Un amor pasional: bailar en el fuego
Autor: XIMENA NOYOLA
GéneroRomance
Un amor pasional: bailar en el fuego
Los ojos de Dario se encendieron con llamas de lujuria.
Con una sonrisa sensual, Deanna tiró de su corbata, lo miró a los ojos fijamente y se mordió el labio inferior de forma seductora. En ese instante, ella se deshizo de todas sus inhibiciones y se apoyó contra el pecho del hombre. Los delgados dedos de sus manos acariciaron los musculosos pectorales mientras le desabrochaba por completo la camisa.
Una sombra de deseo cubrió el rostro de Dario, quien le agarró la muñeca y la inmovilizó firmemente contra la mesa.
"Tú lo pediste", murmuró con ronca voz.
Deanna mordió su cuello, terminando de desbordar el deseo que lo consumía.
Él le arrancó la ropa y se presionó contra ella.
Los dos eran como hielo y fuego. Cuando la temperatura del cuerpo de Dario subió cual llamas de fuego, Deanna se derritió debajo de él. Ambos estaban en la cima del placer mutuo.
El hombre, entonces, le deslizó una mano alrededor de la cintura.
De repente, la puerta de la habitación se abrió de golpe.
"Señor Archer, este documento...".
El gerente senior agitaba una carpeta entre sus manos.
Al ver la escena con la que se encontró de forma inesperada, sus ojos se abrieron con horror y la sangre pareció desaparecer de su rostro en un instante. Pálido como un fantasma, el gerente dio un paso atrás y chocó contra la pared.
"Yo no... ¡No vi nada!", exclamó titubeante el hombre.
El rostro de Deanna enrojeció de vergüenza y se agarró la ropa con fuerza.
¡Nunca esperó que nadie se entrometiera en un momento tan crucial!
Los labios de Dario se curvaron en una mueca de burla cuando vio su rostro nervioso. "Pensé que no tenías miedo...", susurró.
Ante este comentario, la mujer frunció los labios con rabia. La lujuria en los ojos del CEO se desvaneció en cuestión de segundos. Se arregló la camisa y salió de la sala de conferencias caminando casualmente.
La mirada de Deanna se tornó fría mientras lo veía alejarse.
Su reacción la dejó horrorizada.
¡Era como si nada hubiera ocurrido!
Al día siguiente, cuando ella llegó a trabajar en la mañana, todos los demás empleados la señalaban y chismorreaban entre susurros.
Frunciendo el ceño, ella se preguntó por qué la gente tenía esa actitud.
"¿Supiste que la asistente del CEO es una puta? En la sala de conferencias, ella y el jefe...".
"¡Ay, dios mío! ¿Qué? ¡No lo puedo creer! ¿Estás diciendo la verdad?".
Cuando escuchó lo que la estaban diciendo, la expresión de la mujer se transformó. Deanna apretó los dientes con ira y caminó con determinación hacia su puesto de trabajo.
Dentro de la oficina del CEO, Dario estaba vestido con un traje formal. Permanecía sentado en su escritorio revisando unos documentos cuando, de repente, entró Deanna con una taza de café. A la asistente se le cortó la respiración cuando lo vio usando un par de anteojos con montura dorada. ¡Se veía increíblemente guapo!
Al escuchar el sonido de sus pasos, el CEO levantó la vista y le lanzó una mirada sarcástica cuando observó su rostro.
No había duda de que ella era una mujer resistente. Tuvo la fortaleza de mantener la compostura a pesar de que toda la oficina chismeaba sobre ella.
"Buenos días, Dario", lo saludó con calma mientras colocaba tranquilamente la taza de café sobre el escritorio. "Lo hice de acuerdo a tu preferencia".
Dario la miró fijamente unos instantes antes de preguntar: "¿Averiguaste con antelación cómo me gusta el café?".
Deanna arqueó las cejas sonriendo: "Bueno, tengo que aprender más sobre ti para poder mantener mi trabajo".
Su mirada inquisitiva la puso nerviosa. Sin embargo, rápidamente apartó la mirada para ocultar sus verdaderas emociones.
Por fortuna, él no insistió más en el tema y simplemente anunció: "Bueno, está bien. Estoy esperando un cliente para el mediodía".
Hora después, en efecto, llegó esa persona con puntualidad.
"El señor Hilton ha llegado", anunció Deanna e hizo pasar al cliente a la habitación. Luego se dio la vuelta para preparar el té y la mirada de Decker Hilton estaba fija en ella.
Él había pertenecido al círculo empresarial de élite durante muchos años, pero nunca había conocido a una mujer tan hermosa como ella.
"Señor Archer, tiene buen gusto para las mujeres. Su asistente es realmente hermosa", comentó guiñándole un ojo.
Dario, sin embargo, permaneció impasible. Miró a Decker con frialdad antes de preguntar: "Señor Hilton, ¿no quiere hablar sobre nuestra colaboración comercial?".
La dureza de su tono sorprendió a Decker. "Señor Archer, disculpe, me ha entendido mal". Nervioso, el hombre apartó de inmediato los ojos de Deanna.
Esta última tuvo que fruncir los labios para evitar que formaran una amplia sonrisa. Sus ojos, por otro lado, sí brillaron con evidente alegría.
No pudo evitar preguntarse si Dario la estaba protegiendo.
¡Quería aprovechar la oportunidad!
Sumisa, bajó la cabeza para ocultar la maldad que ardía en sus ojos.
"Señor Hilton, aquí está su té".
Deanna caminó hacia el lado de Decker y se inclinó hacia adelante a propósito.
Desde esa posición se veía más sensual, porque el movimiento acentuaba sus senos.
No obstante, debido a la advertencia de Dario, Decker no se atrevió a cruzar la línea. Pero solo con lanzarle una mirada de soslayo a la asistente por el rabillo del ojo, se excitó al instante.
¡No podía apartar los ojos de su espectacular cuerpo! El hombre, llevado por la lascivia, era incapaz de concentrarse.
"Gracias...", balbuceó torpemente y agarró la taza que le ofrecía tocando con sus dedos la delicada piel de su mano.
Deanna le sonrió a Decker con evidente picardía.
En ese momento, un encendedor aterrizó sobre la mesa con un explosivo golpe.
Decker levantó la cabeza aturdido y se encontró con la mirada asesina de Dario.
"Señor Archer, este es el contrato. Por favor, concéntrese en leerlo y revisarlo". Decker, para sus adentros, se maldijo a sí mismo por cometer nuevamente un error debido a los encantos de esa mujer hermosa. Agarró el documento y sonrió con incomodidad a modo de disculpa.
"Señor Hilton, creo que debería irse ahora. Fijaremos una cita para otro día", dijo el CEO sin expresión.
¡Ni siquiera se molestó discutir el contrato con él!
Ante esta reacción, Decker se puso nervioso. "Señor Archer, nuestra colaboración...".
Esta era su última oportunidad de éxito.
Mucha gente estaba desesperada por colaborar con Dario. Decker había trabajado muy duro para lograr esa tan ansiada oportunidad, así que no podía fallar.
"Acompaña a nuestro invitado hasta afuera", gruñó el CEO con impaciencia.
Deanna dio un paso adelante y dijo: "Señor Hilton, por aquí, por favor". Sonriendo, lo instó a que saliera de la oficina.
"Yo...", Decker estaba furioso y quería reclamar, pero no se atrevió a perder los estribos frente a Dario. Solo miró a la secretaria con odio y salió por la puerta hecho una furia.
¡Ella era la razón de todos sus problemas!
Durante los pocos minutos que estuvo afuera escoltando a Decker hasta el ascensor, Deanna escuchó cómo la gente todavía comentaba cosas sobre ella, pero los ignoró y regresó a la oficina del CEO con la barbilla levantada dignamente.
"¿No puedes vivir sin seducir a los hombres?", le reprochó Dario apenas entró por la puerta.
La mujer se detuvo en seco cuando escuchó la fría voz.
"Sí", murmuró ella. Luego sonrió mientras miraba fijamente sus ojos hundidos y envolvía sus brazos alrededor de su cuello.
"Dario, ¿estás celoso?".
Si no fuera por él, ¡no habría dejado que ese viejo la tocara!
Él era en verdad repugnante, pero debía hacerlo para lograr sus objetivos.
Dario la miró con desdén. Sin embargo, la forma en que su cuerpo femenino estaba presionado contra su pecho lo excitó.
Sin saber por qué, Dario no podía controlar su deseo pasional hacia ella.
Sin embargo, a la vez también estaba molesto porque Deanna seducía a otros hombres frente a su propia cara.
Dario no podía imaginar lo promiscua que podría ser ella cuando él no estaba a su lado.
Este pensamiento hizo que la mandíbula del hombre se tensara. A su vez, la mirada helada de sus ojos la hizo retroceder inconscientemente hasta chocar con la puerta cerrada.
Estaba atrapada y no podía huir.
"¿Quién crees que eres? ¡Eres solo mi juguete!".
Dario, de repente, la soltó.
Por supuesto, él conocía muy bien todos sus trucos.
De modo que solo se alejó de ella y la lujuria de su rostro desapareció en un instante.
"¿Solo soy un juguete para ti? ¿Entonces por qué siento que estás celoso?", insistió ella, apoyándose contra la pared y haciendo alarde de su cuerpo curvilíneo y sensual.
El CEO no pudo evitar lanzarle una mirada de soslayo. "¡Zorra!", exclamó irritado.
"Dario, vine a traerte el almuerzo", se escuchó de forma inesperada la voz de Jeannie desde afuera de la oficina. Ella no podía abrir la puerta porque Deanna estaba apoyada, bloqueándola.
"Espera un momento, no estoy lista todavía", comentó Deanna a propósito con una leve risa de burla.
De inmediato, el rostro de Jeannie enrojeció de rabia. Con las mejillas enrojecidas por la indignación, se preguntó qué estarían haciendo ella y Dario solos en la oficina.
"¡Deanna, abre la puerta ahora mismo!", exigió golpeando la puerta con fuerza.
"¿Cuál es la prisa, prima?". Después de unos segundos, la secretaria finalmente abrió con una amplia sonrisa. "No me lo voy a devorar", dijo casualmente.
Jeannie, sin embargo, sintió el ambiente de lujuria dentro de la habitación.
La ira se apoderó de sus venas cuando vio el rostro rubicundo y los labios húmedos de Deanna. "Es de día. ¿Por qué cerraste la puerta?".
"No es nada. Solo estaba haciendo algo personal con mi jefe".