¿Te quedas conmigo? Princesa y esposa por contrato.
la lealtad, Toda su familia había respetado aquellos principios, sus padres se habían casado por el enorme amor que se habían tenido, sus abuelos se habían conocido desde pequeños, cultivando
¿Cómo había terminado así? En el altar junto a un hombre que no la amaba, que, p
Aiden Campbell? ¿En la salud y en la en
siquiera en el camino al altar, no, había permanecido con la mirada perdida, en algún punto detrás de ella. El dolor era una sensación del cual ella estaba más que acostumbrada, pero no esperaba que, después de tantos años, el rechazo de Aiden doliera con la misma inte
alabras jamás le habían
ssete Beaumont,? ¿En la salud y en la enf
zca de duda, pero a su vez, tam
nica me concede, yo los declaro, marido
cual cubría ambos rostros de los asistentes y testigos de la boda, por el otro lado, el largo cabello de ella cubría a ambos de los ojos del ministro que oficiaba la boda, su
lorosa estocada una vez más, pero pese a que no comprendía de donde nacía todo aquel rencor, le dio una suave sonrisa, mientras los asistentes aplaudían.
el vals de los novios, en un profundo silencio, no fue hasta
ltima vez que nos vimos, mi nulo interés romántico en ti. Rec
su mano, mientras se movían al compás
r sus uñas sobre la mano ajena.- Alguien puso algo en mi bebida y desper
de ella y disimuladamente la hizo girar para camb
tú.- dijo él nuevamente en voz baja cuando solo una fra
o estaba el móvil de ella, que en el segundo que él cerraba la puerta detrás de ella, Rossete se acercó a revisar, un mensaje de Maurin, el mayordomo de su abuelo y que c
quedaba poco tiempo de vida y ella, que debió de haber vuelto para estar con él luego del que deb
amada, su abuelo, quien la había criado tras la repentina muerte de sus padres, se moría y ella se había metido en un escándalo, ¿Cómo podía darle tal preocupación?, simplemente no fue capaz. Por ell
no Unido, soy una simple modelo, nadie importante, solo Rossete y Aiden es solo un hombre q
amente embriagado por una calma en el alma al saber que s
ara ti, pequeña mía, fuga tu amor y luego, tráelo a casa, qu
... ¿Cómo podía pedirle a aquel hombre que la
importarle hacer espe
doctor dice que por ahora, es lo mejor, si despierta, le avisaré. Señorita, v
razón apretado, su amado ab
e sus tormentosos pensamientos, devolviéndol
ué
aguja en su corazón, estúpido, estúpido corazón, ya no debería de afectarle la crueldad de Aiden, había sido inc
uer, hace tres años se había prometido, jamás nunca volver a ser vulnerable frente a otro hom
a no recibiría ningún activo de su familia o matrimonio, pero sí, una compensación como pens
ntar la mirada- firmaré, también, el acuerdo de confidencialidad que me dejas aquí, nunca hablaré
razón temblar y su alma llorar, el rencor en su mirada
almente él luego de v
dió ella, no quería explicar la razón, era demasiado doloros
l la interrumpió.-... No me importa realmente, si tanta debe ser tu asque
ntes de entregarle nuevamente los documen
se abrió, un hombre que reconoció como el secretario de Aiden, entró
este y una expresión de preocu
os vamos pronto- or
la cabeza a los invitados y familiares, pero para sus adentros, estaba completamente asombrado de la naturalidad con que aquella arpía mujer, podía actuar, o tal vez no fuera una actuación, y como había supuesto, todo esto era parte de su asqueroso plan,
tando la cintura de ella con una apa
a en medio de su fiesta? - Preguntó su abuelo sentado junto a
a estar juntos después de la fiesta - Dijo Aiden con una
su identidad, no le sorprendía, tenía la edad de su abuelo, ¿Qué otras cosas conocía aquel anciano rico en sabiduría?. No se atrevió a preguntar y simplemente le agradeció con sinceridad para luego ponerse de pie, de toda la familia de su nuevo esposo, aquel hombre era el único que mostr
el cielo estaba nublado, el frío comenzaba a llegar a Londres junto al otoño, ella no había tenido tiempo para pedir que le llevasen del hotel donde había estado hospedándose un cambio de ropa, y ahora, solo tenía aquel vestido comprado
ordenó, la frialdad en su voz bajó la temperatu
ue llegue a mi h
¿O ni siquiera tienes dinero suficiente para eso?
nzó a caminar calle abajo, sin un rumbo fijo o idea alguna de como llegar a su hotel y no es que tuviera problemas de dinero, muy por el contrario, pero aquella mañana, cuando habían ido por ella al hotel, no pe
y cansados, estaba perdida y tenía frío, la poca gente que pasaba por ahí la mirada con lamento, como
se detuvo a su lado, la ventanilla bajó y d
a, asintió sin ganas de decir mucho más, su nombre no debía de ser desconocido para él.- Déjame llevarte a casa
segundo, estaba cansada, adolorida y pérdida, además, no tenía a nadie en Reino Unido