El Último Beso
Autor: ODALIS PICANO
GéneroRomance
El Último Beso
Brian entrecerró los ojos y se acercó a su esposa. "Te dicen valiente, por lo que he escuchado. Entonces, ¿por qué ahora tienes miedo?".
"Yo... Solo quiero asistir al colegio...", dijo Ayla tartamudeando, agachando la cabeza.
"Si viniste hasta aquí, para hablar sobre eso, no hace falta, porque eso no va a pasar". El hombre jamás había pensado que Arlene, le pediría permiso para ir a estudiar. Pensaba que ella estaba tratando de engañarlo para poder encontrarse con sus amigos fuera de casa, y hacer lo que le diera la gana.
La chica se sintió devastada cuando él negó su petición. ¿Alguna vez podría volver a ir a la escuela? Solo le faltaban dos años para graduarse; si él no la dejaba ir ahora, jamás podría cumplir su sueño.
Al ver que la chica se quedó allí atónita, Brian la ignoró y entró en el baño, esperando que ella se fuera. Sin embargo, cuando salió, ella aún se encontraba en la puerta. Era una mujer muy terca, realmente.
Como él siguió ignorándola, ella bajó la cabeza. Y con su corazón roto, la chica se giró para marcharse.
"¡Espera un momento!", dijo el hombre, deteniéndola.
Inmediatamente la chica se volteó y lo miró expectante. Ahora él se encontraba sentado en el sofá, fumando un cigarrillo.
Sus miradas se cruzaron mientras ella esperaba que él dijera algo, pero el hombre no habló hasta que terminó de fumar. Su mirada era tan intimidatoria que al instante ya estaba asustada. Se recordó a sí misma lo que había pasado la noche anterior, lo cual era como una pesadilla, y no quería que eso volviera a suceder. Lo único que quería ahora era correr lejos y esconderse de él.
Al darse cuenta que él no iba a decir nada, se giró nuevamente para irse. "¿Esa es toda la paciencia que tienes?", interrogó Brian, burlándose de ella lentamente. La voz de su esposo le hizo detenerse otra vez, y esta vez la chica no se quedó de pie en la puerta, Se acercó a él y le preguntó: "Entonces, ¿me da su autorización?".
Brian se puso de pie y se paró a treinta centímetros de ella. Levantó su barbilla con la yema del dedo y la hizo mirarlo a los ojos. "¿Cuántos hombres te esperan allá afuera? ¿Por qué estás tan ansiosa por salir? ¿Ah?", interrogó él con un tono de voz severo.
"¿Qué? No sé de lo que está hablando. ¡Solo quiero ir a estudiar!". No importaba cuán tímida sonara su respuesta, ella no se daría por vencida.
Sabía qué tipo de persona era su hermana. La razón por la que se casó con este hombre para sustituir a Arlene, fue para proteger a la familia Woodsen y a su padre adoptivo Clayton.
Todo lo había hecho hasta ahora, era para pagarle, pero no podía perder sus metas y sueños.
"¿Sabes una cosa? Lo que más odio en el mundo es que me engañen", dijo Brian con dureza.
La chica asintió con rigidez. No le había mentido, excepto por el cubrimiento su identidad.
"¡Si me llego a enterar que estás mintiendo, no te vas ni a imaginar el costo que tendrás que pagar!", dijo el hombre. Brian quería ver hasta dónde era capaz de llegar su esposa, con ganas de atraparla con las manos en la masa.
"Está bien, comprendo. Solo iré hasta la escuela y volveré a casa; no iré a ningún otro sitio", prometió la chica. El hombre le autorizó ir a la escuela, pero ella no podía continuar con su trabajo, pues obviamente él no permitiría eso.
"¡Vete ahora de mi habitación!", ordenó Brian. No le agradaba su imagen sucia en el segundo piso, en su habitación específicamente.
Ayla hizo una reverencia y le dijo: "Le agradezco, señor Clark". Tampoco quería acercarse al diablo ese, así que se marchó en silencio en seguida.
La verdad era que había diferencia entre vivir con la familia Woodsen y vivir con la familia Clark. Sus padres biológicos la abandonaron al nacer. Por lo tanto, Ayla estaba convencida de que estaba destinada a estar sola toda su vida. Y siempre había puesto su atención en cumplir sus sueños y mantenerse sola.
Brian no dijo más nada, la vio desaparecer mientras apretaba sus dientes.
A la chica le dieron una pequeña habitación en el primer piso, en el que había una pequeña cama y un escritorio. Además había una ventana, para llenar la habitación de luz natural. En realidad, era mejor que el dormitorio que tenía en la casa Woodsen. Aquí la única diferencia que había, era que ya no tenía su libertad.
"El señor Clark me pidió que le informara que no puede salir de la mansión, a menos que él se lo ordene. Si usted necesita algo, me lo puede pedir a mí", dijo Maria cortésmente.
"Gracias, Maria, lo tendré presente", dijo la chica. Parada en el medio de la habitación, la chica observó todo. Aquí no tenía nada que le perteneciera. Casi todas sus cosas, todavía estaban en su antigua casa, y muchas otras estaban en la escuela. Necesitaba comprar algunos artículos indispensables, ropa, por ejemplo.
Pero ella no podía salir.
Al rato, Maria le trajo algunas cosas de uso diario, y ropa nueva, lo que justamente esperaba. Se sintió muy aliviada después de ver todo eso, por lo cual confiaba en que vivir allí no sería tan malo como decía su intuición.
Ayla fue a la cocina para ayudar, ya que no tenía nada que hacer en su habitación. Maria se sorprendió al verla ahí, porque ella había escuchado que el señor Clark se había casado con una mujer arrogante y malcriada. Sin embargo, la señora Leng todavía no había mostrado algo que pudiera coincidir con aquella descripción.
Al darse cuenta de que la joven era una experta en lavar y cortar verduras, Maria le preguntó: "Señora Clark, ¿usted sabe cocinar?".
La chica le contestó con una sonrisa: "No todo, pero algunas cosas sencillas, sí". Ella había aprendido a cocinar gracias a los sirvientes de la familia Woodsen.
"¿Le gustaría hacerle el almuerzo al señor Clark?", preguntó Maria repentinamente. La mujer se había equivocado al percibir que la señora Clark, solo era una dama rica y malcriada, con un mal temperamento. Ahora Maria podía ver que ella era muy diferente a lo que había escuchado.
Ayla dejó de lavar las verduras y se giró hacia ella. "¿Eso no haría que el señor Clark se enoje?". Realmente ella tenía mucho miedo. Además, no quería perder la oportunidad de ir a la escuela, solo por cocinar algo para él.
"No, él no se va a molestar. El señor Clark no es de hablar mucho, y puede parecer intimidante, pero en realidad, no es difícil llevarse bien con él. Además, no es demasiado exigente con la comida, ni siquiera lo notará". Como Maria llevaba muchos años trabajando en la villa, ella conocía muy bien al señor Clark, y sabía cómo podría reaccionar.
Ayla consideró atentamente las palabras de Maria. Aunque había dicho que era fácil llevarse bien con él. para Ayla, eso no era tan cierto, pues una mirada intimidante de él, podría estremecerla por completo. Ella era consciente que nunca se llevarían bien ellos dos.
Esa mirada fría, siempre le hacía sentir como si estuviera en un mundo de hielo y oscuridad.
No obstante, mientras él no le pusiera las cosas difíciles a propósito, ella se apegaría a su propio deber, y se ocuparía de sus propios asuntos. Para no hacerlo molestar, ella siempre lo escucharía, sin importar lo que él le exigiera hacer, ya que al final, ella era su esposa, a quien compró con dinero.