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Errores imperdonables, deudas impagas

Capítulo 4 

Palabras:1064    |    Actualizado en: 14/08/2025

miró del retrato -un Kael que nunca había conocido, lleno de amor desprotegi

istancia calculada que mantenía incluso en sus momentos más íntimos. Rec

contra hielo. La diferencia era cruda, absoluta

ía se sentía delgad

de aire -murmuró,

s. Cuando finalmente se sintió lo suficientemente tranquila para regresar, Kael se había

Sofía, su voz goteando condesc

rcó a

n. Pero me ama a mí. Siempre me ha amado. Incluso cuando lo dejé, se m

fingida simpatía. Sintió una extraña sensación de paz. La l

firme-. Nuestra relación fue una transacción. Es t

vuelta p

aceptación tranquila no era la reacción qu

ó Sofía, y empujó a Ele

ro golpeó la esquina afilada del marco. Un dolor agudo la atravesó, y se desplomó en el suelo,

acia ellas, su rostro una máscara de pánico. Pasó corriendo junto

guntó frenéticamente, revisándola

, señalando con un de

struyó mi obra! ¡

olviéndose de hielo. La preocupación había des

te con el

o blanco. Ni siquiera le había preguntado si estaba herida. La vio en el suelo,

ue decir. No tení

ría por su brazo, caminó hacia el retrato arruinado. Con un extraño y frío desa

ró, su rostro contorsio

cabeza? -gritó, abalan

de su bolso, garabateó un número con seis cero

ad-. Ahora es mía. Puedo hacer lo que quiera con el

lejó, con la espalda re

ca antes le había escuchado-. ¿Crees que el dinero puede comprarlo todo? ¡No pu

inos. Él pensaba que el drama fabricado de Sofía era genuino. Pen

ado escapó de sus labios. No miró hacia atrás. Sigu

r las lágrimas. El dolor en su corazón era tan inmenso, tan absor

os, un impacto aterrador, y

te, una enfermera, preguntando si tenía algún familiar al que pudieran ll

a

una, dos, tres veces. Fue contestada, y luego desconectada

e filtró en los

na voz de mujer r

pado. ¿Qu

So

a explicó l

cidente grave. Necesitamos consentim

te y fría, apareció en la línea. El corazón de Elena, qu

su voz aguda por la irritación-. Lo

ea se

llenó la sala de urgencias. La e

ojo de Elena y trazó un camino a través

apeles en su mano temblorosa. Le col

d misma, cariño -dijo l

miento, firmando su propia vida en manos de extraños. El hombre que había amado dura

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