Amor Ardiente: Nunca Nos Separaremos
"Muchas gracias, señor Hilton, pero no", contestó Debbie rápidamente. "Estoy muy ocupada. Además, no quiero ninguna de tus propiedades, por lo que dudo que sea necesario que hablemos".
Carlos leyó los mensajes con curiosidad. Le parecía interesante que su supuesta esposa no estuviera interesada en sus propiedades.
Si recordaba bien, esa mujer tenía un poco más de veinte años.
¿No necesitaba dinero si era tan joven?
Además, sus padres ya habían fallecido. Dada sus circunstancias, ¿por qué quería divorciarse?
'Poco más de veinte años', pensó Carlos mientras recordaba la información de Debbie.
Ella solo tenía veintiuno, pero ya había comenzado a relacionarse con todo tipo de hombres. Últimamente los jóvenes no paraban de comportarse así. ¿Perp por qué su esposa no era así?
Después de pensar por un momento, Carlos envió otro mensaje: "¿Estás enamorada de alguien?".
De ser ese el caso, firmaría el acuerdo de divorcio.
Nunca antes se había mostrado tan vacilante. A decir verdad, se compadecía mucho de su esposa. Había estado tan ocupado en su trabajo que no le prestó atención durante todos estos años.
Aunque el matrimonio era únicamente simbólico, su esposa tenía el honor de llevar el título de la señora Hilton.
Pero a esa mujer parecía importarle bastante poco. Había mantenido un perfil muy bajo. Durante los últimos tres años, eran pocos quienes sabían que Carlos estaba casado.
Debbie se detuvo por unos minutos antes de responder su mensaje. "No, no estoy enamorada de nadie. Señor Hilton, puedes tener la seguridad de que no he hecho nada malo durante estos tres años. Por favor, ¿podrías simplemente firmar el acuerdo?".
Efectivamente, no estaba enamorada de nadie. Lo había estado en una ocasión, pero todo eso se encontraba en el pasado. Además, había sucedido mucho tiempo atrás.
Debbie tamborileó impacientemente los dedos sobre el celular. ¿Por qué Carlos tardaba tanto? ¿Por qué se mostraba tan vacilante? Solo tenía que firmar el acuerdo de divorcio. Un simple garabato en una hoja de papel, y todo estaría arreglado. Sin embargo, no estaba dispuesto a firmarlo, como si sintiera algo por ella.
Debbie negó con la cabeza. Pensándolo bien, ¡había sido una esposa bastante generosa! Carlos había tenido un sinnúmero de amantes durante su matrimonio, pero a ella nunca le importó. Probablemente cualquier otra mujer no habría tolerado tal promiscuidad.
"Está bien", respondió él finalmente. "Pero, por favor, habla con mi abuelo al respecto. Si él está de acuerdo, firmaré los papeles de inmediato".
Después de todo, su matrimonio había sido arreglado por el abuelo de Carlos.
Los ojos de Debbie se abrieron de par en par. ¡No podía soportarlo más! ¿Quién diablos era el abuelo de Carlos? ¡Ni siquiera lo conocía!