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Capítulo 8
Trato y cosas claras
Palabras:2455    |    Actualizado en:12/01/2023

Los siguientes días pasaron en completa naturalidad, Rossette se había acostumbrado de cierta manera a escuchar el coche de Aiden en las mañanas al irse y llegar por la noche. Ninguno tenían idea que eran lo que hacían el uno del otro en sus tiempos separados y pese a sentir algo de curiosidad, el orgullo de él y el corazón confundido y herido de ella, le impedía ver más allá de sus sentimientos contrariados y anhelantes.

Rossette por su lado se había dedicado a encontrar un despacho desde donde trabajar y ponerse al día con sus distintas inversiones, Ginny, su joven, pero leal asistente, llevaba de forma telemática las órdenes de su jefa desde París, donde se encontraban de manera física las oficinas de “Nouveaux Investissements Futurs”, La empresa de inversiones más grande de Europa, fundada por sus padres, la misión de la organización era representar a miembros de las distintas coronas y la alta aristocracia en distintos proyectos para inversión de forma relativamente anónima, esto, debido a que era de conocimiento público que era un instrumento para aquellos personajes públicos, pero a su vez, solo el inversor sabía a quién le estaba entregando su dinero. Nouveaux Investissements Futurs, había respaldado e impulsado a empresas jóvenes y con un futuro brillante desde su nacimiento, el padre de Rossette creía firmemente en que había grandes ideas que solo necesitaban un pequeño empujón para volverse imperios y así lo había demostrado, contando con la más alta calidad de personal, sus analistas financieros, ingenieros y desarrolladores de distintas áreas representaban una fuerza laboral completamente respetable. Rossette había sido instruida en las responsabilidades de su cargo desde la corta edad de diez años, por ende, cuando asumió como presidenta con solo diecinueve, nadie se sorprendió de su talento para dirigir la organización con los mismos valores e ingenio de su padre.

Ginny estaba a tanto de la desafortunada situación en la que se encontraba su querida jefa y se había encargado personalmente de buscar la forma en que su querido primo, el príncipe heredero, Marcus y sus amigos más cercanos, así mismo su familia, no sospecharan nada en el próximo mes que ella estaría ausente en Francia y es que si bien, debido a sus labores en la empresa, así como su carrera de actriz, Rossette solía viajar constantemente, pero, nunca estaba más de una semana de corrido fuera de casa sin volver por al menos un par de días para visitar a su querido abuelo.

Su “despacho” era en realidad un amplio apartamento, una azotea en el centro de Londres, en uno de los edificios más cotizados de la región. Su abuelo le había regalado aquel piso varios años atrás cuando había decidido estudiar en la Universidad de Oxford, que estaba a solo una hora y media en coche. Su abuelo le había ofrecido comprar algo más cercano a la facultad, pero Rossette simplemente se había enamorado de Londres, además, la mayoría de sus filmaciones se realizaban en aquella ciudad.

Por otro lado, Aiden cada vez se sentía más curioso y molesto consigo mismo, por ello, debido a su esposa, sabía que actualmente estaba en medio de la filmación como papel secundario en una película, pero no entendía como aquello podía tomarle gran parte del día, porque si bien, no sabía exactamente donde o que, la cámara de seguridad puesta fuera de su casa, le había mostrado en las grabaciones que Rossette se iba poco después que él y volvía no mucho antes. Grande había sido su sorpresa también, cuando al llegar una tarde, se encontró en el garaje un lindo BMW sedan blanco en uno de los espacios, lo primero que pensó al verlo es que su hermano —Quien adoraba aquella marca de coches— Se había comprado uno nuevo y no estaba perdiendo la oportunidad para ver a su esposa en privado, la sola suposición había despertado una posesividad primitiva que lo había hecho entrar hecho una furia aquella noche a la casa. Solo para encontrarse a una relajada Rossette leyendo un libro en camisón en la terraza junto a una copa de vino, cada vez que la encontraba de aquella forma tenía que empujar lejos, de forma consciente, el deseo, la necesidad e ignorar la repentina picazón que presentaban la yema de sus dedos por enredarse en la seda negra de su cabello o recorrer aquellas largas e infinitas piernas. Si tan solo todo no se hubiera ido a la mierda hace tres años, llevaba demasiados años deseándola, anhelándola y creyendo como un idiota que la había eliminado de su sistema por completo, cuando la realidad era muy distinta, razón por la cual después de haberla encarado aquel día, había decidido irse antes de que ella se levantara y llegar cuando ella ya se había ido a la cama, si no la veía, casi podía adormecer el profundo deseo que lo carcomía.

“-¿De quién es ese coche?— había preguntado nada más entrar y encontrarse con ella— No puedes ser tan estúpida como para estar metiendo hombres en mi ausencia.

Ella le había dado una mirada furiosa y sus palabras habían sido quedadas, muy quedadas.

—No soy yo quien anda con una rubia acompañante y el coche es mío. Esposo.— aquella última palabra había salido como si se tratase de una blasfemia horrible.”

De aquella situación ya habían pasado algunos días y desde entonces se había estado preguntando si debería haberse disculpado en aquel momento, pero habían pasado varios días y ahora, sentía que no sabría como hacerlo. Por otro lado, debido a su reciente matrimonio, nadie esperaba que apareciera por la empresa familiar, no es como si en una situación normal lo esperaran tampoco, la gente de su familia lo tenía muy mal categorizado, tampoco podía culparlos, él se había labrado la mala reputación a propósito y con mucho empeño, era más conveniente y nadie hacía preguntas si dejaba de ir por varios días. Una situación completamente diferente en su propia empresa, donde se le conocía por ser un completo adicto al trabajo, la gente no le había conocido más compañera que la señorita Hamilton y aun así, dudaban que fuera algo más que una vieja amistad. Aiden Campbell no podía amar a nada más que no fuera su propia ambición.

Aquel día en su oficina se encontraba junto a jack, su asistente y mano derecha, siendo compañeros de alma mater, se habían conocido en un insólito curso de filosofía en la mitad de semestre, sin saber realmente por qué, no se había sentido cómodo introduciéndolo en su grupo de amigos, Erick y Amelia, aquel duo dirigía sus propios negocios familiares, se darían cuenta rápidamente del increíble cerebro que manejaba Jack, y no dudarán por un segundo en quitárselo, No, aquel cerebro tenía que ser de su propio uso particular. Tiempo después la cercanía y la relación había evolucionado a una profunda y leal amistad, el mismo peso para ambas direcciones. Hoy en día, después de más de tres años, ya casi no se trataban como jefe y subordinado, al menos no en privado.

—¿Has recibido alguna novedad sobre el inversionista? — preguntó Aiden viendo como nuevamente, y de forma puntual, su incógnito inversor había respondido a su solicitud de aumento de fondos para las nuevas expansiones que pensaban hacer en el rubro, comprar empresas más pequeñas y ampliar su mercado, así mismo como sus clientes. El inversor no había contestado el correo o la carta formal, la invitación a reunión o cena de discusión para negocios, No, el inversor simplemente había depositado el dinero a la cuenta de la empresa y había enviado el contrato de reinversión firmada. No lo había entendido nunca, habían hablado por correo electrónico durante casi seis meses antes de firmar y concretar la inversión intercambiando ideas, propuestas, comentarios sobre filosofía económica y demás. Pero un día, hace poco más de tres años, simplemente dejó de contestar y tres días después una abogada francesa llegó en su representación para generar la firma y entregar el cheque. Después de aquello, no se habían logrado comunicar, ni una sola vez más después de eso, con él. Habían tratado de localizarlo sin descanso, pero todo resultado había sido inútil, más allá de aquel abogado francesa, no lograban pasar, un completo callejón sin salida al que llegaban una y otra vez.

—Nada, investigué una nueva pista de una pequeña empresa agrícola al sur, pero cuando hablé con el dueño, dijo exactamente lo mismo, que; “una abogada francesa había venido en su representación, habían firmado y entregado el cheque, nada más”, con la excepción clara, que no habían estado compartiendo correos durante meses antes de firmar su participación.— explicó Jack y luego se le quedó mirando largamente. Aiden lo notó y suspiró.

—Pregunta.— ordenó Aiden resignado.

—Te has casado. —dijo

—Eso no es una pregunta.— señaló su jefe comenzando a exasperarse.

—¿Cómo te sientes al respecto?—Preguntó finalmente Jack

Aiden se tomó algunos segundos antes de contestar, simplemente porque nunca se había detenido a pensarlo, se había pasado todos aquellos días simplemente lamentándose de su mala suerte y su situación indeseada. Nada más.

—Mi hermano dice que debería tratar mejor a Rossette, señala que si ella quisiera, podría hacer añicos mi reputación, en vez de eso, se ha mantenido a mi lado resignada y callada. —comentó.— ¿Qué crees tú?

—Pienso que su hermano tiene razón.— señaló rápidamente para sorpresa de Aiden.— también creo, que debería mantener el divorcio en absoluto secreto, su empresa y potencial aún es desconocida para su familia, así como su dirección sobre ella, además, de nosotros, solo su gerencia conoce su identidad, si se supiera sobre su divorcio luego de una sola hora de matrimonio legal, simplemente se volvería un chiste y arruinaría cualquier clase de seriedad que podría lograr estando casado, al menos hasta poco tiempo después de hacer el anuncio oficial de esta empresa.

Aiden asintió, sabiendo que por mucho que lo detestara, tenía razón.

—Maldito el día que tuve que entrar a esa condenada biblioteca y conocer aquella despreciable mujer.— prácticamente gruño cada palabra y Jack no podía evitar preguntarse de dónde había nacido tanto odio, Jack conocía a Rossette de la universidad y los había visto juntos en la biblioteca en aquel tiempo, aunque Aiden no lo supiera, no lograba entender cómo todo se había roto de forma tan abrupta, así mismo, jamás le había preguntado a su jefe.-Programa el anuncio oficial para este mismo día dentro de dos meses y dejaremos filtrar la noticia de mi separación con ella un mes después.

Jack asintió y luego observó como Aiden tomaba su teléfono móvil y marcaba.

—¿Dónde estás?— Preguntó nada más, Rossette contestó al otro lado de la línea. Ella, por otro lado, había terminado justo recién una reunión por videoconferencia.

—En el centro, salí a dar una vuelta.—dijo ella con tranquilidad, tratando de ignorar el irritante tono de Aiden.

—Qué cómodo debe ser tener tanto tiempo para holgazanear.— soltó él con ironía, ella tuvo que apretar la mandíbula para no contestar aquello.— Pasa para mi oficina, tenemos que hablar. Te enviaré la dirección por mensaje.

Sin más, cortó la llamada.

Solo diez minutos después, Jack guiaba a Rossette luego de presentarse en el estacionamiento, por los pasillos y el ascensor del lujoso y moderno edificio, mientras lo hacía, Jack la puso al día sobre la creación y desarrollo de aquella enorme y nueva organización, con solo tres años en el mercado, la empresa se había apoderado prácticamente de la competencia. Le explicó también que la familia de Aiden no tenía idea al respecto sobre su existencia y que, por el minuto, debía seguir así. Rossete se mostró algo sorprendida en un principio y luego escucho atenta y pacientemente cada palabra de la mano derecha de su esposo.

Cuando finalmente llegaron a la oficina de Aiden, Jack les dio privacidad para discutir lo que fueran a necesitar.

—Iré al grano, necesito expandir nuestro acuerdo de farsa un poco más, tres meses para ser exactos.— dijo finalmente sentado detrás de su escritorio. Rossete sentada en frente, era la viva imagen de una emperatriz, hermosa, elegante y magnífica. Los empleados que la habían visto, no habían tardado en averiguar sobre su carrera de actriz y pese a los rumores en la web, la gran mayoría, había decidido no creer en ellos, su jefe era un hombre inteligente, jamás se habría casado con alguien que no fuera de su perfecta categoría o que no estuviera a su altura, una compañera perfecta para impulsarlo en su enorme ambición.

—Bien, pero tengo una condición.— dijo ella.— necesitaré un favor tuyo en algún momento, cuando lo cobre, no te podrás negar.

Aiden la miró largamente, tratando de forma desesperada de averiguar qué era lo que pasaba por aquella indescifrable mente, ¿cuántos secretos albergaría aquellos ojos esmeralda?, ¿Podría siquiera alguna vez terminar de conocerlos todos? Simplemente, imposible.

—Bien…-señaló finalmente él.— Puedes retirarte, es todo.

Ella se puso de pie sin inmutarse y comenzó a dirigirse a la salida, pero justo antes de salir se giró con la manilla de la puerta sujeta en su esbelta y delicada mano.

—¿Cómo está Jimmy? —Preguntó ella para sorpresa de Aiden, quien interpretó la educada pregunta como si tuviera un interés personal y romántico, la rabia de él ardió con furia en su interior, recién divorciados ¿Y ella ya estaba buscando un nuevo amante?… Arpia, eso sumado a que estaba seguro de que el tonto de su hermano menor se sentía atraído hacia ella, eran la mezcla perfecta para generar una increíble furia impregnada en celos en el interior de él. Aun así, con un tono de aparente tranquilidad, pero destilando veneno e ironía, contestó.

—Bien, por supuesto, ¿Por qué preguntas?… No me digas que…— hizo una pausa y rio levemente de forma burlesca y algo cruel.— ¿Te has hecho ilusiones tontas, románticas e inútiles solo porque te ha mostrado un poco de atención?

Rossete no tenía sentimientos románticos por Jimmy, pero aun así, su tono y su veneno la enfureció.

—Hasta donde sé, querido esposo, aquello no es de su interés, incluso si hago de "mujer patética", bajo el cuerpo desnudo de Jimmy en mi cama, seguiría sin ser su problema, usted tiene una rubia por quien preocuparse — le recordó.— la elección de mi amante no tiene nada que ver con usted, incluso si tiene su misma sangre.

Sin más, cerró la puerta de una sola vez, dejando a Aiden simplemente atónito, sin ser capaz de procesar lo que acababa de escuchar, envuelto en una ola llena de celos, rabia y frustración, que explotó segundos después, cuando logró procesar que su esposa podría tener un amante, maldijo por varios minutos en la privacidad de su oficina, mientras, estaba seguro, su presunta esposa buscaría un amante que la satisficiera.

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1 Capítulo 1 Boda 2 Capítulo 2 Tres años atrás, Escuela de Economía, Oxford. Flashback 3 Capítulo 3 Cumpleaños 4 Capítulo 4 Identidad 5 Capítulo 5 Tentación 6 Capítulo 6 Cómo piezas de Puzle 7 Capítulo 7 Dudas8 Capítulo 8 Trato y cosas claras9 Capítulo 9 ¿Celos 10 Capítulo 10 Rumores11 Capítulo 11 Rumores y verdad12 Capítulo 12 No puede ser tan sencillo 13 Capítulo 13 Poner en orden14 Capítulo 14 Figura pública 15 Capítulo 15 Caretas16 Capítulo 16 Sospechas17 Capítulo 17 Interruptor18 Capítulo 18 Sentido de posesión 19 Capítulo 19 Tensión 20 Capítulo 20 Conjeturas 21 Capítulo 21 Accidente 22 Capítulo 22 Panico23 Capítulo 23 Mía 24 Capítulo 24 Memoria25 Capítulo 25 Verdad26 Capítulo 26 La fragilidad de la memoria27 Capítulo 27 Despertar 28 Capítulo 28 De las cenizas 29 Capítulo 29 Control30 Capítulo 30 Cambios31 Capítulo 31 Detalles a confesar 32 Capítulo 32 Escudriñando33 Capítulo 33 Convivencia 34 Capítulo 34 Mancha en el corazón 35 Capítulo 35 Un hilo menos 36 Capítulo 36 Un hilo más 37 Capítulo 37 Elegir un solo bando38 Capítulo 38 Recursos y Amigos 39 Capítulo 39 Confusiones 40 Capítulo 40 Dignidad 41 Capítulo 41 Vulnerable 42 Capítulo 42 Giovanni 43 Capítulo 43 Verdad44 Capítulo 44 Necesidad de poder 45 Capítulo 45 Reflexión 46 Capítulo 46 Cruda verdad 47 Capítulo 47 Casi48 Capítulo 48 En busca de respuestas 49 Capítulo 49 Corona50 Capítulo 50 Juntos51 Capítulo 51 Francia, 8 años atrás (Parte 1)52 Capítulo 52 Francia, 8 años atrás. (parte 2) 53 Capítulo 53 Francia, 8 años atrás. (Parte 3) 54 Capítulo 54 Francia, 8 años atrás. (Parte 4)55 Capítulo 55 Francia, 8 años atrás ( Parte 5) 56 Capítulo 56 Londres. Actualmente 57 Capítulo 57 Nueva oportunidad 58 Capítulo 58 Regalo de cumpleaños 59 Capítulo 59 Valor de un regalo 60 Capítulo 60 Negocios 61 Capítulo 61 Desenredando la verdad62 Capítulo 62 Flashback, Atte Marcus. 63 Capítulo 63 Amigas de la facultad 64 Capítulo 64 Tierra Hamilton65 Capítulo 65 Final de lo que nunca fue y de lo que pudo haber sido66 Capítulo 66 De vuelta 67 Capítulo 67 Despecho 68 Capítulo 68 Una pequeña nota69 Capítulo 69 Vigilancia 70 Capítulo 70 Después del Ocaso …71 Capítulo 71 Hola… Otra vez.72 Capítulo 72 Primitivo73 Capítulo 73 Propuesta 74 Capítulo 74 La ciudad del amor 75 Capítulo 75 Solo... Vivir76 Capítulo 76 Negación 77 Capítulo 77 Deseo78 Capítulo 78 Confesión 79 Capítulo 79 Interrogatorio de Meliak80 Capítulo 80 Delicioso control81 Capítulo 81 Fiesta de compromiso 82 Capítulo 82 Solo un baile83 Capítulo 83 Semántica 84 Capítulo 84 Lealtad 85 Capítulo 85 Final