Amor Ardiente: Nunca Nos Separaremos
Autor: Alex
GéneroRomance
Amor Ardiente: Nunca Nos Separaremos
Al día siguiente, Debbie se puso el vestido de noche que Karen le había comprado. Era de color rojo vino, y con los hombros descubiertos. Frente al espejo, esta notó que se veía sensual y elegante, pero también un poco fría. Además, el vestido acentuaba su figura a la perfección.
Karen se quedó boquiabierta cuando ella salió del probador.
El vestido era tan ajustado que resaltaba cada uno de los movimientos de Debbie. Además, su cabello estaba recogido en un moño y tenía dos mechones sueltos que enmarcaban su rostro, dándole un aspecto ligeramente relajado. Se veía tan encantadora que Karen no podía quitarle los ojos de encima.
Y como su amiga había nacido con un temperamento frío, la gente siempre la consideraba distante e inalcanzable.
"Ay, Dios mío... Debbie, te ves hermosa", murmuró Karen, tan estupefacta que no podía hablar.
Si Debbie asistía a la fiesta con ese vestido, todos los hombres babearían por ella y todas las mujeres estarían muertas de celos.
El lanzamiento del producto del Grupo Hilton se llevaría a cabo en un crucero llamado El Océano. El crucero era tan gigante que podía transportar a miles de personas, y estaba anclado en la costa al este de Alorith.
Además, tenía un valor de miles de millones de dólares, por lo que todas las grandes empresas lo tenían como primera opción para celebrar sus fiestas.
Tan pronto como Debbie puso un pie en el crucero, los mujeriegos no pudieron quitarle los ojos de encima.
Sin embargo, ella era indiferente a sus miradas. El vestido de color rojo vino la hacía verse distante, noble y, en última instancia, inalcanzable.
Por otro lado, Karen estaba ansiosa por hablar con algunos chicos, así que dejó a su amiga apenas subieron al barco.
Muriéndose de aburrimiento, Debbie se dirigió a un rincón para descansar.
Sin embargo, justo cuando pensó que podía tomar un respiro, alguien le ofreció una copa de vino. "¿Le importaría beber conmigo, señorita?".
Un hombre con traje azul oscuro se paró frente a ella, examinándola con una mirada errante.
Parecía ser rico, ya que todo lo que vestía era de marca de diseñador. No obstante, sus ojos estaban llenos de aquella arrogancia que siempre venía con el dinero.
Los demás hombres adquirieron una expresión derrotada cuando vieron que este último se había interesado en Debbie.
"¡Maldición! Louis acaba de acercarse a ella. No tenemos ninguna posibilidad".
"Tienes razón. Louis tiene fama de mujeriego, pero su familia es asquerosamente rica. Dudo mucho que alguna mujer sea capaz de rechazarlo".
Debbie escuchó esas palabras y arqueó las cejas con indiferencia. "Váyase".
Louis Kent casi se atragantó con su vino. No esperaba que Debbie lo rechazara, así que su sonrisa se convirtió en un ceño fruncido.
"¿Qué acabas de decirme? ¿Acaso no sabes quién soy?".
Ella resopló. "Yo solo sé que los perros que ladran no muerden".
Louis respiró hondo y se apresuró a forzar una sonrisa. Había pensado que conquistaría a esa mujer mientras hiciera alarde de su riqueza. "Espera. Todavía no me rechaces. Siempre soy generoso con mis mujeres, si sabes a lo que me refiero. No seas malagradecida", murmuró.
No obstante, había un tono ligeramente amenazante en esa última frase. Luego, él volvió a ofrecerle la copa a Debbie.
Sonriendo levemente, ella entrecerró los ojos y aceptó la copa de vino.
Louis pensó que Debbie había mordido el anzuelo. Pero justo cuando su sonrisa se volvió complaciente, ella levantó la mano e inclinó la copa sobre la cabeza de Louis, derramando el vino tinto sobre su cabello y su ropa.
Su perfecto peinado se arruinó instantáneamente, y su costoso traje se tiñó de rojo. Ya no se veía tan elegante.
Todos jadearon debido a la conmoción.
El Grupo Kent era una de las diez empresas más importantes de Alorith. Louis poseía una riqueza tan increíble como su estatus. Y ahora una mujer desconocida acababa de rechazar sus avances, e incluso tuvo la osadía de derramar vino sobre su cabeza.
"¡¿Qué carajo?! ¡¿Cómo te atreves?!", exclamó él con tanta furia que levantó una mano para abofetear a Debbie.
Sin embargo, alguien agarró su muñeca con fuerza antes de que él pudiera moverla.
Debbie agrandó ligeramente los ojos cuando vio a la persona que la estaba ayudando.
Louis se dio la vuelta para maldecir a quien acababa de detenerlo, pero entonces su rostro palideció inmediatamente.
"Señor... ¡Señor Hilton!".