El verdadero amor tarda, pero llega
Autor: Marijn Mannes
GéneroModerno
El verdadero amor tarda, pero llega
¿Isaac no la había dejado en manos de aquel hombre lujurioso? Entonces, ¿qué hacía él ahí? ¿Había ido a burlarse de ella y reírse de su tragedia?
Desinhibida por culpa del alcohol, Camila lo señaló con enojo sin sentir nada de miedo, y escupió: "¡Eres un maldito bastardo!".
Al escuchar eso, al hombre se le torcieron los labios y sus ojos brillaron con rabia.
En cuanto a Willie y Glenda, ambos retrocedieron agachando la cabeza, sin atreverse a emitir ni un solo sonido.
Camila se acercó a trompicones y lo agarró por la corbata, agregando: "¿En serio piensas que yo quiero estar casada contigo? ¿Quién carajo te crees que eres?".
El olor a licor en el aliento de la chica hizo que Isaac frunciera el ceño, y agarrándola por la muñeca con fuerza, replicó en voz baja: "¿Te volviste loca?".
¿Cómo podría Camila haberse entregado a un extraño que había expresado interés sexual en ella?
En realidad, Isaac solo la estaba probando, tratando de obligarla a ceder, pero la mujer era demasiado terca.
A decir verdad, apenas Camila se fue con Jaylen, él se arrepintió de sus acciones. En cualquier caso, ella seguía siendo su esposa, aunque su matrimonio fuera una farsa, por lo que no le gustaba verla con otro hombre.
"¡Tú eres el que está loco!", replicó ella, agitando los brazos con toda la energía que le quedaba.
¡Quería insultarlo por haberla dejado sola con un pervertido!
Con el rostro completamente sombrío, Isaac apretó su agarre sobre la joven y la arrastró escaleras arriba, mientras que ella forcejeaba y le gritaba: "¡Suéltame!".
Ignorándola, él abrió la puerta del dormitorio de una patada y la arrojó adentro.
En vista de que Camila estaba un poco ebria, cayó al suelo de rodillas y gimió de dolor ante el impacto.
Ese sonido hizo que Isaac se congelara.
La voz...
La voz de Camila lo había llevado de vuelta a aquella fatídica noche en el hospital.
Su esposa se parecía mucho a la mujer que había abrazado en aquel entonces.
¿Por qué nunca antes se había dado cuenta de que su voz era tan similar a la de Debora?
"¡Isaac!", chilló Camila con indignación.
Ella siempre había sabido que él era despiadado, pero jamás se imaginó que fuera así de violento.
Ahora su rodilla estaba raspada y sangrando.
Volviendo a sus sentidos, el hombre rápidamente se concentró en la herida de la chica, y avanzó a su lado para preguntar: "¿Estás borracha?".
¡Claro que lo estaba!
Aun así, Camila todavía conservaba la mayor parte de su conciencia.
Trató de levantarse, pero como había perdido fuerza en las piernas, se cayó hacia atrás antes de que pudiera lograrlo. Entonces, rápidamente buscó algo a lo que aferrarse, y por suerte, pudo agarrar algo resistente en el último segundo.
Sin embargo, apenas pudo levantarse del todo, sintió que la temperatura de la habitación descendía de manera ominosa, y al ver hacia arriba, se encontró con los ojos fríos y peligrosos de Isaac, que se veía más imponente que nunca.
Camila tardó un minuto en darse cuenta de que el apoyo al que se estaba agarrando eran las poderosas piernas ajenas. Y de no haber sido por el cinturón, ¡le habría arrancado los pantalones! Por supuesto, eso no significaba que su posición fuera menos vergonzosa, y el rostro de Isaac estaba sonrojado en una mezcla de horror e ira.
Presa del pánico, Camila lo soltó al instante y desvió la mirada. "Lo siento, no fue mi intención agarrarme de ti", murmuró ella.
"¿Estás segura?", se burló él.
"¡Por supuesto! Un momento... ¿Qué rayos quieres decir con eso?".
"¡Ja! ¿Acaso no sabes qué tipo de persona eres?".
El nivel de sarcasmo de Isaac era como maltrato físico para Camila. No pudo evitar comenzar a hacer suposiciones sobre ella desde el momento en que él había visto sus pastillas.
Al oír eso, escenas de esa noche pasaron ante sus ojos, haciendo que Camila se estremeciera. De todos modos, se las ingenió para no perder la compostura.
Ahora lo único que quería era huir de una mayor humillación.
"¿Qué, no tienes nada que decir? Te provoca coger con cualquier chico al azar que conozcas, ¿no?", se mofó Isaac agarrándola por el cuello para obligarla a mirarlo a los ojos. "Dime, ¿cómo lograste engañarme? ¡Deberías haberte divorciado de mí si te ibas a acostar con otros hombres!", continuó con una rabia inconfundible.
¿Y quién podría culparlo?
Sufrir una infidelidad en su noche de bodas era probablemente el peor insulto que había soportado en toda su vida.
Camila se estaba asfixiando cuando los dedos de Isaac se apretaron alrededor de su garganta. Su cara se estaba poniendo muy roja, y su respiración se aceleró por las ansias de llevar más aire a sus pulmones.
Arañando los brazos del hombre, apenas consiguió pronunciar unas sílabas incoherentes: "Suél... tame...".
Cada vez más desesperada, los dos botones superiores de su blusa se abrieron, producto de la lucha.
Los ojos de Isaac inmediatamente revolotearon hacia abajo, observando su piel expuesta. El sostén negro que Camila llevaba ese día hizo muy poco para ocultar sus jugosos pechos. Jadeando en busca de oxígeno, un mechón de su cabello cayó sobre su escote, al tiempo que sus senos continuaban bamboleándose de un lado al otro.
Era un espectáculo fascinante para la vista...
Al darse cuenta de que se había quedado aturdido, Isaac desvió la mirada, se tragó el nudo que tenía en la garganta, y frunció el ceño nuevamente.
Podía sentir la agitación del deseo en la boca del estómago, y sus entrañas le gritaban que se dejara llevar.
Sin embargo, una pizca de razón anuló su instinto animal...
¿Cómo podía desear a mujer tan inmoral?
Ese pensamiento despertó su rabia otra vez, y terminó arrojándola sobre la cama.
A esas alturas, Isaac ya no estaba seguro de si estaba más furioso con ella o consigo mismo. El hecho de que codiciara su cuerpo no le sentaba bien.
¿Había perdido la cabeza?
Saliendo furioso de la habitación, él bajó las escaleras a toda prisa para dirigirse a la puerta principal.
"Señor...", dijo Willie, solo para ser ignorado.
En silencio, Isaac salió de la villa con su fiel asistente pisándole los talones.
Tras subirse al auto, Willie encendió el motor sin decir palabra y salió de la residencia, aunque no tenía idea de a dónde ir. En el camino, de vez en cuando le lanzaba una mirada cautelosa a su jefe a través del espejo retrovisor.
¿Qué le pasaba? ¿Por qué estaba tan irritado?
Al mismo tiempo, en el interior de la villa, Camila yacía en la cama, todavía tratando de recuperar el aliento.
Realmente había pensado que Isaac la estrangularía hasta la muerte.
Apenas se había recuperado del aterrador encuentro cuando sintió que se le revolvía el estómago.
Sintiendo arcadas, se apresuró a ponerse de pie y entró corriendo al baño para vomitar.
La pobre estaba mucho mejor después de haber vaciado su estómago, pero todavía se sentía miserable.
Solo se lavó la boca y volvió a la cama sin molestarse en ducharse.
¡Estaba exhausta! A raíz de ello, sus ojos se cerraron tan pronto como su cabeza tocó las almohadas, y cayó en un sueño profundo.
Al día siguiente, en las instalaciones de la Corporación Paramount, la secretaria de Isaac, Wynter Archer, se le acercó en cuanto lo vio salir del ascensor. "Señor, el señor Williams lo está buscando".