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La Selección

Capítulo 2 .

Palabras:3211    |    Actualizado en: 27/09/2024

quiera Gerad podría permanecer de pie. Pero a mí me encantaba. Había una abertura por la que te podías col

ieja que apenas suponía una mejora en comparación con sentarse sobre

avor. Primero mi madre, luego May, ahora t

aba claro que aquello no me estaba ayudando

me en cara que te lo diga en la única ocasión que se me presenta -se acercó

o estaban las manos de Aspen sobre mi espalda, guiándome hacia él, y su aliento sobre mis mejillas. Las manos se me fueron a su negro cabello, aún húmedo por la ducha -siempre

, como una niña

mor. Es solo que... hoy hemo

suspiró Aspen-. Nos

s acababan de cum

i estuviera refrescando la imagen de mi rostro que guardaba en su memoria. Había pa

ocultaba un secreto. Era alto, pero no demasiado. Delgado, pero no demasiado. Observé a la pálida luz de la vela que tenía unas ojeras apenas perceptibles bajo los ojos; sin duda aquella s

. Aquella era mi gran ambición. No ser

ciendo. Y cuando no podía soportarlo más, me centraba en mi música. En realidad, Asp

era

la gente se imaginaba, además de terriblemente atractivo, pero era muy raro que una mujer se casara con alguien de una casta inferior. Un hombre así podía pedirte la mano, pero era raro que la chica aceptara. Y cuando dos personas de castas

s, ya pasado el toque de queda en Illéa..., podríamos buscarnos gr

e quería a mí. Con él ahí delante, acariciándome el pelo, no podía

rece? La Selecci

a chica «de algún modo», el pobre -contestó

taba saber

pen

¿De verdad no puede conseguir a «ninguna»? Si intentan casar a las princesas con otros príncipes, ¿por qué no hacen lo

ionante. Va a enamorarse a la vista de todo el mundo. Y me gusta la idea de

Me hace pensar que quizá yo también un

interior de mi alma, y sentí aquella chispa que nos unía y que no h

nimado a las gemela

radable. Y las chicas están deseosas; es de lo más gracioso. Cuando he llegado a casa esta tarde, estaban bailando. Y desde luego no se puede

n. Era increíble: me había centrado tanto en mí misma que ni siquiera había pe

lo que significaría eso? S

ó la frente con los labios. Su mano

n otra cosa en t

solo deseaba que Aspen me tocara, que me besara. Y ese era exactamente el r

a picar -anuncié, como

h,

ular su ansiedad, pero n

e pollo; lo he pr

la comida sin prisas. Yo le di un bocado a la manzana de modo que él tuviera la im

stre. Él tenía trabajo de un modo mucho más continuado que el nuestro, pero l

que hacerlo. De la poca comida que tenían, él les cedía su parte a sus hermanos menores y a su madre, que siempre estab

ecias del pollo pegadas a los dedos y que luego se com

z... a alguien, algún día, alguien que se volverá

uy feliz... y te pondrá

de ponerse

ue iba a durar toda la semana siguiente. Su madre por fin había conseguido trabajo estable limpiando las casas de algunos Doses de nuestra zona. Las geme

o más de dinero. Odio que tengan que dejar algo que les gusta tanto -dijo, y

atrevas a hacerlo!

s cómo son Kamber y Celia. Necesitan estar rodeadas de gente. No pueden estar

sientes por tus hermanas, pero tienes que cuidarte. Si de verdad la

buenas perspectivas en el horizont

pues su familia siem

puedes pretender ser capaz de proporcionarles todo a todas la

o bajaba el ritmo, acabaría agotado. Que un Seis, un Siete o un Ocho muriera de agotamiento no sería nada nuevo.

mer

¿

ticipar en

nse que me pudiera plantear siquiera casarme con un

ir eternamente con hambre? ¿

iera que escoger entre dormir en un palacio con servicio o en un piso d

listos. Estaremos bien -respondí

a mi familia. No soy de los que abandonan a la gente -dijo, y yo

s que tener cuidado con eso: ¿quié

damos controlar! -replicó, y observé

que te las apañaras por tu cuenta. Aquello había sido por lo que más habíamos discutido durante los últimos seis meses, cuando habíamos empezado a buscar

solía dejarse llevar un poco cuando discutía. Había ido aprendiendo a controlarse antes de llegar

odo lo que podíamos controlar, podríamos soportar todo lo demás. Quizá fuera demasiado optimista, o tal vez estuviera

ías hacerlo -di

cer

Selección. Creo qu

é mirando

rdido la

como una suave y lenta caricia, como si me estuviera diciendo algo romántico, aunque en realidad se tratara de todo lo contrario-.

soplido

os miles de chicas que partici

rriba y abajo. No podía discutir cuando me hacía aquello-. Lo único que quiero es que te presentes. Solo qui

pen. Ni siquiera me gusta

so se trata, aunque qu

ra. Yo te

lo bien claro-. Y si me quieres, lo harás para que no

día para hacerle la vida más fácil. Y yo tenía razón: no había ninguna posibilidad de que me cogieran. Así que tendría

me dijo al oído

me recorrió

sepas que no quiero ser ninguna prince

rició

se

le había visto llorar una vez, cuando habían azotado a su hermano en la plaza. El pequeño Jemmy había robado algo de fruta de un carro del mercado. Un adulto h

tenía dinero suficiente para llevarle a un buen médico, así que Jemmy s

y fui con él. Lloró en mis brazos durante una hora, lamentándose por que si hubiera trabajado más, si lo hubiera hecho mej

ba a la espalda la responsabilidad de todas las necesidades de sus seres queridos. De algún modo, milagrosame

Algo bueno para que m

anciones. Así que me situé a su

. Me abrió un poco la camisa y me besó por el cuello y las orejas. Luego me levantó la manga corta y me be

ír mi respiración entrecorta

encima del otro sobre la

ación de tenerlo entre los dedos. Me besó con fervor, con fuerza. Sentí sus manos, que recorrían mi cintura, mi espalda,

e deseábamos. Violar el toque de queda ya era suficiente riesgo. Aun así, con

onado que

da la vida -dijo aquello con una profunda

en. Siempre ser

ta que la vel

pen nunca le preocupaba lo que durmiera él, pero m

ajé la escalera con m

a algo de dinero, me daba un céntimo en pago por mi canción. Pero si había co

n mi poder -ya que de ningún modo me los iba a gastar- era como un recordatorio de

intineo de la nueva moneda al caer sobre sus nuevas vecinas. Esperé diez minutos, mirando por la ve

y en lo mucho que le quería, y en la sensació

eina, en ningún trono, podía s

ensamiento grabado a

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