Errores imperdonables, deudas impagas
ldés, un estudiante brillante pero caído en desgracia que trabajaba de cantinero, y lo convertí en un multimillonario d
su novia de toda
para abrochárselo a ella en el cuello para que todo el mundo lo viera. Esa misma noche, me rescató después de que me drogaran y casi me vio
ntras yacía sangrando en urgencias, la enfermera lo llamó para pedir su consentimi
via -dijo-. Lo que le pas
ue yo había construido desde l
isma el formulario de consentim
abía propuesto matrimonio un año atrás-
ítu
línea le informó a Elena Garza que sus padres se habían ido. Un conductor ebrio se habí
. El peso de Industrias Garza, la obra de la vida de su padre, se asentó so
as la arrastraron a un bar en el centro, un lugar con
Val
os en el Tec de Monterrey memorizándola desde el fondo de los salones de clase. Él era el becad
lsado. Los rumores volaron, pero el más persist
irviendo tragos, con
lla, su voz ape
rpadeó en sus ojos, seguido por
a -dijo, su
e la infancia, Sofía Corcuera. Unos tipos la habían acorralado y él había intervenido. No se arrepentía de haberla p
ora extinguido por las circunstancias. El viejo afecto, enterrado durant
rbellino interior-. Pagaré para que termines tu carrera. La universidad que quier
fijamente,
or
nversión -dijo e
algo para llenar el silencio resonante que sus padres había
ompañía. Rápidamente se desangró en algo más. Una conexión física tácita que llenaba las noches pero
s pasaron
ógico que, tal como había prometido, había cambiado el mundo. Había pagado su deuda cien veces, haciendo a Elena más rica
gando una deuda.
uera estab
s. Kael y Sofía en un viaje de fin de semana al Valle de Guadalupe. Él le prodigaba su tiempo y su
na socia de negocios. Tr
imple collar de diamantes estaba en juego. A Elena no le importaba la joya, p
nto, solo quedaba el
es -dijo Elena
cortó el air
ta mil
r con ojos grandes y anhelantes. Elena se congeló, con la paleta en la mano. Todos se giraron
oliendo sangr
o treint
La humillación era un calor físico que le su
el cuello de Sofía allí mismo, frente a todos,
e y devoto a ella de una manera tranquila e inquebrantable. Le había propuesto matrimonio un año después de l
teléfono-. ¿Tu o
, luego su voz
, Elena.
leno de trajes que ella había elegido, corbatas que ella le había anudado. Metódicamente, comenzó a empacar s
que estaría en una gala de tecnología ese fin de semana
e reía, con la cabeza echada hacia atrás. Kael la miraba con una expre
ró alguien cerca-. La mira como si
la notó. Su so
a estaba teñida de sorpresa, como si
lar -dijo ella,
upado -dijo él, s
su voz dulce como el almíbar-. Ele
o futuro -dijo Elena, mi
piró,
pudiera terminar, Sofía trope
ándose pesadamente en él-. C
l se centró en ella. Se agachó, sus
voz baja y tranquilizadora, la que usaba c
, pero no podía ver la pésima actuación que tenía delante. Sofía no estaba herida. Simplem
un accidente de equitación. El dolor había sido blanco, cegador. Es
ar, aunque sabía que Elena odiaba los mariscos. Le peló camarones a Sofía, sus dedos largos y hábiles t
go más fuerte de una licorera que un amigo le ofreció. El alcohol hizo
les de negocios de Kael, un hombre con una sonri
ita un poco de ai
asillo estaba benditamente silencioso. Pero él no
n la cabeza espesa y c
ranquilo -dijo él, su
ic detrás de ellos. Se dio cuenta de su error demasiado tarde. El vino no ha
ndo, tratando de l
ame
se
ciudad. Veamos cómo se siente cua
s. Logró presionar el número de Kael en su marcación rápida justo cuando el
grio. Luchó, pateando y arañando, pero la droga la estaba
rostro una máscara de furia helada. Apartó al hombre de ella y
ocarla en tu vi
lando. Él la tomó en brazos y la sacó, no a la suite que a veces usaban
ba haciendo delirar. Lo alcanzó, tirando de su camisa
abía estado tan concentrado, tan brillante. Había levantado la vista de sus ecuaciones y, por primera vez, la había v
la había mirado con o
or esto, Ele
uda. Ella pensó que era
él tenía una clase temprano. Le había besado la frente y se había ido, dejando la
lo tenía. Que sus noches juntos significaban algo
fía, mientras que para ella, solo había el brillo frío y obediente de una lámpara mantenida encendida por
to y progresivo. Ahora, finalme
ba h
na drogada,
-mur
el ceño,
yo. -Inten
iró la
N
fono sonó. Miró la
de Sofía se escuc
á rota, el agua está hirviendo y la p
cidez. Otra artimaña. Otro dr
ada drogada y vulnerable en su cama, y
na, un destello de algo -¿fastidio? ¿culpa
un clic, dejándola sola en la o
escalofriante. La había dejado. La había encontrado siendo ag
año, su cuerpo gritando en protesta. La habitación daba vueltas. Nec
ación rota. Sin pensar, lo recogió. Necesitaba dolor. U
e su antebrazo. El escozor fue agudo, inm
mó a Kael. Llamó a la única otra persona que
eléfono, su voz quebrá
mundo se v
ael, de dieciocho años y lleno de fuego, discutiendo un pu
mirando a Sofía, sus ojos llenos de un amor crudo y desesp
había sido. Su cuerpo, su tiempo, su éxito, todo er
n un solo pens
a saldada. Era