti!", exclamó Jessie, indignada.
Mirando hacia la puerta, Becky declaró con indiferencia: "Déjalas decir lo que quieran".
"¿Por qué? ¿Desde cuándo te volviste tan pusilánime?".
"Tengo una mejor manera de limpiar mi nombre", contestó, guiñándole un ojo a su amiga.
"¿Qué? ¿Cuál?".
Acto seguido, Becky se inclinó para susurrarle algo al oído que dejó a Jessie atónita por un par de minutos. Luego, chasqueó la lengua y dijo con aprobación: "¡Esta es la Becky que conozco!".
"Bien, ¿puedes ayudarme con el trámite para que me den el alta médica? Me tengo que divorciar", añadió Becky con una sonrisa.