Una madre en apuros
Todo era…extraño. Daba un poco de miedo, el parecido de Izan conmigo, aquel encuentro tan inesperado y ver de nuevo a Camila, con nuestro hijo.
Izan.
Teníamos un hijo de tres meses de nacido, lo sostuve en mis brazos, tan pequeño y frágil. Fue como amor a primera vista con ese niño, porque no podía decirlo de otra manera, recién me enteraba que era mi hijo y ya mi corazón lo quería.
Yo lo quería.
Pero no me gustaba la actitud de Camila con respecto a eso, él nos unía, sin duda nos unía, porque éramos sus padres.
Rosaura.
No sé porqué le marcaba y sonaba apagado, al menos tenía que contestarme las llamadas, teníamos una cita esta noche, quería darle una agradable bienvenida, pero las cosas no fueron por el camino correcto cuando ella también se enteró que tenía un hijo.
—¡No te acerques a mí!—fue lo último que me dijo, antes de irse en ese taxi. Necesitaba saber de ella, entendía que la situación se me salió un poco de las manos, pero tenía que explicarme, ¿qué culpa tenía yo? ¿Quería que supiera que tenía un hijo y que lo tomara como si nada? ¡Tenía un hijito! ¡Mi viva imagen! Era mío, fruto de esas noches con Camila.
Era bueno que ella no me guardara resentimiento alguno, que estuviera feliz con la buena oferta que le hizo Tyler, alegre por su casa, por la vida que tenía, por las comodidades que seguro tenía Elián.