La revancha definitiva de la esposa sacrificada
bestimado la profundidad de mi resolución. Mi arrebato pareció cortocircuitar su calma cuidadosamente construida. Su mirada cayó
la pila, su teléfono vibró, insistente. Lo agarró, un destello de irritación en sus ojos. Vio el identificador de
dura. Me miró, una breve mirada de disculpa, luego de vuelta a su teléfono. -¿Jimena? ¿Qué p
¿Un atropello y fuga? Jimena, ¿estás herida? ¿Dónde estás? -Ya estaba a medio camino de la puerta, su preocupación por ella
elea", otro arrebato dramático de su esposa "emocional", algo que pasaría con el tiempo. Todavía no había procesado los documentos firmados, la
a su nombre meses atrás por insistencia de mi abogado, ahora eran legalmente vinculantes. Acababa de completar el último
amente del suelo. Ya no eran una amenaza, sino un escudo.
as había organizado para legitimar públicamente a ella y, más importante, distanciarla d
cuidadosamente construidos. Había estado pasando todo su tiempo con Jimena, asegurando su coartada, moviendo hilos para sac
nsión, su rostro una nube de tormenta, sus ojos ardiendo con una furia desconocida. Se veía desaliñado, e
ado. Se dirigió hacia mí, su mano extendiéndose, no suavemente, sino bruscam
endo. -¿Hecho? ¿De qué
opello y fuga! ¡Dice que la incriminaste! ¡Que plantaste pruebas! ¡Que condujiste su auto contra ese...
sorprendida por lo absurdo de su afirmaci
te hablando, en oraciones completas y furiosas. Sus palabras fluían, desinhibidas, alimentadas por su desesperada necesidad de protegerla. La ironí
oz temblando-. ¡Estaba en la galer
scena de un accidente! -Su voz era frenética, desesperada-. ¡Ne
crimen de Jimena, que me sacrificara por su libertad. Por ella, me sacrificar