Errores imperdonables, deudas impagas
aciones de boda, elegantes tarjetas de color crema con letras doradas,
ra almorzar y darles sus invitaciones. L
iga Clara, sorprendida-. Pe
biendo su té-. Se terminó. Es hora de que me asiente. Edu
tábamos todas tan preocupadas, Elena. La forma en que K
a está persiguiendo a las familias de esos chicos que la acosaban en la preparatoria.
s entrañas de celos, no significaba nada para
sonrisa, cambiando de tema-. Ahora, díganme qu
ándola en la sala a oscuras. Parecía una nube de to
e dirigió a l
uvo. La agarró del bra
ndo su contenido. Una invitación se desl
rec
o, un puente sobre el abismo que se había abierto
ató la tarjet
tás in
resignación, como si el
ía estás enojada. Lo siento.
su teléfono sonó. Un tono de llamada frenético y de p
fono-. ¡Ayúdame! ¡Me encontraron! Los homb
co. Dejó todo y salió corriend
nes en ruinas junto a los muelles. Una fría premonición la invadió. No se
u taxi manteniendo una distancia segura
de hombres de aspecto rudo rodeaba a una aterrorizada Sofía. El líder, un hombre c
Qué bueno que te nos unes. Arruinaste a mi famil