El Último Beso
Autor: ODALIS PICANO
GéneroRomance
El Último Beso
Ayla cubrió su cuerpo con la manta por instinto, al ver que Brian se inclinaba sobre ella de manera intimidante.
"Señorita Woodsen, no olvides que firmaste el contrato de matrimonio, entonces, ¿por qué tendrías que esconderte de tu hombre?", dijo él en tono burlón, mientras la veía oculta bajo la manta.
El hombre no era capaz de entender por qué se estaba escondiendo. De cualquier manera, él no la dejaría escapar tan fácilmente aquella noche. Mientras tanto, la chica estaba aterrorizada del hombre que tenía frente a ella.
"Legalmente, ya eres mi esposa", continuó burlándose él, al tiempo que acortaba más la distancia entre ellos. "Es que acaso, ¿no sabes cómo cumplir con tu deber como esposa?", agregó, lanzando una mirada despectiva a la mujer, que recién se había convertido en su esposa, aún cubierta por la manta.
"No, yo no quiero!", gritó Ayla. Pese a estar aterrorizada por completo, tuvo la valentía necesaria para expresar su desacuerdo. Estaba plenamente consciente de que no lograría ninguna diferencia al resistirse, sin embargo, era la primera vez que pensaba que era importante hacérselo saber.
"Tan solo eres una mujer que compré con mi dinero. ¿De verdad crees que tienes derecho a elegir?", exclamó él, apretando la mandíbula. ¡No podía creer la astucia que tenía esa mujer!
La intensidad de su voz ocasionó un visible estremecimiento en el cuerpo de la chica. Al notarlo, las cejas del hombre se levantaron levemente. ¿Cómo era capaz de fingir temor con tanta naturalidad? Mientras más se comportaba de esa manera, él se mostraba más decidido a enseñarle cuál era su lugar.
Brian subió a la cama y la agarró con fuerza, atrayéndola hacia él. Envolvió el cuerpo tembloroso de la chica con sus musculosos brazos, manteniéndola aún más cerca de él.
"¡Suélteme!", exclamó ella, tratando de apartarlo con todas sus fuerzas. No obstante, en comparación con él, ella era débil. Y, aun así, no quería rendirse tan fácilmente.
El hombre alzó una ceja y, con una sonrisa, le dijo: "¿Que te suelte? ¿Olvidaste que hoy es el día de nuestra boda? Nuestro matrimonio será consumado esta misma noche".
"¡No, por favor, no! ¡Señor Clark, por favor, déjeme!", pidió Ayla, sintiéndose muy humillada.
"Arlene, ¿me estás jodiendo? ¿Por qué te estás comportando como si fuese tu primera vez? ¿No crees que estás siendo hipócrita?", dijo el empresario, pensando que siendo ella la famosa chica de la familia Woodsen, haría cualquier cosa por dinero. Él sabía que mientras tuviese mucho dinero, ella no lo rechazaría.
No obstante, esa mujer frente a él no paraba de sorprenderlo.
"¡Ay! ¡Duele mucho! Por favor, basta..." La chica no podía dejar de gritar de dolor, una vez que ese hombre se puso entre sus piernas. Ahora ya no había vuelta atrás.
Brian la torturaría de todas las maneras posibles.
Ella debió haber pensado en eso antes de casarse, pero ya era demasiado tarde, y no tuvo escapatoria.
Sobre el colchón había quedado una mancha de sangre, al verla, el hombre preguntó: "¿Cuánto costó reparar el himen?".
Ayla se sintió completamente deshonrada. Sin embargo, debido a la debilidad que se apoderó de ella, ya no tenía fuerzas ni para pelear más contra él. De todas maneras, independientemente de lo que ella pudiese decir, él igual no le creería. Su objetivo era asegurarle que ella era realmente Arlene, así que, mientras él lo creyera, las cosas estarían bien.
¿Cómo podía negarle el derecho a consumar su matrimonio? Después de todo, de verdad estaban legalmente casados. Ella no podría admitir su verdadera identidad y decir que no era Arlene.
Por ello, decidió mantenerse en silencio sin decir una palabra.
"¡Lárgate! ¡Vete de esta habitación!", gritó Brian repentinamente, cuando ya había acabado. Él tenía preparadas dos habitaciones porque no quería que ella se quedara en su habitación; lo único que quería era humillarla.
La chica tembló de nuevo, de manera visible, ante sus órdenes. Antes de salir de la habitación, cubrió su cuerpo rápidamente con una sábana.
Esa noche, fue incapaz de cerrar los ojos; se desveló sentada en el piso, mirando hacia la ventana. ¿Tendría que afrontar esa clase de vida todos los días en el futuro?
Había perdido lo más preciado para una mujer, mediante las humillaciones de un hombre que ni siquiera la amaba.
A la mañana siguiente, Brian entró de golpe en la habitación, llevando un frasco de medicina en su mano, lo cual, le lanzó con brusquedad a la chica. "Tómate la medicina".
Él no quería que ella pudiese quedar embarazada, no todavía. Además, ella pertenecía a la familia Woodsen; odiaría que ella quedara embarazada con un bebé suyo.
A pesar de que Ayla no tenía ningún tipo de experiencia, sabía perfectamente para qué era la medicina.
Él tenía razón; era necesario hacerlo. Ella debía asistir a clases y continuar con su vida.
Al estar agachado frente a ella, el hombre pudo observar los moretones en sus brazos, ocasionados por él la noche anterior.
"No tienes permitido quedar embarazada sin mi autorización. ¡Por el bien de la familia Woodsen, será mejor que me hagas caso!", exclamó, para luego abrir el frasco y meter una pastilla directamente en la boca de la chica. No tenía agua, así que, la tuvo que tragar sin más.
De inmediato, sus ojos se llenaron de lágrimas.
"Prepárate, vamos a ir a un sitio", ordenó Brian, al tiempo que se sentaba sobre el sofá y sacaba un cigarrillo para fumarlo con elegancia.
Ayla se levantó, con un poco de esfuerzo, y dijo: "Pero yo no tengo ropa".
Muy por el contrario de su hermana, que tenía una cantidad enorme de ropa de marca, ella tan solo contaba con algo de ropa casual que usaba para el colegio. Además, no podía salir con su vestido de novia.
"Señora Clark, ahora estás casada conmigo, por ello, te proporcionaré todo lo que necesites", dijo él. Ahora Brian estaba completamente seguro de que la chica con la que se casó era Arlene, ya que ella le había pedido ropa en su segundo día de matrimonio.
Arlene llevaba un estilo de vida muy lujoso.
El sacó su celular e hizo una llamada. En solo 10 minutos, un montón de ropa de marcas famosas fueron enviadas a su habitación.
Ayla quedó estupefacta al ver frente a ella todo tipo de ropa y vestidos hechos con tela de excelente calidad. Al instante, se sintió atraída por todo eso, aunque no era una persona codiciosa.
Su elección fue un sencillo vestido blanco, y luego de tomarlo, se dirigió al baño. Brian la miraba sentado aún sobre el sofá. Al notar que ella había elegido el vestido blanco más sencillo, su ceño se frunció en señal de confusión. A veces, no lograba entender lo que pasaba por su mente.