No podía dejar de mirar las fotos de mí casamiento, ahí estaba feliz y en esas mismas imágenes veía amor era lo que me transmitían, en estos momentos desearía sentir lo que alguna vez sentí por Paul mí marido, siento que todo fue desvaneciéndose, que el cuento de hadas se terminó, nuestra vida de casados no era la misma se había vuelto rutinaria, solo nos veíamos para la cena, ya no compartíamos salidas juntos y la verdad que no me molestaba solo que no encontraba un motivo más para decir hasta aquí llegamos, no sé porque me costaba tanto intentar hablar con él sobre nuestra crisis, vamos que
él también se daba cuenta, solo el sexo era lo único que manteníamos, aunque claro una vez por semana y si estoy con la regla es peor porque hay veces que no hacemos nada en todo el mes.
Hoy había empezado mi día con el pie izquierdo, estaba muy desanimada mi jefe Cristopher Collins el dueño de la revista para la que trabajo me dio un ultimátum de buscar una historia que venda ya que trabajo en la sección del corazón pero mí puesto es como asistente de "Cruella de vil" así llamada por mis compañeros, esa mujer era muy mala todo rechaza ninguna nota le gustaba y tenía suerte que Richard vendía mucho más que ella, solo que él ocupa el área teen, sino estaríamos en quiebra, nunca le gustaban las ideas que yo aportaba y vaya que eso me molestaba, por el simple hecho que a mí mail llegan miles de historias por día y debo leerlas, seleccionarlas y las que me parecen que están correctas editarlas y enviárselas en papel, simplemente me las recibe y las tira nunca llega a leerlas, o sea yo creo que si a mí me falta un buen polvo a ella le debe faltar un súper polvo porque su humor es insoportable. Había miles de notas que creí que eran aptas para ser pasadas al papel solo que Monserrat no las aprobó. Lo que ella publicaba era muy anticuada, no tocaba temas de la actualidad ni mucho menos en el ámbito sensual o erótico.
—Annie deberías hacerle una nota al jefe y exponerle lo sucedido con Cruella —me habla mi compañero y mejor amigo Scott.
—Si lo he pensado, pero y si ella me refuta y quedo yo como la mala de la película —miraba mi laptop encendida buscando nuevas ideas.
—¿Que dilema? Si por mí fuera la agarró de las greñas tesoro y la obligó a leer tus notas -mí amigo y sus ocurrencias.
—Créeme que ganas no me faltan, pero no puedo saber porque su negación, es nuestra sección, sino que pida otra área no sé —me cubro el rostro con ambas manos estaba frustrada y cansada.
—¡¡Si la de terror!! —nos reímos al unísono y las miradas de los demás compañeros caen sobre nosotros.
—¿Disculpa Simons a usted se le paga para trabajar? No para andar de chismosa con mi asistente —aparece la bruja de Monserrat.
—Hay querida no seas tan baja, todos saben que soy gay, no es necesario el lenguaje inclusivo conmigo —mi jefa lo mira con desprecio y vuelve a su oficina.
—Es una perra esa desgraciada —mí amigo se levanta de mí lado y me sonríe.
—¡Ha está le falta una buena cogida! Sino porque sería así tan amargada —nos reímos con mi amigo y se va a su cubículo.
Llega la tarde, hoy leí varios artículos en mí blog, dos me parecieron buenos, cumplen con los requisitos para su desarrollo, por fin había terminado solo me quedaba elegir una para que mi jefa se digne a leerlas y empezar la redacción.
Llegué a casa, pero antes había pasado por el mercado para comprar comida para Ágata mí gatita, me sentía frustrada como cada día al llegar a casa porque sabía que al entrar por esa puerta encontraría a Paul trabajando en su estudio o leyendo algún caso del bufete. Nunca paraba todo el día se la pasaba trabajando y no es que me molestara es su deber hacerlo, pero eso resultaba ser más interesante que yo y su actitud me hacía sentir inferior. Y al abrir la puerta estaba en el sillón rodeado de papeles, sobre un caso que estaba llevando a cabo.
—¡Buenas noches, Annie! Ya compré la cena, la dejé en el refrigerador —me señala la cocina.
—Sabes creo que algún día deberías empezar hacer tú la cena —pasó por frente suyo, me voy a mi habitación me doy un baño y pongo mi pijama, vuelvo a la cocina y él seguía ahí sentado.
—Sabes que eso de cocinar no se me da —sigo de largo sin responderle y preparó hamburguesas y arroz, no tenía ganas de hacer más nada, trabajaba todo el día, él también, pero salió tres horas antes que yo, mínimo podría hacer la cena. Nos sentamos a cenar en nuestro desayunador y le habló.
—¿Cómo te fue hoy?
—¿De verdad quieres que hablemos de trabajo Annie? —me observa y luego sigue comiendo.
—Bueno nunca lo hacemos, no veo el problema.
—Pues no me gusta hablar del trabajo en la cena.
—Sabes creo que solo estamos juntos porque nos acostumbramos a nuestra vida rutinaria —le suelto sin rodeos.
—Ha qué viene todo esto —me mira furioso.
—Acaso no lo notas, soy una pieza más de esta casa, hace mucho que no salimos que no hacemos nada como pareja —él se levanta de su lugar de acerca me deja un beso en la frente y me habla.
—Disculpa Annie no quise ser grosero, ¡buenas noches! —y se va dejándome ahí sin hablar sin decir nada solo un "lo siento" como si eso arreglara nuestros problemas, término de lavar la vajilla, acomodo un poco todo y me voy al sillón busco mi laptop y abro mi blog, debía encontrar una historia que venda algo que a las mujeres le llame la atención leer y de repente se me prendió la lamparita y escribo "orgasmos reales o fingidos" una vez subí mí encuesta a mí blog me llegaron miles de respuestas y había varias interesantes, que hasta me dieron risa algunas anécdotas. Termine bien tarde, pero estaba contenta por lo que había encontrado, apague todo y me fui a dormir feliz si bien no fue por sexo, pero tampoco se puede tener todo o sí.
A la mañana siguiente me levanté temprano como todos los días, tomo una ducha y luego preparo mi desayuno, Paul se había ido antes y me había dejado un mensaje diciendo que salía de la ciudad por tres días. Termino mí desayuno me cambio por una camisa blanca con un sweater rosa palo encima, un jean chupín negro y botitas texanas, mí cabello lo llevo suelto. Cojo mi cartera y mi portafolios, cierro todo con seguro y voy directo al bus que me lleva a la revista. Llego y me encuentro con mis compañeros que caminan de un lado a otro, hoy miércoles se entregan las notas en reunión con el jefe, demás editores y columnistas para desarrollar nuestras ideas y si sale todo bien se entregan para edición en papel.
—Cariño ¡Buen día! —Scott me toma por la cintura y deposita un beso en mi mejilla.
—¡Buen día!, parece que hoy amaneciste feliz —él levanta una ceja y luego sonríe.
—Pues verás que hoy es nuestro día de suerte.
—¿Nuestro? —nos señaló a ambos —¡Querrás decir tuyo!