El verdadero amor tarda, pero llega
Tan pronto como Isaac entró en la habitación, encontró a Camila sentada en la orilla de la cama, con su pierna enyesada.
"¿Qué haces?", preguntó con el ceño fruncido, mientras caminaba hacia ella para ayudarla a recostarse. Luego, tratando de contener su enojo, le interrogó: "¿Estás herida, y aun así intentas huir?".
Camila sólo negó con la cabeza. Además de su pierna fracturada, se sentía demasiado débil para siquiera intentar correr. Y por si fuera poco, su pecho le dolía a causa de toda la leche.
"Sólo tengo sed".
No fue hasta entonces cuando Isaac notó que sus labios estaban muy resecos, casi al punto de sangrar, así que desvió la mirada y respondió suavemente: "Te serviré un poco de agua".
Camila suspiró mientras se acostaba en la cama, y murmuró mirando hacia el techo: "Isaac, ¿por qué no me dejas ir?".
Al oír eso, el hombre hizo una pausa.
Sabía que siempre tenía sentimientos hacia Camila, pero se mostró reacio a aceptarlo tras enterarse de que ella había tenido relaciones sexuales con otro, por eso, había decidido ocultar sus sentimientos en lo más profundo de su ser.
Pero ahora, las cosas eran muy distintas, pues sabía que había sido Camila con quien se acostó aquella noche.
Es decir, ella en realidad no lo había traicionado, por lo que ahora podía ser honesto acerca de sus sentimientos hacia ella.