El Último Beso
Autor: ODALIS PICANO
GéneroRomance
El Último Beso
La fiebre alta de Ayla no bajó ni un poco, lo que preocupó a Maria. Aunque el señor Clark no le dio ninguna orden, la mujer no tuvo más opción que llamar al médico.
"Es necesario aplicarle una inyección para bajarle la fiebre. De lo contrario, podría contraer neumonía", dijo el médico mientras preparaba la inyección.
"¿La fiebre de la señora Clark, es muy grave?", preguntó la mujer. Esta se sentía ansiosa porque sabía que el señor Clark estaba de mal humor. Si algo le sucediera a la mujer con la que se acababa de casar, podría ponerse furioso.
"Bueno, es algo delicado. Ella está demasiado débil en este momento. Necesita tomar un buen descanso". El médico inyectó a la chica y después escribió la receta.
A pesar de que su temperatura bajó luego de recibir dicha inyección, aún estaba inconsciente.
Brian regresó casi a amanecer. Al entrar al pasillo, no encontró a nadie allí. "¡Maria!", gritó él.
"Señor, volvió", respondió ella desde su habitación.
El hombre refunfuñó, subió las escaleras y descubrió que su esposa seguía sin despertar. Rápidamente ordenó: "¡Envíala abajo! ¡Y limpia mi habitación!". Detestaba que otras personas tocaran sus pertenencias.
Maria y Ruben bajaron a la chica al primer piso y la llevaron a su habitación. Al día siguiente, cuando Ayla por fin recobró el sentido, era casi mediodía. Observó la habitación y recordó con lentitud lo que había pasado la noche anterior. Pero, ¿cómo regresó a su habitación? Se agarró la cabeza, sentía mucho dolor, y, una debilidad extrema en su cuerpo.
En ese momento, Maria abrió la puerta y entró. "¡Ah! Señora Clark, ya despertó. Entonces le traeré un poco de avena", expresó la mujer. Al rato, le llevó lo que prometió.
"Te agradezco, Maria. Gracias por cuidar de mí anoche", dijo la chica. De hecho, ella se encontraba más preocupada por las clases, que por su salud, puesto que si no recuperaba su fuerza, no podía ir a la escuela.
"No se preocupe, pero cuídese mucho en el futuro ¿Cómo puede bañarse con agua fría tan descuidadamente?", dijo Maria. Se había asustado mucho al ver que la chica tenía la fiebre tan alta.
Ayla sonrió con impotencia. "Está bien, lo tendré presente en el futuro", respondió.
Como pudo, se las arregló para ir a clases, a pesar de la debilidad, Lyle la llevó hasta la escuela.
Ella siempre había preferido sentarse en la primera fila, pero hoy eligió la última, ya que le daba temor afectar a otros estudiantes si continuaba tosiendo.
Sin embargo, la chica no pudo evitar escuchar los chismes sobre ella, sus compañeros de clase no paraban de hablar en voz baja.
"Vi que Ayla llegó en un auto lujoso esta mañana. Escuché que encontró un anciano millonario", expresó uno de sus compañeros.
"¿En serio? ¿Cómo puede ser tan desvergonzada como para acostarse con un viejo rico? Ella es muy bonita, sin embargo, resulta que también es una oportunista", dijo otro chico.
"¿Y de qué le sirve ser hermosa?", preguntó alguien en tono de burla. "¡Si no tienes dinero, tu hermoso rostro es tu fuerte!", contestó alguien más.
A la chica le impactó saber que sus compañeros de clase pensaran algo tan ruin de ella.
Como muchos estudiantes habían presenciado que ella había llegado en un lujoso auto el segundo día de la clase, le dedicaron miradas extrañas. Y debido a eso, era evidente que su futuro albergaba muchos rumores.
Ayla se sintió incómoda y sin apetito durante la hora del almuerzo, así que regresó a su dormitorio para descansar. Una de sus compañeras de cuarto, Veronica Keating, la vio acostada en la cama y notó que tenía el rostro pálido. Preocupada le preguntó: "Ayla, ¿te encuentras bien?".
"Sí, estoy bien. Solo que me sentía algo mareada. y vine a descansar", contestó Ayla sonriendo débilmente.
Veronica le sirvió un vaso de agua y le dijo; "Toma un poco de agua".
"Gracias", contestó la chica. Su compañera de cuarto siempre había sido muy cortés con ella.
"Veronica, no te preocupes por ella. Seguramente tuvo una noche difícil. Probablemente, esa es la razón por la que se siente exhausta", agregó Lisa Williams con desprecio. Odiaba a las mujeres que usaban su belleza para obtener cosas, como Ayla.
"Lisa, ¿cómo puedes decir una cosa así? Ayla está enferma", dijo Veronica mirando a Lisa.
Burlonamente, Lisa contestó "Claro, quién sabe qué tipo de enfermedad le transmitió ese hombre. Es una indiscreta, no le importa presumir su vida privada. Es mejor que no te acerques de ella". La chica soltó un bufido después de decir aquello y salió de la habitación.
Al notar que el rostro de Ayla palidecía aún más, Veronica se acercó a ella y la consoló: "Yo sí confío en ti. Sé que no eres ese tipo de persona".
"Gracias por creer en mí", respondió Ayla. Ella era introvertida y de pocos amigos. De hecho, nunca tuvo muchos en la escuela. Veronica era la única que hablaba con ella.
Brian bajó las escaleras cuando ya era mediodía. "¿Dónde está mi esposa, Maria?", preguntó.
"Ella se fue a la escuela", respondió la mujer con sinceridad.
"¿Qué?", espetó Brian, apretando la mandíbula. ¿Tenía fuerza suficiente para ir hoy a la escuela? ¿Había ido para ver a ese chico llamado Toby?
"Señor, la señora Clark se fue apurada esta mañana, y olvidó tomar su medicina. ¿Quiere que se la envíe?". preguntó Maria con cautela. Le atemorizaba que el Señor Clark estuviera molesto. Pero si la señora Clark no tomaba su medicina, podría volver a enfermarse.
"No", respondió Brian, haciendo un gesto de indiferencia con la mano. Ella ya tenía un hombre que cuidara de ella, así que no era necesario que recibiera más atención.
No esperaba que esa mujer se atreviera a romper las reglas una y otra vez. Hasta los momentos, él había sido bueno con ella. No obstante, ahora ya tenía suficiente y estaba harto.
"Pero, señor, la señora Clark...". Maria quería decir algo más, aunque se tragó el resto de la frase cuando Brian la miró.