El verdadero amor tarda, pero llega
Autor: Marijn Mannes
GéneroModerno
El verdadero amor tarda, pero llega
Isaac empujó la puerta de su oficina para abrirla, y soltó: "No quiero verlo. Prepárame una taza de café".
A continuación, él se dirigió a su escritorio, mientras que su secretario, Wynter, se retorcía nerviosamente junto a la puerta y le informaba: "El señor Williams dijo que no se irá hasta que usted lo reciba".
Al escuchar eso, Isaac miró al otro, quien bajó la cabeza de inmediato.
Cerrando los ojos y exhalando un suspiro, le ordenó: "Está bien. Tráelo". Tras eso, se desabrochó la chaqueta del traje y se sentó detrás de su escritorio.
Poco después, Wynter regresó con Jaylen y una taza de café.
Este último no se anduvo con rodeos, y preguntó: "¿De dónde diablos sacaste a esa mujer?".
Sin inmutarse por el repentino interrogatorio, Isaac levantó lentamente su taza de café y le hizo un gesto a su secretario para que saliera de la oficina, antes de encontrarse con la mirada hostil de Jaylen.
"¿Ves esto?", preguntó este con un resoplido, mientras señalaba los parches de gasa que tenía en el cuello y muñeca. "¡Esa mujer casi daña mi mano de manera permanente!".
Isaac arqueó una ceja, sintiéndose algo complacido con la situación del hombre. "¿Cómo fue que te hiciste esas heridas?", le preguntó deliberadamente.
"¡Esa mujer tenía un bisturí, y sabía cómo usarlo! El médico que me atendió me dijo que por poco me corta la arteria principal. ¡No podía creer que tuviera tan mala suerte! ¡No solo pude conocer las habilidades de esa mujer agresiva, sino que casi me muero en sus manos!", replicó Jaylen con un dejo de miedo en la mirada.
A su vez, el estado de ánimo de Isaac se elevó aún más al oír eso. Entonces, ¿Jaylen no se había aprovechado de Camila? Aún con un comportamiento frío, él se recargó en el respaldo de su silla e inquirió: "Entonces, ¿por qué sigues buscándola?".
"¡Para vengarme, por supuesto!", escupió Jaylen, quien literalmente había sufrido insultos y heridas la noche anterior.
Como esa fue la primera vez que experimentaba algo así, necesitaba encontrar a esa mujer y darle una buena lección.
"En tal caso, deberías buscarla tú mismo", dijo Isaac.
Jaylen hizo una pausa y parpadeó confundido al hombre que estaba frente a él.
"Entonces olvídalo. Enviaré a mis hombres a cazarla. Una vez que encuentre a esa perra, ¡le romperé ambas manos! ¡Veamos si puede volver a tomar un bisturí!", soltó con tanta vehemencia que incluso Isaac se estremeció levemente.
Mientras tanto, en el hospital, Camila acababa de salir de la sala de exploración, cuando sintió un escalofrío recorrer su columna vertebral.
¿Acaso alguien estaba hablando mal de ella a sus espaldas?
"¡Doctora Haynes!", gritó un colega que iba pasando, sacándola de sus pensamientos. "No olvide asistir a la fiesta de despedida de la doctora Griffith esta noche. Será a las ocho, en la sección B del Hotel Crowne".
Con las manos en los bolsillos de su bata, la aludida asintió, aunque en realidad no quería ir.
Isaac probablemente también estaría ahí, y la idea de verlo con Debora la llenaba de pavor.
A pesar de eso, ella asistió al lugar designado a las ocho de la noche.
Estaba a punto de entrar en el hotel cuando vio un vehículo que le resultaba familiar deteniéndose frente a la entrada.
Algunos segundos después, Debora descendió del auto, seguida de cerca por Isaac.
Al ver eso, inmediatamente se ocultó detrás de uno de los enormes pilares que adornaban la fachada del edificio para observarlos mientras que no podían verla.
En cualquier caso, tuvo que admitir que ellos dos hacían una linda pareja. El hecho de que Isaac estuviera dispuesto a participar en la reunión de esa noche significaba que Debora debía de gustarle mucho.
Además, como prácticamente todo el personal del hospital estaría presente, seguramente especularían sobre su relación.
"Gracias por acompañarme, Isaac", dijo Debora en voz baja, a la vez que parpadeaba y le dirigía una sonrisa tímida. El vestido que eligió para la ocasión se ajustaba perfectamente a su figura y su maquillaje era exquisito.
"No es nada. Después de todo, somos amigos", respondió él.
A decir verdad, había accedido a acudir a la celebración, solo debido al favor que le debía a Debora por supuestamente haberlo salvado aquella noche.
En cuanto a ella, había llegado a gustarle Isaac con bastante rapidez y solo deseaba tener intimidad con él. Desafortunadamente, su intento de causarle una buena impresión durante su última reunión había descartado esa opción. Así pues, por ahora no tenía más remedio que cumplir su palabra y esperar a que su amistad se convirtiera en algo más.
Una vez que la pareja pasó a través de los pilares, Camila avanzó lentamente en la dirección opuesta.
Ya que no quería enfrentarse a Isaac, decidió llamar a Debora y disculparse con la excusa de que la necesitaban en otra parte.
Entonces, ella sacó su celular, pero cuando estaba a punto de presionar el botón de llamada, llegó otra colega y le saludó.
Debido a eso, captó la atención de las personas que se encontraban por ahí, incluida Debora, quien se giró para mirarla.
Atrapada con la guardia baja, Camila se quedó inmóvil en su lugar, pero su pulgar rozó por accidente el botón de llamada. Para cuando se dio cuenta de lo que había hecho, el celular de Debora ya estaba sonando.
Por lo tanto, Camila presionó apresuradamente el botón de finalizar, a la vez que se disculpaba: "Oh, lo siento. Marqué tu número por error".
Ante esa voz que le resultaba familiar, Isaac también se dio la vuelta y sus ojos inmediatamente se clavaron en su esposa. Un dejo de diversión brilló en ellos cuando notó su postura incómoda y el celular en su mano, y arqueó una ceja.
¿Así que esa mujer también era médica en el Hospital Wellness?
"No te preocupes", contestó Debora esbozando una sonrisa graciosa mientras se acercaba al hombre.
Como Isaac le había prohibido a Camila que revelara que era su esposa, ella hizo exactamente eso y fingió no conocerlo.
"¿Este caballero es tu novio?", le preguntó a Debora con una sonrisa, mientras sus ojos claros brillaban.
Esta se limitó a sonreír en absoluto silencio.
Isaac también se quedó callado, sin embargo, sus ojos se tornaron sombríos cuando se clavaron en Camila; le gustaría ver cómo reaccionaría en esa situación.
Para su decepción, su esposa tan solo se rio entre dientes, y comentó: "Hacen una pareja perfecta".
Al escuchar eso, el hombre sintió que el pelo se le crispaba, y tuvo la repentina urgencia de caminar hacia ella y borrar esa maldita sonrisa de su rostro.
Muy consciente de las tendencias perversas de Isaac, Camila no perdió el tiempo y salió huyendo. "Bueno, no los entretengo más. Discúlpenme, por favor".
Dicho eso, corrió hacia la colega que le había llamado un momento atrás, la tomó del brazo y se apresuró a entrar en el hotel.
"Ese hombre es el jefe de la Corporación Paramount. Es joven, exitoso y con un futuro aún más prometedor. Realmente envidio a la doctora Griffith. Es muy afortunada de haberse ligado a un hombre así", susurró la colega una vez que ella y Camila se alejaron lo suficiente de la pareja.
Como esta última no respondió, continuó parloteando: "¿Cómo puede alguien ser tan perfecto? Ese hombre no solo es rico y bueno en los negocios, sino también apuesto y encantador...".
"¿Cómo sabes que es todo eso? Por lo que sabemos, podría ser un pervertido", la interrumpió Camila sin soportarlo más al recordar la noche anterior y la forma en la que Isaac la había estrangulado y le había lanzado los insultos más viles. A decir verdad, la palabra pervertido le quedaba corta.
Ante ese comentario, su colega se echó a reír.
No hacía falta decir que Debora había ascendido profesionalmente gracias a su relación con Isaac, pues todos los empleados del hospital asistieron a la fiesta de despedida, y todas las mesas de la sección B estaban ocupadas.
Cuando Camila y su colega entraron en el salón de actos y estaban a punto de dirigirse hacia la mesa que se encontraba en el rincón más alejado, el director del hospital levantó la mano y exclamó: "¡Camila! Ven, siéntate con nosotros".
Al girarse, la aludida descubrió que Isaac estaba mirándola fijamente.
Forzando una sonrisa amable, ella hizo un ademán y rechazó el ofrecimiento del hombre. "Lo siento, señor. Yo...".
"Ven". Ignorando su negativa, el director la llevó a una silla que estaba desocupada.
Ella no tuvo más remedio que sentarse en esa mesa, pero se aseguró de mantener la cabeza gacha.
Sin embargo, el director aún no había terminado, se inclinó cerca de ella y la empujó con el codo mientras sugería: "Tú y Debora estudiaron juntas en la universidad, ¿verdad? Ahora que se va al Hospital Central Militar, deberías ofrecer un brindis por ella".
En ese momento, Isaac lo interrumpió sin previo aviso, interviniendo: "Ella no bebe".
De inmediato, un silencio cayó sobre la mesa, y los presentes miraron alternadamente entre él y Camila. ¿Cómo él sabía que no bebía?
Incluso la misma Camila estaba desconcertada. Cuando por fin levantó la cabeza y se encontró con la mirada burlona de Isaac, sus manos se cerraron en puños debajo de la mesa.
¿Ahora qué estaba haciendo ese bastardo?
Debora, por su parte, sintió que algo andaba mal, pero decidió ignorar su corazonada, diciéndose a sí misma que debió de haber entendido mal el significado de las palabras del hombre.
"Como médicos que somos, no es bueno que bebamos alcohol. Después de todo, la vida de nuestros pacientes está en nuestras manos". Debora tenía una sonrisa recatada mientras miraba a la otra y agregaba: "Camila y yo siempre hemos tenido una buena relación, así que seguramente la extrañaré cuando me vaya".
Justo entonces, sonó el celular de Isaac, quien sin siquiera molestarse en excusarse, simplemente respondió en su lugar.
La persona al otro lado de la línea le dijo algo, a lo que él respondió que entendía, antes de colgar.
Tan pronto como el hombre guardó su celular, sonó el de Camila. Mirando a los otros invitados, ella presionó la tecla de respuesta. Era una llamada de Stevie Cooper, el mayordomo de confianza que trabajaba para el abuelo de Isaac. "Buenas noches, señora. Por favor, venga a la mansión ahora mismo. El señor Johnston quiere verla".
"De acuerdo. Voy para allá".
Una vez que terminó la llamada, se volvió hacia Debora y le informó: "Lo siento, surgió algo urgente, así que tengo que irme. Brindaré por ti con este vaso de agua. Te deseo lo mejor". Con eso, ella levantó su vaso de agua hacia la otra, y se lo bebió.
Esbozando una sonrisa significativa, Isaac observó a Camila tomar su bolso y, esperando a que se pusiera de pie, exclamó: "¡Qué coincidencia! Yo también tengo algo de lo que ocuparme. ¿Por qué no nos vamos juntos?".
Al escuchar eso, a Camila se le agrandaron los ojos como platos e hizo una pausa.
Por alguna razón desconocida, a él le molestó que la joven fingiera no conocerlo.
Estaba ansioso por ver cuánto tiempo podría continuar fingiendo.
Como era de esperar, los ojos de todos los presentes se clavaron en Camila...