Un amor pasional: bailar en el fuego
Autor: XIMENA NOYOLA
GéneroRomance
Un amor pasional: bailar en el fuego
Una vez en el club al que la llevaron los dos extraños, Deanna se preguntó quién era su jefe. Pero cuando la puerta del ascensor privado se abrió, ella instantáneamente entendió lo que estaba pasando.
"Es usted, señor Prescott".
"Por favor ven y siéntate aquí", dijo Bruce, saludándola con la mano y palmeando el asiento a su lado, "Espero que mis hombres no te hayan asustado".
Deanna asintió y lo obedeció.
Entonces, Bruce bebió el vino en su copa y le tomó la mano mientras continuaba: "A veces son un poco imprudentes, pero en fin, te he extrañado demasiado. No has venido a verme desde que Dario te llevó la última vez".
"Está bien, señor Prescott. Ellos fueron muy amables conmigo", a pesar de la sonrisa en sus labios, Deanna sentía tanta repugnancia que quería vomitar, "Lo que pasa es que he estado algo ocupada con el trabajo últimamente. Aunque podríamos salir cuando esté libre".
"¡Guau! ¡Eres tan platicadora!", Bruce dijo con sarcasmo, pellizcándole suavemente la nariz, "Creo que estás sintiendo cosas por Dario y por eso ya no tienes tiempo para mí".
Lo que pasó entre ella y Dario no era un secreto en la empresa. De hecho, corrían rumores de que había usado su cuerpo para conseguir el empleo.
Bruce era tan cínico que no se molestó en ocultar su lujuria, posando sus ojos en los senos de la joven. Además, como Dario se había acostado con ella, él pensaba que también tenía una oportunidad.
"Lo hice por mi trabajo, señor Prescott. No tenía otra opción", dado que el hombre sabía la verdad, Deanna no se molestó en ocultarla, "Como usted sabe, mis padres ya murieron y ahora mi tío es el jefe de la familia Miller. Estoy sola e indefensa. ¡No tengo más remedio que confiar en un hombre para que me apoye!".
Inclinándose hacia adelante, ella reveló su escote a propósito.
"Sé que eso no está bien, pero le juro que no tuve otra alternativa", Deanna hizo un puchero y sonó lamentable, lo que pareció excitar aún más a Bruce, "Señor Prescott, usted y mi padre han sido amigos durante muchos años".
Entonces, agarró su mano y suplicó: "¿Podría ayudarme por el bien de mi padre?".
"Sí, ¡por supuesto!".
En este punto, la pasión fluía por las venas de Bruce, quien asintió repetidamente porque estaba dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de acostarse con ella.
"Pero... hay mucha gente a nuestro alrededor y así no puedo hablar libremente", murmuró Deanna, con las mejillas sonrojadas.
Inmediatamente, Bruce les pidió a los guardaespaldas y a sus asistentes que se fueran para dejarlos a solas en la habitación.
"Ya no hay nadie ahora", dijo él, envolviendo un brazo en la cintura de Deanna, "Puedes continuar".
"Perdón, es que tengo sed después de tanto hablar", respondió ella, abriendo la carta para elegir una bebida.
"¿Qué te gustaría tomar? Yo invito", Bruce la sostuvo en su regazo y pasó los dedos por su cuerpo como si fuera un filete que pronto devoraría.
Aunque sentía que su sangre hervía de coraje, la joven no podía hacer nada más que aguantarse. Después de una respiración profunda, ella señaló las dos botellas de vino más caras y dijo: "Se me antojan estas dos para humedecer mi garganta".
"Sí, está bien. Tus deseos son órdenes".
Bruce revisó el precio de las botellas y se dio cuenta de que eran muy caras. Pero después de mirar a la chica en su regazo, sintió que definitivamente valía la pena.
Entretanto, Deanna sonrió y pestañeó seductoramente: "Señor Prescott, ¿realmente está dispuesto a ayudarme?".
"¡Por supuesto que sí! Lo hago con muchísimo gusto", Bruce tomó sus manos y las besó.
Ella aprovechó esta oportunidad y se inclinó más cerca de él.
"¿Haría cualquier cosa por mí?", le susurró al oído.
"Sin dudarlo", el cálido aliento de la joven hizo que el corazón de Bruce se acelerara.
La parte inferior de su cuerpo se calentó y tuvo que morderse el labio para controlar sus impulsos. ¡Deanna lo estaba volviendo loco!
"¿Todavía recuerda lo que le pregunté sobre mis padres la última vez?", preguntó ella, apoyándose contra su pecho, "Aunque nuestra familia no es próspera, tiene una excelente reputación y es muy conocida. ¿Cómo es que nos fuimos a la ruina? Soy joven y no sé mucho del tema. ¿Podría contarme algo de eso, señor Prescott?".
Después de beber otra copa de vino, Bruce negó con la cabeza: "Es bastante común que una empresa se vaya a la quiebra y puede haber varias razones para que eso suceda. Aunque soy amigo de tu padre, sigo siendo un extraño. Honestamente, no sé los detalles. Si quieres saberlo, será mejor que le preguntes a tu tío".
Parecía que no quería decir la verdad.
"De hecho, estoy buscando información. Tal vez usted pueda decirme lo que sabe", dijo Deanna, llenando nuevamente su copa de vino como para convencerlo.
Para su desgracia, Bruce era un viejo astuto e inteligente que no la dejaría salirse fácilmente con la suya.
Aunque era un conversador fluido, cuando se trataba de revelar información, siempre se andaba con rodeos y tomaba sus precauciones.
Después de beber demasiado, unas siete botellas vacías yacían sobre la mesa y él no dejaba de eructar.
"Realmente no sé qué pasó, de verdad. No es que tenga información y me resista a compartirla contigo", dijo, con la cara tan roja como una manzana y tratando incesantemente de seducir a la joven.
"Bueno, ese hombre de apellido Hilton tiene algo que ver con eso, no sé nada más. Aparte, es aburrido discutirlo. ¿Por qué no mejor nos divertimos?", balbuceó él, tratando de desabotonarse la camisa.
"Está borracho, señor Prescott", murmuró Deanna, empujándolo lejos.
Su estómago se revolvió y quería vomitar. Teniendo en cuenta que no podía obtener ninguna información de este hombre, ella no quería seguir perdiendo su tiempo con él.
También se preguntaba quién era ese hombre de apellido Hilton.
¡Tenía que investigarlo si quería algunas pistas!
Al ver que ella estaba a punto de ponerse de pie, Bruce la agarró de la mano y sonrió perversamente.
"No te preocupes, aún podemos tener sexo aunque esté ebrio. Puede que sea mayor, pero todavía tengo la fuerza y resistencia de cualquier muchacho".
"Señor Prescott, usted está demasiado borracho", Deanna trató de liberarse pero fue en vano, así que se le ocurrió una idea.
"Además, es aburrido tener sexo de esta manera. ¿Por qué no jugamos un juego?", ella dijo en tono seductor mientras trataba de alejarlo, "Por ejemplo...".
"No. No me gustan ese tipo de cosas que hacen los jóvenes hoy en día".
Habiéndose acostado con varias mujeres, Bruce estaba al tanto de sus trucos y sabía a qué se refería Deanna. Entonces, tiró de ella hacia atrás y la inmovilizó debajo de él: "¡Desnúdate!".
"Señor Prescott, por favor sea amable. ¿Cuál es la urgencia?", asustada, Deanna intentó tranquilizarlo cuando se recostó en el sofá, "Tomémoslo con calma, ¿sí?".
"¡No, no puedo esperar!", loco de deseo y con la respiración cada vez más pesada, Bruce extendió la mano para quitarle la ropa.
"Señor Prescott...", él era un hombre tan alto y pesado que Deanna no podía alejarlo, "Por favor suélteme".
No obstante, Bruce ignoró sus súplicas.
Nerviosa y aterrada, ella miró a su alrededor y vio las botellas de vino vacías en la mesa a su lado.
Al segundo siguiente, apretó los dientes, tomó una de ellas y golpeó al pervertido con un ruido sordo.