En la sala de estar, Trudy Greville estaba descansando en el sofá, envuelta en un pijama de seda.

Tan pronto como vio entrar a Camila, ella no pudo evitar levantar las cejas y comentó con sarcasmo: "Vaya, vaya, ¡miren nada más quién llegó!".

Al oír eso, la joven apretó los puños, sintiendo que la sangre le hervía de coraje.

¡Cómo se atrevía la amante de su padre a vivir en la misma casa que su madre enferma!

De pronto, sus ojos se posaron en el brazalete de jade que Trudy llevaba puesto en la muñeca. Aparentemente, el dinero que su padre había obtenido por casarla con la familia Johnston realmente lo había ayudado a mejorar su económica.

Pensando en eso, Camila se enojó más y dijo: "Estoy buscando a Marvin".

Acomodándose su ondulada cabellera por encima del hombro, Trudy replicó: "Él no está aquí".

Como no quería desperdiciar su tiempo en tonterías, la joven se dio la vuelta para irse cuando Trudy la detuvo: "¡Espera! ¿Acaso viniste por dinero? Vamos, ya te casaste con un miembro de los Johnston. ¿Cómo es posible que quieras seguir dependiendo de nosotros? ¡Ya tenemos suficiente con tu madre!".

Al escuchar eso, Camila se detuvo en seco y frunció los labios. Trudy era simplemente la amante de su padre. ¿Cómo se atrevía a comportarse como si fuera la dueña de esa casa?