El Último Beso
Autor: ODALIS PICANO
GéneroRomance
El Último Beso
Brian no esperaba chocar con esa estúpida mujer al entrar en la villa, por lo que ni siquiera la ayudó a pararse cuando ella se tambaleó y cayó sobre su trasero. Entonces él le lanzó una mirada fría mientras fruncía los labios.
Ayla gimió de dolor antes de mirar hacia arriba y toparse con la gélida mirada de Brian. Ella tragó saliva y se disculpó de inmediato, "Lo siento, no te vi venir".
"¿Con quién te vas a encontrar que vas saliendo a toda prisa?", le preguntó Brian con desprecio, haciéndola flaquear. Por supuesto, no podía tener suerte todo el tiempo, y era necesario que el diablo apareciera justo ahora para probar ese punto.
"Solo iba a la universidad", Ayla respondió gimoteando mientras se levantaba tambaleándose un poco. Se abstuvo de seguir hablando, pues sabía que de todos modos él no le creería.
Según Brian, todo lo que ella decía eran solo excusas.
"¿De Verdad?", preguntó él, ya que obviamente no le creía nada.
Ayla echó un vistazo a su reloj; hoy llegaría tarde. Luego, volvió a mirar a Brian y notó una mancha roja en su cuello.
Al observarla con más detenimiento, se percató de que se trataba de una marca de lápiz labial. Eso significaba que anoche había estado con otra mujer, razón por la cual no había regresado a casa anoche. Sin embargo, a ella no le importaba. De hecho, sería un alivio para ella que él estuviera con otras mujeres, porque de ser así, a lo mejor la dejaría vivir su vida tranquila.
Aunque se tratase de un deseo desesperado, el cual nunca sería más que un mero sueño, ella deseaba que así fuese.
Después de ese encuentro, Ayla se fue sin decir nada más. Lyle ya la estaba esperando en el auto, y apenas subió, el vehículo emprendió su rumbo. Ayla miraba por la ventana, pensando en las posibilidades que tenía de escaparse de Brian. El padre de la chica no le debía nada más que dinero, por lo cual si ella pudiese ganar el dinero suficiente para devolverle lo que su padre le adeudaba, ella podría recuperar su libertad.
Cuando llegaron al cruce en medio de la carretera, otro vehículo que se había saltado el semáforo pasó frente a ellos a una velocidad imprudente. Entonces Lyle apretó el freno a toda velocidad, lo que la hizo saltar hacia adelante. Y cuando Ayla alzó la mirada hacia el frente, sus ojos posaron en la gran pantalla LED al costado de la carretera. Estaban pasando las noticias financieras y Toby estaba en el programa.
Ayla miró atentamente las noticias y sus ojos brillaron de emoción cuando se enteró de que él se había convertido en el director ejecutivo del Grupo Smith. Él se había ido al extranjero tras su último encuentro, y ella nunca recibió noticias sobre su regreso. ¿Acaso ya se había olvidado a ella? ¿Por qué aún no venía a rescatarla?
Aquellos pensamientos la entristecieron mucho. Ni siquiera pudo concentrarse en sus estudios y estuvo distraída todo el día. ¿Volvería a verlo alguna vez?
No podía contener sus ganas de volver a ver a Toby, así que decidió ir a verlo a su oficina sin previo aviso. Una vez terminadas las clases, salió por la puerta trasera de la universidad para evitar a Lyle y se fue en silencio. Cuando finalmente llegó frente al edificio del Grupo Smith, se detuvo. De pronto, el valor que había juntado para llevar a cabo su misión se desvaneció.
Se quedó pasmada mirando el edificio hasta que se hizo de noche. Al final, no pudo hacerlo y sintió una carga en su pecho mientras daba media vuelta para retirarse.
Sin embargo, tuvo que detenerse cuando escuchó la puerta automática abrirse y un grupo de personas salió. Se dio media vuelta de inmediato y pudo reconocer un rostro familiar entre el grupo; era Toby y llevaba del brazo a una mujer hermosa y elegante. El corazón de Ayla se partió en mil pedazos cuando se dio cuenta de que él estaba saliendo con otra mujer.
Sus labios temblaron y las lágrimas rodaron por sus mejillas debido a la escena que se mostraba ante sus ojos. Los observó hasta que se subieron juntos a un carísimo auto de lujo.
No obstante, antes de entrar en el coche, Toby se volvió de pronto y miró hacia donde se encontraba Ayla. Tan pronto como sus miradas se cruzaron, él se paralizó. Ayla se dio media vuelta de inmediato para que él no pudiera ver sus lágrimas. Y cuando miró de nuevo, el auto ya se había ido.
En contraste con Toby, quien se había vuelto un hombre exitoso, ella estaba viviendo un infierno. La vida la había tratado de forma tan injusta últimamente. Le entregó su virginidad a alguien que ni siquiera la amaba; un demonio le quitó su libertad, y ahora el hombre al que amaba la evitaba. No le quedaba ninguna esperanza.
Lo único que le quedaba era su propio ser junto a su lastimada autoestima.
Cuando regresó a la universidad, todos se habían ido, excepto por un auto que parecía familiar junto a su conductor. Se trataba de Lyle, quien aún la estaba esperando. Ayla se puso tensa al verlo. "Lyle, lo siento".
"Señora Clark, el señor Clark la está esperando en casa". Lyle mantuvo la puerta abierta hasta que ella entró en el auto.
Cuando Ayla regresó a la villa, como era de costumbre, Brian estaba sentado en el sofá de la sala de estar. Pero no se esperaba ver a Anna sentada a su lado. Ayla ya había tenido la oportunidad de conocerla antes.
"¿Así que por fin te diste cuenta de que era hora de regresar?", preguntó él mientras apagaba su cigarro y la miraba. Los ojos de ella estaban hinchados de tanto llorar y su cara mostraba rastros de haber estado llorando.
"Lo siento. Tuve que ocuparme de algo importante. Era justo y necesario", dijo Ayla agachando la cabeza.
"¡No quiero escuchar tus excusas!", gritó él.
"No volveré a hacerlo", dijo ella, dando un paso adelante para retirarse, pero él la detuvo.
"¡Detente! ¿Dije que podías irte?", dijo él poniéndose de pie y acercándose a ella. "¿Acaso tienes el concepto erróneo de que puedes andar por ahí actuando como si de verdad fueras la señora Clark?".
"No". Ayla nunca se consideró a sí misma como su esposa. "Te...tengo que preparar la cena como me pediste. Déjame ir por favor. ¿Qué te gustaría cenar?".
Brian la miró fijamente por un momento, luego se dio media vuelta y se sentó junto a Anna otra vez. Mirando a Anna gentilmente, le preguntó: "¿Qué quieres comer?".
La mujer miró a Ayla y luego tomó a Brian del brazo y dijo: "Señor Clark, ¿la señora Clark siquiera sabe cocinar? No quiero enfermarme comiendo comida cocinada por una extraña".
"Pruébala una vez. Si no te gusta, te llevaré a comer". Ayla notó la intimidad entre ellos, pero desvió la mirada de inmediato. ¿Estaba él montando una especie de espectáculo para ella?
Sin embargo, no le dio mucha importancia y se fue a la cocina sin decir más. Mirando los ingredientes en el refrigerador, se prometió a sí misma cocinar bien.
Brian, por su parte, estaba decidido a hacerle todas las cosas más difíciles para verla sufrir.
Así que envió a todos los sirvientes a hacer distintas tareas para que nadie estuviese disponible para ayudarla. Quería ver cuán capaz era ella.