A la mañana siguiente de la fiesta, Aiden se levantó más temprano de lo habitual cuando Jack le dio aviso de que ya estaba llegando a la residencia que compartía con su actual esposa. El asistente tenía las ojeras marcadas y seguía usando la misma ropa que el día anterior, esto, no precisamente porque se hubiera quedado dormido y sin tiempo para alistarse, sino, porque había pasado toda la noche en vela buscando el recado que le había dado Aiden la noche anterior durante la fiesta.

“Quiero que encuentres toda la información de ese tipo”

Aquello le había ordenado luego de encontrarse con él en el cuarto de seguridad del hotel donde se había llevado a cabo la fiesta la noche anterior. Y cuando entró en la casa aquella mañana, mientras Aiden preparaba el desayuno, no estaba precisamente satisfecho con la información encontrada, aún no entendía por qué su jefe tenía tal recelo con su mujer, entendía que este tenía una naturaleza desconfiada y que su familia podía significar un potente enemigo si quisiera, ¿pero ella?, ¿Rossette?, a sus ojos, la pobre actriz desvalorizada del medio, no tenía posibilidad alguna de ser una amenaza para él o sus planes. Aun así, siguió sus órdenes, porque ante todo, su lealtad hacia Aiden, era inquebrantable.

—Buenos días.— saludó Jack sentándose en una de las butacas frente al mesón.— Gracias.— dijo mientras Aiden le servía una taza de café delante de él.— Tengo algunas respuestas, escasas, pero es algo.