¿Te quedas conmigo? Princesa y esposa por contrato.
Autor: Elizabeth SSM
GéneroRomance
¿Te quedas conmigo? Princesa y esposa por contrato.
Parecía que, pese a todo, no encontraría paz en aquella casa o en la compañía de su presunto esposo. A la mañana siguiente de aquella discusión por la tarde en la oficina de Aiden, él apareció cuando ella se servía su café matutino, ya se había vestido y estaba lista para salir. A los ojos de él se veía simplemente radiante, hermosa y elegante, enfundada en aquel vestido de corte lápiz que terminaba generosamente sobre sus rodillas, unos tacones altos que destacaban aquellas preciosas piernas que atormentaban sus sueños y su larga melena, seda negra en una coleta, dejando apreciar sus delicados hombros y cuello. Sus pensamientos solo le causaban más rabia consigo mismo ¿Por qué demonios no podía ser al menos un poco más fea, o tener mal carácter?
—Me he enterado de que mi abuelo ya te ha liberado parte de las arcas familiares, trata de no derrochar todo el dinero en ropa y banalidades.— reprendió él nada más aparecer aquella mañana por la sala mientras ella bebía tranquilamente su café mientras leía algunas noticias en su tablet.
Rossette estaba al tanto de aquel detalle que señalaba sobre el dinero de su familia, pero hasta ese minuto, no había hecho uso de ni una sola libra esterlina de lo que se le había asignado como pensión de casada por el abuelo de Aiden. Él debía estar al tanto de las finanzas familiares, ¿por qué seguía insistiendo en verla como una mujer presuntuosa y derrochadora? ¿Cuándo le había dado esa imagen de ella para que lo creyera con tanto fervor?
Él rio de forma burlesca ante la incomprensión de ella respecto a sus comentarios.
—¿Es que acaso has sufrido amnesia desde hace un año?— Preguntó con molestia— ¿No es por eso que interviniste en la fiesta de compromiso que había planeado cuidadosamente para Amelia? ¿No fue por eso que llegaste con exactamente el mismo vestido a la fiesta? No necesitas seguir haciéndote la tonta, era demasiado claro que buscabas desacreditarla o confundirnos a todos, ¿No? —Ahora su tonto estaba empapado en un claro enojo e indignación.
Rossette había quedado atónita, si bien aquello había sucedido hace un año, en aquella importante fiesta, donde había ido como invitada de su coprotagonista secundario del drama que estaba grabando en aquella época, ni siquiera tenía conocimiento de los invitados a dicha fiesta.
—Las cosas no sucedieron como crees.— comenzó a decir ella.— Simplemente asistí como pareja de uno de tus invitados, no tenía idea de quién era la fiesta o el motivo, y sobre el vestido… —guardó silencio un minuto.— Puede que no me creas, pero como te dije, ni siquiera sabía que asistiría hasta aquel día, por ello le pedí a la marca que representaba en aquel entonces, pudiera facilitarme uno. Lo creas o no, solo fue una mala coincidencia.
Su tono fue tranquilo, sin alteraciones, se había prometido a sí misma que no dejaría que aquellas acusaciones de Aiden la sacaran de las casillas nuevamente, ella no era así, y no le gustaba lo que él provocaba. Si tan solo pudiera encontrar una forma en que sus palabras no entraran directamente a su corazón como dagas, todo aquello sería mucho más sencillo.
Aiden estaba por contestar a aquellas excusas que Rossette parecía tener para todo, para cada uno de sus actos desvergonzados y maquinados, pero el sonido de su móvil lo distrajo, abrió el mensaje al notar que se trataba de Amelia.
“Parece que lo has olvidado, ¿debería irme a casa ya?, ¿O continuo esperándote en tu piso?”
Aiden soltó una maldición y sin responderle a Rossete o darle alguna explicación salió de la casa rápidamente, se subió a su coche y echó a andar hasta su piso en el centro de Londres, ¿Cómo lo había podido olvidar? Le había prometido una cita para ellos solos, conocía la profundidad de los sentimientos de su querida amiga, nunca los había correspondido más allá de encontrarse envueltos en un poco de pasión, pero aun así, se había preocupado de cuidarlos, incluso cuando su fama de Play Boy lo seguía desde siempre, ella era la única que estaba al tanto de que todo era una mera pantalla, una imagen para desviar la atención de la gente y su familia sobre sus negocios. Y ahora, estaba echando a perder todo aquel esfuerzo. Pero incluso en su propio discurso o pensamientos, no podía mentirse, simplemente lo había olvidado porque otro pensamiento había tomado mucha más fuerza. Las palabras de Rossete la tarde anterior lo habían desestabilizado, atormentado y envuelto en una psicosis que no se pudo quitar de encima hasta llegar a casa, asegurándose de que ella, había vuelto también y que no saldría más tarde a encontrarse furtivamente con un “nuevo amante”.
Cuando varios minutos más tarde entraba por fin al piso en el centro de Londres, Amelia lo esperaba en el balcón mirando hacia el concurrido centro de la ciudad, se veía abatida y decepcionada, pero por supuesto, no era más que una mera imagen, sus informantes le habían avisado del paradero de Aiden la noche anterior y sabiendo utilizar la culpa en su máximo esplendor, le había hecho creer que había pasado la noche esperando por él.
—Amelia.— No se giró cuando la llamó al llegar a su lado, mantuvo su papel hasta que él cuidadosamente tomó una de sus manos.— Mírame, por favor.
Entonces ella, en un suspiro, se volteó hacia él.
—¿Qué ha sucedido? ¿Por qué no has venido Aiden? —Preguntó con aquella expresión dolida.
—He tenido que arreglar algunos asuntos con Rossette.— dijo y suspiró hastiado.— Me temo que tendré que alargar toda esta farsa unos tres meses. El lanzamiento público de la empresa se vendría abajo si al mismo tiempo se hace público mi divorcio.
Amelía retiró su mano de él rápidamente y la llevó hasta su pecho con una expresión envuelta en lo que parecía sincera pena y preocupación. Se mantuvo en silencio unos segundos, para luego continuar en su papel y darle una sonrisa compasiva que aumentó la culpa sobre ella en Aiden. Se acercó a él y tomó con suavidad su rostro entre sus pálidas y delicadas manos.
—Está bien, entiendo lo horrible que debe ser esto para ti, todo nuestro esfuerzo se ve agraviado por causa de ella, puedo soportarlo, solo serán unos meses más, pero Aiden, no te puedo mentir, me preocupa tu reputación y la de tu familia, su mala fama casi es palpable, su vulgaridad es parte de su esencia, ¿Cómo afectará esto a tu empresa y la familia Campbell?
—Todo ha sido un caos desde que ella apareció, debido a ella y su maldita aparición, tuvimos que posponer nuestro compromiso un año, hasta que las habladurías se calmaran y ahora, vuelve a hacer un escándalo terminando por casarnos, todo esto, has tenido que incluso, mantenerte lejos de Reino Unido para que tú y tu familia no se vieran afectadas, ¡Es ridículo!— Exclamó exaltado y cada vez más molesto, Amelia rodeo su cuello y lo abrazó entregándole consuelo.
—No te preocupes por mí o por Hamilton, te somos leales y siempre lo seremos, esto no es más que un traspié.— susurró, pero la mente de Aiden ya había divagado una vez más a aquella mujer que tenía su mundo patas para arriba. Si tan solo la cosas no se hubieran ido al carajo hace tres años, ¿Qué sería de ellos en aquel minuto?. Luego la imagen de Rossete y su hermano tonteando en la fiesta de su abuelo y las palabras pronunciadas por ella la tarde anterior volvieron para arder su herida y su orgullo. ¿Realmente estaba pensando en convertirse en la amante de su hermano?
Amelia notó que repentinamente la atención de Aiden había desaparecido y cuando se separó suavemente había una intensidad en los ojos de él que jamás había visto en la vida que llevaban uno al lado del otro. ¿Todo era debido a ella? ¿Qué tanto era lo que la vulgar de Rossete tenía que poder hacer merma en la implacable personalidad de Aiden? Los celos perturbados e insanos rasgaron su alma, no porque sintiera amor por él, no, la verdadera razón era porque solo había un lugar poderoso al lado de Aiden y sería de ella, juntos, su ambición en los negocios conquistaría Europa y el mundo.