La Selección
buenos deseos. La lástima era que no nos dejaban bajar las ventanillas para responderles. El guardia del asiento delantero nos dijo que pensáramos que éramos una ext
junto a Celeste, y teníamos a Ashley y Marlee enfrente. Marlee estaba pletórica, mirando a través de la ventanilla, y el m
de Celeste, y mucho más que el mío. Ashley, siempre elegante, se t
usurró al oído, mientras Marlee y
res decir?
nado a alguien? -dijo, mirando fríamente a Ma
tica-. No tendría los medios ne
hasqueó l
odo de pagar por lo que desea -dijo, y
ocente como Marlee nunca se le ocurriría irse a la cama con alguien -o siquiera infringir la ley- para consegu
muy altos. Había guardias apostados en lo alto, a ambos lados de la gran puerta que se abrió al acercarnos. Tras cruzarla, nos encontra
ujeres me cogieron de los b
rla, señorita, pero su gr
pa mía. Me puse a hablar
ultitud? -preguntó
y a continuación procedieron a anunciar
de vidrio pude entrever unos enormes jardines. Me habría gustado parar, pero, antes incluso de po
el peinado de las chicas y les pintaba las uñas. Había unos colgadores llenos de
l trabajo-. Lo primero es lo primero: necesitamos fotos del «antes». Venid aquí -ordenó, indicándonos una silla en una esquina, con un fondo artificial detrás-. No hagáis cas
sala, haciendo primeros planos de los zapatos de las chicas y entrevis
ley a la cinco..., y parece que en la diez ya han acabad
moreno, muy expeditivo, haciéndome sentar en una silla c
ima
tal cual? ¿No era eso lo que
hacerte toda una seductora, pero, si quieres un aire más tra
a un tipo al que ni siquiera conozco -dije. «
ene personalidad -me regañ
tenemo
bre me
ás esa aversión que tienes hacia todo lo postizo sea tu mayor activo. No pierdas eso, cariño -me dio una p
po porque, al parecer, no debían de confiar en que supiera lavarme sola. Luego cubrieron cada pedacito de piel que quedaba a la vista con
de la piel quedaron suavizadas milagrosamente. Les dije que prefería que no me pintaran las uñas, pero se quedaron tan decepcionadas que
, sentada en mi silla, esperando la siguiente ronda de embellecimi
, que se fijó en mi mano-. ¿No
N
plano que buscaba
tivo a mi derecha. Me giré y me topé con una chica con la mirada perdida
tás
pertó de su t
que quedará mejor con mi tono de
sa nerviosa, y y
osie, ¿
tú, America, ¿no? -asentí-. He oído que ha
nutos todos los presentes en la sala podían oír a Celeste gritándole
as nerviosas-. Oye, en mi opinión, tienes un cabello precioso -y l
aci
teñírtelo, no d
ara dejarla en desventaja. Antes de que pudiera responder, un montón de gente nos rodeó y s
acabaron conmigo, lo tenía bastante más corto y escalado. Me gustó; hacía que se crearan interesantes reflejos con la luz. A algunas chicas les hicieron una cosa que llam
s parecían mayores o más jóvenes, o simplemente más guapas, tras el maquillaje. Yo seguía siendo yo. Por sup
llevaron hacia donde estaban los colgadores con ropa. Mi nombre estaba sobre una barra en la que
os de noche ya estaban en mi habitación, y que ya llevarían el resto. Luego me puso un broche plateado en la parte alta del vestido. Llevaba mi nombre en letras brillantes. Por fin me colocó unos zapatos con «tacones chupete», como los llamó ella, y me envió de n
on una carpeta en la mano se sentó a mi lado y me dijo
es esto?
dijisteis en vuestras solicitudes -afirmó, mientras localizaba los papeles y los ponía en lo alto del montón. Luego cruzó los dedos y prosiguió-. Pero queremos que tomen partido por vosotras, y eso no ocurrirá a meno
ía ningunas ganas de hablar con equipos de televi
-preguntó, a los pocos segundos de que se en
entando mantener l
iado mucho. ¿Nos puedes contar qué es lo que te
ensé un
sintiendo la suavidad de mi cabello tras los cuidados recibidos-. Y me han cubierto de un
se
Y ese vestido te q
stido nuevo-. No suelo ponerme muchos vestidos
sois tres Cincos en la Selección. ¿Cómo de
a todo lo vivido durante el día. Desde mi decepción en la plaza
endent
más sorpresas de ca
n más tranquilas que las
e la competici
ué s
y agradables -con
a-. ¿Y qué te parece cómo te han transformado?
que no sonaría a altanería; dec
cho un gran trabajo sacan
son
creo que
s t
treinta y cinco en hora y m
había id
des esperar en ese sofá de
nquilamente. Eché un vistazo a la sala y vi que alguien anunciaba la llegada del último grupo. Se volvió a monta
¡Qué pelo
. ¿Crees que a Maxon le gustará? -p
irse a una rubia despampanante?
oda aquella gente del aeropu
amable. Tú también ha
ni la mi
icas que estaban sentadas a nuestro lado: Emmica Brass y Samantha Lowell. No nos habían presentado, pero yo sabía quiénes eran. Al principio no r
y nos miró a todas, expectante-. Voy a enseñaros un poco el
ugar en el que nos habían peinado y maquillado era la Sala de las Mujeres. Norma
Gran Salón, que suele usarse para fiestas y banquetes. Si fuerais muchas más, allí es donde comerí
ía la familia real, en
de U. Ya teníamos nuestros asientos asignados, con elegantes etiquetas. Yo tendría al lado a Ashle
éa Capital Report. Volvimos a subir y nuestra guía nos indicó un salón donde se pasab
e intrusión. Vuestras habitaciones están en la segunda planta. Ocuparéis una gran parte de las habitaciones de invitados, pero no hay que
os en la puerta asintier
al del Gran Salón, lo que quería decir que la Sala de las Mujeres estaba a la vuelta de la esquina.
ntos en que podréis pasear por el jardín, pero no sin permiso. Es una simple norma de seguridad. Por m
o me recorri
r de centímetros cada vez que daba un paso. La luz se colaba por unos altos ventanales, y olía a flores y a aire libre. De las paredes colgaban grandes pintu
da, decídselo a vuestras doncellas. Cada una tenéis tres, y también os esperan en v
del Illéa Capital Report. ¡La semana que viene seréis vosotras las que aparezcáis en el programa! Hoy p
xon aún no ha visto nada de eso. Esta noche él verá lo mismo que t
ra que podáis ir conociéndoo
siada estructura, demasiada gente. Me
o. La mía estaba en un rincón, junto a un pequeño pasillo, con la de Bariel, la de Tiny y la de Jenna. Agra
s dos estaban limpiando una habitación ya impecable. Se acercaron corriendo y se presentaron como Lucy, Anne y Mary, pero inmediatamente se me olvidó quién era
día muy largo, preparándolo todo. Lo mejor que podríais haceres dejarme descansar, y desca
y por fin me quedé sola. No sirvió de nada. Necesitaba echarme en la cama, pero tenía todo el cuerpo
ochila estaba perfectamente cerrada, esperando a los pies de la cama, pero aquello también me parecía demasiado trabajo
s momentos cuando mis doncellas llamaron suavemente a la puerta. Las hice entrar y, pese a lo extraño que me
hasta el suelo. Sin aquellos minúsculos tacones me lo habría pisado todo. Silvia llamó a mi puerta y a la de mis tres vecinas a las seis en punto, para que saliéramos, y nos condujo p
ampida. Se oyeron algunos murmullos, pero la mayoría de nosotras mantuvimos silencio. Al pasar junto al comedor observé q
sus invitadas pero que aún no hu
desaparecido, y había mesas y sillas repartidas por la estancia, así como algunos sofás de asp
empre -actualizaciones sobre el presupuesto de los diferentes proyectos, el progreso de las guerras, otro ataque rebelde en e
merosos admiradores en Clermont. Esta encantadora joven
liso como una tabla y hasta la cintura, y de un rubio tan pálido que parecía blanco. No había otro modo de decirlo
r muy bien por qué, al verlas juntas no pude evitar pensar aquello de «Los enemigos, mejor cu
nquila y elegante de Ashley Brouillette la distingue inmediatamente como una dama. Mientras se abre p
ar el himno nacional con la banda -en la pantalla aparecieron imágenes de Marlee sonriendo y abrazando a la gente de
y apretó la mía. Estaba d
ba America Singer, una de las tres C
al escrutar a la multitud. Pero las escenas que habían elegido, mirando al público, daban un
mparado con las imágenes en las
el aeropuerto de Angeles, Lady Singer se convirtió en la protagonista, y se detuvo a tomarse fotos, a firmar autógrafos y a hablar con todo el mun
amantha. De pronto aquellas miradas cobraron sentido. No importaban mis intenciones. Ellas no sabía