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La Selección

Capítulo 9 .

Palabras:4191    |    Actualizado en: 30/09/2024

buenos deseos. La lástima era que no nos dejaban bajar las ventanillas para responderles. El guardia del asiento delantero nos dijo que pensáramos que éramos una ext

junto a Celeste, y teníamos a Ashley y Marlee enfrente. Marlee estaba pletórica, mirando a través de la ventanilla, y el m

de Celeste, y mucho más que el mío. Ashley, siempre elegante, se t

usurró al oído, mientras Marlee y

res decir?

nado a alguien? -dijo, mirando fríamente a Ma

tica-. No tendría los medios ne

hasqueó l

odo de pagar por lo que desea -dijo, y

ocente como Marlee nunca se le ocurriría irse a la cama con alguien -o siquiera infringir la ley- para consegu

muy altos. Había guardias apostados en lo alto, a ambos lados de la gran puerta que se abrió al acercarnos. Tras cruzarla, nos encontra

ujeres me cogieron de los b

rla, señorita, pero su gr

pa mía. Me puse a hablar

ultitud? -preguntó

y a continuación procedieron a anunciar

de vidrio pude entrever unos enormes jardines. Me habría gustado parar, pero, antes incluso de po

el peinado de las chicas y les pintaba las uñas. Había unos colgadores llenos de

l trabajo-. Lo primero es lo primero: necesitamos fotos del «antes». Venid aquí -ordenó, indicándonos una silla en una esquina, con un fondo artificial detrás-. No hagáis cas

sala, haciendo primeros planos de los zapatos de las chicas y entrevis

ley a la cinco..., y parece que en la diez ya han acabad

moreno, muy expeditivo, haciéndome sentar en una silla c

ima

tal cual? ¿No era eso lo que

hacerte toda una seductora, pero, si quieres un aire más tra

a un tipo al que ni siquiera conozco -dije. «

ene personalidad -me regañ

tenemo

bre me

ás esa aversión que tienes hacia todo lo postizo sea tu mayor activo. No pierdas eso, cariño -me dio una p

po porque, al parecer, no debían de confiar en que supiera lavarme sola. Luego cubrieron cada pedacito de piel que quedaba a la vista con

de la piel quedaron suavizadas milagrosamente. Les dije que prefería que no me pintaran las uñas, pero se quedaron tan decepcionadas que

, sentada en mi silla, esperando la siguiente ronda de embellecimi

, que se fijó en mi mano-. ¿No

N

plano que buscaba

tivo a mi derecha. Me giré y me topé con una chica con la mirada perdida

tás

pertó de su t

que quedará mejor con mi tono de

sa nerviosa, y y

osie, ¿

tú, America, ¿no? -asentí-. He oído que ha

nutos todos los presentes en la sala podían oír a Celeste gritándole

as nerviosas-. Oye, en mi opinión, tienes un cabello precioso -y l

aci

teñírtelo, no d

ara dejarla en desventaja. Antes de que pudiera responder, un montón de gente nos rodeó y s

acabaron conmigo, lo tenía bastante más corto y escalado. Me gustó; hacía que se crearan interesantes reflejos con la luz. A algunas chicas les hicieron una cosa que llam

s parecían mayores o más jóvenes, o simplemente más guapas, tras el maquillaje. Yo seguía siendo yo. Por sup

llevaron hacia donde estaban los colgadores con ropa. Mi nombre estaba sobre una barra en la que

os de noche ya estaban en mi habitación, y que ya llevarían el resto. Luego me puso un broche plateado en la parte alta del vestido. Llevaba mi nombre en letras brillantes. Por fin me colocó unos zapatos con «tacones chupete», como los llamó ella, y me envió de n

on una carpeta en la mano se sentó a mi lado y me dijo

es esto?

dijisteis en vuestras solicitudes -afirmó, mientras localizaba los papeles y los ponía en lo alto del montón. Luego cruzó los dedos y prosiguió-. Pero queremos que tomen partido por vosotras, y eso no ocurrirá a meno

ía ningunas ganas de hablar con equipos de televi

-preguntó, a los pocos segundos de que se en

entando mantener l

iado mucho. ¿Nos puedes contar qué es lo que te

ensé un

sintiendo la suavidad de mi cabello tras los cuidados recibidos-. Y me han cubierto de un

se

Y ese vestido te q

stido nuevo-. No suelo ponerme muchos vestidos

sois tres Cincos en la Selección. ¿Cómo de

a todo lo vivido durante el día. Desde mi decepción en la plaza

endent

más sorpresas de ca

n más tranquilas que las

e la competici

ué s

y agradables -con

a-. ¿Y qué te parece cómo te han transformado?

que no sonaría a altanería; dec

cho un gran trabajo sacan

son

creo que

s t

treinta y cinco en hora y m

había id

des esperar en ese sofá de

nquilamente. Eché un vistazo a la sala y vi que alguien anunciaba la llegada del último grupo. Se volvió a monta

¡Qué pelo

. ¿Crees que a Maxon le gustará? -p

irse a una rubia despampanante?

oda aquella gente del aeropu

amable. Tú también ha

ni la mi

icas que estaban sentadas a nuestro lado: Emmica Brass y Samantha Lowell. No nos habían presentado, pero yo sabía quiénes eran. Al principio no r

y nos miró a todas, expectante-. Voy a enseñaros un poco el

ugar en el que nos habían peinado y maquillado era la Sala de las Mujeres. Norma

Gran Salón, que suele usarse para fiestas y banquetes. Si fuerais muchas más, allí es donde comerí

ía la familia real, en

de U. Ya teníamos nuestros asientos asignados, con elegantes etiquetas. Yo tendría al lado a Ashle

éa Capital Report. Volvimos a subir y nuestra guía nos indicó un salón donde se pasab

e intrusión. Vuestras habitaciones están en la segunda planta. Ocuparéis una gran parte de las habitaciones de invitados, pero no hay que

os en la puerta asintier

al del Gran Salón, lo que quería decir que la Sala de las Mujeres estaba a la vuelta de la esquina.

ntos en que podréis pasear por el jardín, pero no sin permiso. Es una simple norma de seguridad. Por m

o me recorri

r de centímetros cada vez que daba un paso. La luz se colaba por unos altos ventanales, y olía a flores y a aire libre. De las paredes colgaban grandes pintu

da, decídselo a vuestras doncellas. Cada una tenéis tres, y también os esperan en v

del Illéa Capital Report. ¡La semana que viene seréis vosotras las que aparezcáis en el programa! Hoy p

xon aún no ha visto nada de eso. Esta noche él verá lo mismo que t

ra que podáis ir conociéndoo

siada estructura, demasiada gente. Me

o. La mía estaba en un rincón, junto a un pequeño pasillo, con la de Bariel, la de Tiny y la de Jenna. Agra

s dos estaban limpiando una habitación ya impecable. Se acercaron corriendo y se presentaron como Lucy, Anne y Mary, pero inmediatamente se me olvidó quién era

día muy largo, preparándolo todo. Lo mejor que podríais haceres dejarme descansar, y desca

y por fin me quedé sola. No sirvió de nada. Necesitaba echarme en la cama, pero tenía todo el cuerpo

ochila estaba perfectamente cerrada, esperando a los pies de la cama, pero aquello también me parecía demasiado trabajo

s momentos cuando mis doncellas llamaron suavemente a la puerta. Las hice entrar y, pese a lo extraño que me

hasta el suelo. Sin aquellos minúsculos tacones me lo habría pisado todo. Silvia llamó a mi puerta y a la de mis tres vecinas a las seis en punto, para que saliéramos, y nos condujo p

ampida. Se oyeron algunos murmullos, pero la mayoría de nosotras mantuvimos silencio. Al pasar junto al comedor observé q

sus invitadas pero que aún no hu

desaparecido, y había mesas y sillas repartidas por la estancia, así como algunos sofás de asp

empre -actualizaciones sobre el presupuesto de los diferentes proyectos, el progreso de las guerras, otro ataque rebelde en e

merosos admiradores en Clermont. Esta encantadora joven

liso como una tabla y hasta la cintura, y de un rubio tan pálido que parecía blanco. No había otro modo de decirlo

r muy bien por qué, al verlas juntas no pude evitar pensar aquello de «Los enemigos, mejor cu

nquila y elegante de Ashley Brouillette la distingue inmediatamente como una dama. Mientras se abre p

ar el himno nacional con la banda -en la pantalla aparecieron imágenes de Marlee sonriendo y abrazando a la gente de

y apretó la mía. Estaba d

ba America Singer, una de las tres C

al escrutar a la multitud. Pero las escenas que habían elegido, mirando al público, daban un

mparado con las imágenes en las

el aeropuerto de Angeles, Lady Singer se convirtió en la protagonista, y se detuvo a tomarse fotos, a firmar autógrafos y a hablar con todo el mun

amantha. De pronto aquellas miradas cobraron sentido. No importaban mis intenciones. Ellas no sabía

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