Amor Ardiente: Nunca Nos Separaremos
Autor: Alex
GéneroRomance
Amor Ardiente: Nunca Nos Separaremos
Debbie recuperó el sentido cuando escuchó esas palabras.
Tenía los puños apretados con tanta fuerza que las uñas se le clavaron en la palma, pero respiró hondo para tranquilizarse.
Luego, le dirigió una sonrisa amable. Sus ojos seductores hicieron que el corazón de Carlos latiera más rápido.
"Mil millones de dólares", anunció ella con los dientes apretados.
Dudaba que ese hombre realmente le diera esa cantidad.
Y efectivamente, Carlos se quedó atónito.
Sin embargo, para sorpresa de Debbie, él la levantó en sus brazos y la arrojó sobre la cama. "Si tienes la osadía de pedirme un precio tan exorbitante, primero debo ver si vales tanto", dijo mientras rasgaba su ropa.
La blanca y delicada piel de Debbie quedó expuesta instantáneamente.
Completamente furiosa, ella le lanzó un puñetazo en la cara. "¡¿Qué carajo, Carlos?! ¿Estás loco? ¡Quítate de encima!".
Sin embargo, él parecía disfrutar de verla luchar, por lo que la presionó contra la cama con una sonrisa astuta. "Tienes la audacia suficiente para intentar seducirme, pero no para actuar".
Su cálido aliento rozó la piel desnuda de Debbie, haciendo que tuviera escalofríos.
No obstante, la provocación de Carlos fue suficiente para hacerla pensar con claridad. Ella esbozó una sonrisa y envolvió los brazos alrededor de su cuello.
El ambiente estaba lleno de pasión y de romance. Sorprendido ante aquella repentina muestra de afecto, Carlos bajó la guardia y Debbie aprovechó la oportunidad para darle un rodillazo en la entrepierna.
El hermoso rostro de Carlos palideció inmediatamente, y aflojó su agarre sobre la mujer.
Debbie ensanchó su sonrisa con un brillo travieso en sus ojos. "No puedes probar el producto sin antes pagar, señor Hilton. ¡Ni en broma! Adiós".
Ignorando el evidente dolor en la expresión del hombre, Debbie sacudió su mano inerte y lo apartó para levantarse de la cama. Luego, salió de la habitación y cerró la puerta detrás de ella.
No muy lejos del salón, Curtis, Karina y Karen estaban esperando ansiosamente en la entrada con los guardias de seguridad. Si Debbie no hubiera salido en unos minutos, Curtis habría hecho que los guardias irrumpieran en la habitación para rescatarla.
"¡Debbie! ¡Gracias a Dios, estás a salvo!". Karen corrió hacia su amiga y la abrazó. De repente, la soltó rápidamente para examinarla de la cabeza a los pies con urgencia. "¿Carlos te hizo algo?".
"No", respondió Debbie firmemente.
Todos exhalaron un suspiro de alivio.
Debbie estaba bien, pero Carlos no. Sin embargo, a ella no podía importarle menos.
Karina llevó a Debbie a otro salón para cambiarse de ropa, y luego las escoltó a ella y a Karen afuera del barco con Curtis.
"Descansen cuando lleguen a casa. ¡Yo me encargo de Carlos!", afirmó Curtis.
Era evidente que Carlos no dejaría ir a Debbie tan fácilmente.
"Gracias, señor Loftus y señorita Smith. Lamento los problemas que les causé hoy. De todos modos, me voy ahora. ¡Buenas noches!". Debbie no pudo evitar sentirse un poco avergonzada por la conmoción que había ocasionado.
"Está bien. No te preocupes, ¿sí? Yo me encargaré de todo. ¡Pueden irse!".
"Gracias, señor Loftus. ¡Adiós!".
Cuando Debbie y Karen se marcharon, Karina agarró fuertemente el brazo de Curtis. "¿Por qué no le dijiste la verdad?", preguntó.
Curtis recordó la expresión confundida de Debbie y esbozó una sonrisa. "Aún no es el momento adecuado".
"Si tú lo dices...".
Él agarró la mano de Karina y la apretó suavemente. Luego, regresaron juntos al banquete.
Cuando Curtis encontró a Carlos, este estaba fumando en un cuarto oscuro mientras observaba pensativamente por la ventana.
"Todavía es joven, Carlos".
Él se quedó callado, pero Curtis ignoraba que era porque aún sentía dolor.