Errores imperdonables, deudas impagas
inal y brutal. El silencio en l
mblaba incontrolablemente. Miró al médico, cuy
voz una cosa cruda y rot
onio del destrozo de su mundo. Luego la llevaron en una camilla, hacia las lu
ue vio no fue el de Kael. Fue una enfermera
o muy grave por un tiempo. Debería hacer que su fa
ó en la voz de Kael por teléfono, fría y fina
arga se dibujó
o famili
de Eduardo, una profesional que no hacía pregu
lamó. Nunca vino. Era como si ella hubiera dejado de existir. La confirmaci
ó a la mansión para recoger lo último de s
ostro. No notó su palidez, la forma en que se apoyaba pesadament
voz aguda-. ¿Y dónde están mis c
e su garganta, s
o, me sorprende que si
, Elena -espetó-. H
o miró directamente a los ojos-. Estuve en el hospital dos semanas, Kael. Después de un accidente
aneciéndose, reemplazada p
qué estás
ella, dándose la vuel
e en una mirada familiar y apaciguadora-. Lo siento. He estado... distraído. Hablemos.
promesa que había hecho cien veces
-dijo ella, su voz tranquila per
ó, sin co
ntentas
léfono vibró. Era Sofía, por supuesto
estoy afuera!
ntre Elena y la puerta. La ele
e dijo a Elena, con una
mente las escaleras. Era su casa, después de todo. Ella er
ún podía oírlos. La voz brillante y pose
e libro que estabas l
en mi
buscarlo yo misma! -Una pausa-. Y prometiste hacerme
cumpleaños de Sofía. La sopa que hacía no era para el estrés de ella; era para la tristeza de Sof