El verdadero amor tarda, pero llega
Autor: Marijn Mannes
GéneroModerno
El verdadero amor tarda, pero llega
Forrest había hecho autostop con Isaac con la intención de ir a ver a Camila, así que, al ver que Debora tenía algunos negocios pendientes con este último, él tomó la iniciativa de bajarse del auto.
Una vez que él se marchó, ella se subió al vehículo y se sentó frente a Isaac, jugueteando con sus manos, nerviosa. A decir verdad, ya se dio cuenta de que este parecía haberla confundido con otra persona.
Pero ella ya había probado algunas de las recompensas de estar relacionada con él.
Por ejemplo, antes de eso, el director siempre había favorecido a Camila más que a los demás residentes, de modo que Debora sabía que el hombre solo avalaba su internado en el Hospital Central Militar gracias a Isaac.
Entonces, no había manera de que ella lo dejara tan fácilmente. Estaba decidida a apoderarse de él y de todos los beneficios que pudiera sacarle.
Una oportunidad como esa era muy difícil de conseguir, así que sería una tonta si la dejara pasar.
Con eso en mente, respirando profundo, dijo: "He tomado una decisión".
La verdad era que Isaac no esperaba que ella dijera eso tan pronto, por lo que se movió a una posición más cómoda, tratando de enmascarar la curiosidad que sentía en la boca del estómago.
"No quiero nada", declaró Debora.
Si él prometía casarse, debía haber tenido relaciones sexuales con esa persona.
Además, si ella aceptaba su propuesta de matrimonio así como así, podría parecer demasiado codiciosa.
Era lo suficientemente inteligente como para saber cuándo hacer concesiones a fin de lograr sus objetivos. "Solo espero que podamos ser buenos amigos".
Al escuchar eso, Isaac hizo una mueca de emoción. "¿Estás segura?", preguntó con mesura.
"Sí".
Ante eso, él pensó que ella podría haber actuado por impulso la noche anterior, y que en realidad podría estar arrepentida.
En ese caso, él no la obligaría.
"Está bien, respeto tu decisión".
Mientras tanto, en el hospital, Camila se estaba sumergiendo en la lectura de un libro en el salón del personal. A pesar de que ya había culminado su guardia, no tenía ningún interés en ir a la casa de Isaac.
En cambio, prefería pasar sus horas libres en el hospital porque podría obtener la paz que tanto necesitaba para estudiar.
Sin embargo, de repente hubo un golpe en la puerta, justo tras lo cual esta se abrió. "¿Por qué estás encerrada aquí? ¿Te estás escondiendo de alguien?", preguntó Forrest alzando las cejas.
Cerrando su libro con un suspiro, Camila respondió: "No... ¿Tú qué estás haciendo aquí?".
Dedicándole su sonrisa característica, él replicó: "Fuiste de gran ayuda esta mañana, así que vine a expresarte mi gratitud. Vamos, te invitaré a algo delicioso".
"No, gracias, estoy bien".
"¿Qué ocurre? ¿Algo te está molestando?", insistió él, percibiendo la depresión de la chica.
"No, ya dije que estoy bien", soltó Camila, desviando la mirada.
"Oh, vamos, puedo notar si algo te está molestando. ¿Qué? ¿Acaso no confías en mí?".
"No es eso...", refutó ella de inmediato, dejando escapar un suspiro más pesado. "Me temo que no seremos colegas".
"¿Ah? ¿Por qué? ¿El director cambió de opinión? ¿A quién más le daría la pasantía? Iré a buscarlo para arreglar esto".
No obstante, Camila lo detuvo antes de que pudiera salir.
"¿Qué pasa? ¿No es el sueño de tu vida ser cirujana militar? ¿Cómo se supone que vas a lograr eso si te pierdes la pasantía en el Hospital Central Militar?". En ese punto, Forrest ya se sentía indignado por Camila, y le irritaba todavía más su resignación ante la situación.
¡Ella había estudiado mucho y trabajado duro para realizar su sueño! ¿Cómo podía dejarlo ir sin pelear?
Por su parte, Camila agachó la cabeza derrotada. No era que hubiera renunciado a sus sueños, simplemente se había dado cuenta de la dura realidad de que el trabajo honesto a veces no era suficiente.
Aparte de eso, no quería arrastrar a Forrest al lío ni causarle algún tipo de problema.
Suspirando de frustración, él comentó: "Bueno, si eso es lo que quieres...".
Camila le ofreció una sonrisa forzada. "¿Qué tal si te invito a cenar?".
"¿Podemos dejarlo para otro momento?".
Para Forrest, la prioridad inmediata era resolver ese tema porque tenía muy claro que alguien había saboteado las posibilidades de Camila. Si bien su terca amiga era demasiado modesta para cuestionar al director y objetar su repentina decisión, él era diferente y se negaba a ignorar la injusticia.
"Acabo de recordar algo que tenía que hacer, te veré más tarde", soltó mientras se alejaba furioso de la habitación para irrumpir en el despacho del director.
De hecho, él no tenía reparos en sus acciones, no solo por su propia posición, sino también por su poderoso origen.
En ese momento, el director se encontraba hablando por teléfono, pero colgó la llamada apenas vio al rabioso Forrest. "¿Qué lo trae por aquí, doctor Walters?", lo saludó con una sonrisa.
"¿No planeabas darle a Camila la pasantía en el Hospital Central Militar? ¿Cómo es que de repente cambiaste de candidato? ¿Quién te sobornó para hacer esto? Será mejor que hables, o no puedo prometerte que no te haré nada".
Sintiéndose entre la espada y la pared, el director contestó con voz tensa: "Lo siento, pero no tengo otra opción. El señor Johnston me ordenó que me hiciera cargo de la doctora Griffith. ¿Qué iba a hacer? Mis manos están atadas".
¿Isaac tenía algo que ver con eso?
"Por favor, doctor Walters... Mire, si no está satisfecho, siéntase libre de discutirlo con el propio señor Johnston". Siendo inteligente, el director sabía muy bien que no podía darse el lujo de ofender a ninguna de las partes, por lo que lo mejor era dejar que fueran ellos dos los que chocaran.
Más furioso que nunca, Forrest se dio la vuelta para irse a buscar a Isaac, y salió del edificio justo a tiempo para ver a Debora salir del auto.
"Forrest", lo saludó ella con una sonrisa.
Sin saber cómo reaccionar, él solo le echó un breve vistazo al interior del vehículo y asintió superficialmente.
Estaba indignado porque Debora había obtenido la oportunidad que por derecho le pertenecía a Camila, pero era consciente de que la primera no tenía la culpa. A fin de cuentas, la persona que había orquestado todo era, de hecho, su querido y viejo amigo, Isaac Johnston.
Forrest jamás lo había visto preocuparse por una mujer, pero parecía que tenía una relación especial con Debora.
Por lo tanto, si bien estaba ardiendo de rabia, al mismo tiempo no quería arruinar las posibilidades de romance de su amigo.
Ni siquiera podía recordar una sola vez que Isaac hubiera hecho algo por una mujer, hasta ese día.
"No lo entiendo... ¿Qué es lo que te gusta de Debora?".