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La Selección

Capítulo 6 .

Palabras:3512    |    Actualizado en: 29/09/2024

había mentido en la mitad de las cosas de mi solicitud, seguida de un guardia de palacio que repasaba las medidas de seguridad con los soldados que nos destinaron y q

alguna cosa. De entre las visitas que tuvimos, mi favorito fue un hombre con una perilla que vino a tomarme medidas para el vestuario. Yo no estab

normativa oficial conmigo. Era increíblemente flaco, tenía el cabello negro y graso peinado hacia atrás y no paraba de sudar. Al e

nos en la cocina, si l

ente con un pañu

en. Pero creo que deberían pedirl

que decirnos que

ella, triste por q

u pintura. Esta última semana has

er

-me ofrecí, al ver las lágr

, donde nadie nos podía oír, la c

rré-. Te lo contaré todo

dando saltitos de alegría como era habitual en ella. Se limitó

a hablar. El hombre colocó un montón de papeles y una pluma junto a otra c

s cosas que tenemos que tratar y que quizá

uzamos una m

de ahora tiene la obligación de cuidar su cuerpo. Traigo varios informes para que los firme mientras la voy informando. Debo dec

pondí, r

ue no siempre ha tenido acceso a la nutrición necesaria. Debe tomarse una de estas al día

preso que tuve que firmar a modo de recibo. Tuve que conten

reocuparse. Parece que está usted en perfecto estado de salu

oción. Me ha costado u

ero de noche, cuando estaba tranquila, pensaba en Aspen. En aquellos momentos no podía ev

go para ayudarla a dormir esta misma noche, s

, y

o, cariño, pero pareces agotada. Po

Bueno, sé que es algo personal, pero tengo que hablar del tema con todas las participantes, as

Así que ese era el motivo por e

ice en

ado a alguien para eso. Al menos p

o lo es, tenemos que

con mi madr

ñor. No soy tonta.

r favor. Si se des

ica nunca ha tenido siqu

esperando así po

ue firme este impreso para

ritorio había quedado prácticamente reducido a escombros, pero tantas normas empezaban a sofocarme, como si fueran cadena

ante sencillas, y no deberían suponerle ningún esf

ón de documentos y establec

ré -mu

te. Ni siquiera el rey o la reina pueden despedirla. Ellos pueden decirle al príncipe que no

para la Selección. Puede

ñ

ada. La idea de estar lejos

se espera que se muestre decidido, y alargar la Selección no le daría buena imagen. Pero si decidier

porque mamá alargó la mano y cogió la mía.

a sus encuentros a solas si lo desea. Si se encuentra en un evento social y él est

as. Si se descubre que le ha puesto la mano encima a otra participante, que le ha provocado alguna tensión, que le ha robado algo

do notas de amor a otra persona del exterior o manteniendo una relación con alguna o

a gran tontería, pero a mí era la ún

nales, recibirá el castigo correspondiente a la ofensa. Su

e no se le proporcione en palacio. Esa es una

pero siempre con aviso previo, puede haber cámaras o fotógrafos en palacio, y usted se

e, si tuviera que abandonar el palacio, nuestros ayudantes la ayudarán a encarrilar su vida tras la Selección. Su ayudante personal l

vez que alcance ese estatus, tendrá que aprender el funcionamiento interno de la vida y de las obli

omento, es us

xclamamos mamá

Cuatros o inferiores suelen tener dificultades. Ahora es usted una Tres, pero el resto de los miembros de su familia sigue

ero la palabra apen

ertirá en la princesa de Illéa, con lo que adquiriría todos los d

andilocuente que sonara, e

e que ha oído todas las normas oficiales, y usted, señora Singer,

estaba segura de que, aunque me echaran al día siguiente, aquel talón nos proporcionaría suficiente din

tuviera que escoger una de las profesiones propias de una Tres..., quiz

el té. Ya solo tendría que encontrarme con un funcionario más antes de mi partida, y sería mi asistente personal, la

á accedió, ya que ella quería empezar a preparar la cena. A mí

orma, pero haría bien en tenerlo en cuenta: cuando se le invite a hacer algo con el príncipe Maxon,

isc

certificar mi pureza estaba sugiriéndome que d

viene rechazar al príncipe bajo ninguna cir

baban en la calle, convertidos en Ochos; si te descubrían, fuera porque alguien se chivara o por el propio embarazo, te condenaban a la cárcel. Solo con que alguien sospechara, podías pasarte unas noches en e

ría si infringía la ley de Illéa? Yo no estaba por encima de la ley; eso es lo que había dic

s para ti -anunció

tenía ninguna prisa por responder. Si era otra pe

squina. Y allí estaba Aspen, c

ó, con un tono comedi

-repuse, ap

desearte buena suerte -se acercó y me dio l

ntos! -exc

vidado de que es

una voz tan neutra como la suya-. Haciendo las maletas he de

Como norma general, los Seises no rechaz

por la nari

e había deseado aquello: que Aspen se presentara en la puerta de casa y e

o y me quedé en el umbral.

hecho las male

oco encontrar lo que buscaba

a, poniendo las cosas en

udé, por

ar nada de toda es

de ahora me

, v

epcionadas

eron tu cara en la tele, toda la casa se volvió una fies

empre se ha portado e

encio, mientras mi habitaci

tabas absoluta

ba guapa. No era justo. No desp

r ti -s

ibas a declararte muy pro

lencio un momento, b

nteado, pero aho

a. ¿Por qué no

el cuello

a espe

l q

a qué podía es

So

entraban en el Sorteo. Se escogía un nuevo reemplazo por sorteo dos veces al año, de modo que todos los reclutas llegaran como m

Supongo que ambos esperábamos que, si no pensábamos en

do es que se pasaba auto

ra de tu provincia. Suponían que los soldados se volverían más indulgentes rodeados de los conocidos, tratando con ellos. Podías acabar en palacio o en el

n al resultado. Si te tocaba, en el mejor de los casos suponía separa

ería hacerte

enti

, intentando c

¿y qué t

cuando me echen. Unas

mentos. Todo lo que quiera lo tendré allí

había traído, colocadas sobre el escritorio, presentaban un gran colorido en comparación con mis cosas, to

mucho -

emasiado para ser feli

ró los

merica. Hice

e quisiera. Y luego me convenciste para que me presentara a este maldito c

de golpe y

Qu

te decirle que

queado, furioso.

si decide no casarse

S

nsamente unas cuantas veces-. Pero si te elig

masiado. Le di

-. ¡Le odio! ¡Yo te quería a ti! ¡Quería estar co

ero no me importaba. Ya me había hecho

-dijo, y se di

No te h

no tienes

el camino ha

trevas a dar un paso m

or fin me pre

na Uno -si no hubiera sido por sus ojos, habría

Saqué todo el dinero que había ganado yo sol

no voy a a

y tú sí. Si alguna vez me has querido lo más mínimo, lo ac

interior se apagaba

al

e lo vacié en la mano. Un céntimo rebelde que debía de estar pegajoso se que

céntimos, él tampoco tendría nada mío. Sentí que, de pronto, afloraba el dolor. Lo

Se metió los billetes y los céntimos

Me esperaba grandes sollozos desespe

n el estante, pero volví a

l eco en el interior de mi pecho. Sabía que, para bien o para mal, no me habría librado del todo de

a de aquellas estúpidas píldoras. Me dormí con ella

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