¿Te quedas conmigo? Princesa y esposa por contrato.
Autor: Elizabeth SSM
GéneroRomance
¿Te quedas conmigo? Princesa y esposa por contrato.
Cuando su teléfono no dejó de sonar de forma incesante e irritante, Rossette realmente consideró tomar el siguiente pasaje de vuelta a París, últimamente extrañaba demasiado a su abuelo y sus amigos, el estar en una constante pelea con Aiden no ayudaba mucho en su vida ahí, //al menos ayer… No había sido tan horrible//, pensó y una nueva sonrisa se dibujó en su rostro, entonces de buen humor contestó la llamada.
—Rossette, ¿Has visto las noticias? —preguntó James, el hermano.
La pelinegra se sentó en la cama y pasó una mano por su cabello peinándolo hacia atrás, y poniendo en altavoz la llamada comenzó a revisar las noticias desde el navegador del móvil. Suspiró sonoramente al ver los titulares.
—Los estoy viendo, recién— Explicó ella leyendo las horribles cosas que decían de ella, no es que no estuviera acostumbrada a los malos comentarios y mala publicidad, por el contrario, ella misma los había provocado tiempo atrás, pero ahora, sinceramente deseaba mantener un perfil bajo, no quería tener más problemas con Aiden y pese a que su matrimonio no era más que una farsa, si podía conseguir algo de aquella situación, era al menos, poder rescatar la preciosa amistad que habían tenido en su último año de universidad.
—Aquí están furiosos, las tías, mis padres y el abuelo exigen que vengas en seguida- explicó él.— Pero por lo que más quieras, Rossette, no salgas, yo iré por ti, tu casa está rodeada de periodistas.
James la ayudó a evadir a los periodistas que la esperaban justo afuera de su casa, la casa que compartía junto a Aiden, quién se había marchado mucho más temprano de lo que ella habría podido descifrar. Una vez en el coche, él no tardó en darle una amistosa advertencia, Rossette se veía que tenía un temple impecable y una armadura a prueba de veneno, pero de igual forma, por alguna razón inexplicable, no quería verla afectada por las horribles cosas que pudiera lanzarle encima su familia. Rossette no se merecía nada de aquello, ya tenía suficiente con soportar a su hermano, que se había esmerado en comportarse como un real desgraciado últimamente.
—Te dirán cualquier estupidez que les venga a la cabeza, haz el favor de no contestarles.— dijo Jimmy mientras conducía por la carretera.
—¿Me estás pidiendo que les permita ofenderme? —Preguntó ella escéptica.
—Te estoy pidiendo que seas inteligente, Rosse.— dijo en un tono algo cariñoso que descolocó de cierta forma a la Francesa, nadie la había llamado así, además de Marcus y su querido primo, no es que le molestara realmente, simplemente le había tomado por sorpresa.— Si les respondes, ellas no pararán y de alguna forma encontrarán la manera de usar tus palabras en tu contra, créeme, lo han hecho por años.
—Entonces …— Dijo ella más conciliadora— ¿Qué propones?
—Déjalas hablar, el abuelo te tiene cariño y odia los juicios sin argumentos, querrá saber tu versión en el asunto, mantén la postura tranquila y explica con calma todo este malentendido…
—¿Cómo estás tan seguro de que es un malentendido?— preguntó ella, curiosa.
—No hay forma de que no sea capaz de reconocer la espalda de mi hermano, no importa lo borrosa que sea, o la distancia.— Dijo con una sonrisa engreída.
Treinta minutos después, ambos entraban al salón de la mansión Campbell, ni siquiera había alcanzado a tener dos a tres respiraciones, cuando, las acusaciones comenzaron desde lo alto.
—¡¿Cómo te has atrevido?!,
—¡Eres una cualquiera!
—¡Una vulgar!, ¡¿Qué más podíamos esperar de una actriz tan incompetente, que solo se presta para los escándalos amarillistas?!
Las tías de su esposo no tardaron en insultarla una y otra vez, James trató de calmarlas más de alguna vez, pero sin piedad fue apartado por las mujeres, sus suegros se encontraban sentados en uno de los sofás de la estancia, solo la miraban con reproche y desagrado.
—¡Es suficiente! —Clamó el patriarca de la familia entrando en la estancia, todas las voces entraron en silencio, Rossette con el mentón en alto le mantuvo la mirada tranquila al abuelo - ¡Nadie seguirá hablando de esa forma en mi casa! —Exclamó y luego de que las mujeres se retirasen hasta algún rincón de la sala, el abuelo la miró con seriedad— Rossette, explícate, sé que no han querido viajar debido a tu trabajo, pero tú y Aiden están en su periodo de luna de miel, este tipo de cosas …
—La foto es real, soy yo.— Dijo la pelinegra con la misma tranquilidad con la que había llegado— No se preocupe mucho, abuelo, pronto llegará quien debe dar las explicaciones pertinentes.
—¿Acaso?…—La voz nuevamente de una de las tías llamó la atención de ellos.— ¿Es que ni siquiera te has cambiado luego de venir de donde tu amante? ¿Es que no tienes un poco de decencia?
James, más que cansado de aquellas víboras, sus tías, especialistas en sembrar cizaña y malos comentarios en la familia, siempre buscando la oportunidad para criticar y destruir a alguien más, solo velaban por ellas y sus chismes. Dio un paso al frente dispuesto a echarse parte de la culpa, decir que venía de su piso, o alguna burrada que se le ocurriera, luego podía conocer la verdadera razón, pero entonces, una mirada dura y tajante de la pelinegra lo detuvo. ¿Siempre había sido una mujer tan imponente?
El teléfono móvil de Rossette comenzó a sonar y sonrió al ver la llamada.
—Cariño.— Contestó con tranquilidad. Aiden supo en aquel instante que debía estar en la casa de su familia y que claramente ya debió de haberse enterado de las noticias en la prensa amarillista, por supuesto, su familia debió haberla acosado de forma inmediata.— Necesito que vengas inmediatamente a la casa de tu familia por favor, hay algunos malos entendidos que debes aclarar.
Sin esperar respuesta de Aiden cortó la llamada, no quería escuchar algún reproche, ya tenía suficiente con todos aquellos insultos que le habían dedicado sus tías.
—Abuelo, he venido hasta aquí sin tiempo de desayunar o darme una ducha, debido a la urgencia que han presentado en este asunto.— dijo ella.— Podría pedir por favor ¿un café y alguna merienda?
Su abuelo notando la verdad en aquellas palabras y más aún conociendo la verdadera identidad de su nieta política no pudo evitar avergonzarse de sí mismo, ¿Qué pensaría su querido amigo si supiera cómo se estaba tratando a la mismísima Prince du sang.
—Por supuesto querida.—Haciendo una señal con la mano a uno de los sirvientes, ahí presente señaló para que le sirviera el desayuno en la pequeña mesa de té que ahí estaba.
—Yo también necesito un café, por favor— Señaló James al mismo sirviente antes de marcharse.
Y algunos minutos después, ambos se sentaron a desayunar a vista y paciencia de todos los presentes, con una calma envidiable que no hacía más que enfurecer a los presentes, menos al abuelo y el mismo hermano de Aiden, el longevo hombre a pesar de no tener la certeza, suponía que sin importar el poder y clase que tuviera Rossete, ella, no se vería tan tranquila, digna y magnífica si no fuera porque todo aquello tenía una explicación lógica.