/0/17825/coverorgin.jpg?v=6abd6ed2e94008192eec8f6db5e0e29c&imageMogr2/format/webp)
Nosotras, Kristina y yo, estábamos sentadas en una pequeña cafetería cerca de nuestra universidad. Tras terminar la facultad de pedagogía, nos costaba imaginar qué hacer después. ¿Volver a casa y convertirnos en profesoras en la escuela natal? Esa perspectiva nos parecía aburrida y monótona.
– Ania, no quiero pasarme la vida en nuestro pueblito – dijo Kristina, mirando tristemente su taza de café. – Sueño con ver el mundo, con hacer algo significativo...
– Yo también – suspiré, dándome cuenta de que compartía completamente sus deseos. – Pero, ¿cómo lograrlo? Encontrar trabajo en el extranjero es difícil, y dudo que nos esperen allí como profesoras...
Las dos sabíamos que colocarse en nuestra profesión en el extranjero sin experiencia ni contactos era casi imposible. Pero teníamos tantas ganas de probar algo nuevo, de salir de lo habitual.
– ¿Y si buscamos algo por Internet? – propuso Kristina. – Quizá encontremos algo interesante.
Empezamos a buscar, introduciendo diversas consultas en la barra de búsqueda. Al cabo de un rato dimos con un anuncio: una agencia de modelos en el extranjero busca chicas para sesiones publicitarias.
– ¡Ania, mira! – exclamó Kristina, enseñándome la pantalla del portátil. – ¡Fíjate bien! ¡Buscan chicas para anuncios! ¿Y si nosotras encajamos?
Al principio dudé. Todo me parecía sospechosamente bueno. Pero luego comprobamos nuestros datos frente a los requisitos del anuncio y resultó que coincidíamos.
– ¿Y si de verdad escribimos? – propuse, aún insegura. – Aunque... seguro que buscan modelos, no chicas corrientes de provincia.
– ¡Venga ya! – se animó Kristina. – ¿Por qué seríamos peores? ¡Probémoslo! Al fin y al cabo, no perdemos nada.
Redactamos un correo, adjuntamos algunas fotos nuestras y lo enviamos. Todo sucedió tan rápido que apenas pude asimilar que realmente estábamos intentando entrar en una agencia de modelos.
Pasó una semana y, cuando ya casi habíamos olvidado nuestro mensaje, sonó el teléfono. Era el gerente de la agencia.
– ¡Buenas tardes, chicas! Hemos recibido sus fotos y nos gustaría invitarlas a trabajar con nosotros. Estamos dispuestos a ofrecerles un contrato de seis meses, renovable si todo va bien.
Kristina y yo intercambiamos miradas de asombro. ¡La agencia quería contratarnos!
– ¡Esto es increíble! – dije emocionada después de colgar. – ¡Nos han aceptado!
– Pero, ¿dónde viviremos? ¿Dónde nos alojaremos? – de pronto se inquietó Kristina. – No conocemos nada de esa ciudad, no tenemos a nadie allí...
Entonces recordé que Kristina mencionó una vez a su primo Valera, que vive en esa misma ciudad. Él era adinerado y, aunque no se hablaban mucho desde hacía años, quizá podría ayudarnos.
– ¿Y tu primo? – sugerí. – ¿Por qué no intentamos contactar con él?
Kristina frunció el ceño. Con Valera tenían una relación complicada. Apenas se hablaban, y su familia, muy adinerada, vivía en otro país, alejada de los asuntos de nuestra familia. No estaba segura de cómo reaccionaría su primo a la petición.
– No lo sé – admitió en voz baja Kristina. – Él es un tipo... importante. Casi no hablamos, y no sé si aceptará acogernos. Deberíamos preguntarle a mamá y a papá; tal vez ellos logren convencerlo.
Quedamos en que Kristina llamaría a sus padres para pedirles que hablaran con Valera. Al día siguiente, ella llamó a casa y mantuvo una larga conversación con su madre.
/0/17141/coverorgin.jpg?v=9048b9a9856a4e8b1c4556a330957ce4&imageMogr2/format/webp)
/0/2692/coverorgin.jpg?v=294c68c37bd0f42c9301ac26b8199213&imageMogr2/format/webp)
/0/16928/coverorgin.jpg?v=401ed3997ebc7369ad1272063fc82974&imageMogr2/format/webp)
/0/11612/coverorgin.jpg?v=544f3a655288d5a26ea24085c3749377&imageMogr2/format/webp)
/0/17692/coverorgin.jpg?v=21d84f24b69e3deba080dd1a2d628603&imageMogr2/format/webp)
/0/17839/coverorgin.jpg?v=2b8f4144fffbb35a0dfba64f3637d3ff&imageMogr2/format/webp)
/0/14805/coverorgin.jpg?v=9c46fe246bf1bce6395929959c22ef6f&imageMogr2/format/webp)
/0/10319/coverorgin.jpg?v=337723395dc5189deca0948dc74703e1&imageMogr2/format/webp)
/0/16304/coverorgin.jpg?v=1af157e86ad226580b4de8533906ea16&imageMogr2/format/webp)
/0/755/coverorgin.jpg?v=8ab436c74892e222dfe90a543af34310&imageMogr2/format/webp)
/0/14719/coverorgin.jpg?v=23b277c6d2ac00d82f7a88a18e9c9afe&imageMogr2/format/webp)
/0/9084/coverorgin.jpg?v=0c40b9d74c4df5f3910d98b0570932f0&imageMogr2/format/webp)
/0/14555/coverorgin.jpg?v=9cd1e81190ebb33bab77c10da8e234f3&imageMogr2/format/webp)
/0/12575/coverorgin.jpg?v=2f0cf2053538359d8429a24ff6adada4&imageMogr2/format/webp)
/0/8324/coverorgin.jpg?v=3af508f9f1b3beb91f746b5947bd2a3a&imageMogr2/format/webp)
/0/14806/coverorgin.jpg?v=20250113163338&imageMogr2/format/webp)
/0/14231/coverorgin.jpg?v=ab8d982e19bf7155d34db08bd039f6dd&imageMogr2/format/webp)
/0/6524/coverorgin.jpg?v=e5cc95b186f23ee3c64995f999e63d32&imageMogr2/format/webp)
/0/13322/coverorgin.jpg?v=ebf85b28d52d522bcc797a2946c9d165&imageMogr2/format/webp)
/0/11751/coverorgin.jpg?v=85797f4b283e92dcabdd4376a7739bf2&imageMogr2/format/webp)