DEUDA DE SANGRE: UNA PASIÓN CON EL MAFIOSO
ti permanecía en un silencio que no era paz, sino una pausa entre dos explosiones. El eco de l
iempo que no parecía avanzar; los segundos se arrastraban como si quisieran torturarla. El rostro aún le ardía por las
entido, saboreado por un instante, y luego la perdió en un
fija en la ventana donde la noche empezaba a caer. El jardí
tando demostrar su inocencia ante un hombre que no escuchaba r
endo un nudo en el pecho. "¿Por qué me mantiene
de soldado. Afuera de la habitación, dos guardias montaban vigilancia. Todo estaba reforzado, cada venta
*
spacho principal, el aire
servando el jardín que ahora estaba sumido en sombras. La conversación con Anderson Carter
re de I
uego del rencor se mezclara con
torio, lo observaba con una mez
a-. No me digas que todavía vas a dejar que e
ficiente para hacer temblar a cualquier hombre, pero Anderson Carter no era
de ella -gr
Su traje negro se ajustaba perfectamente, el reflejo de
uir usando el nombre Valverde como excusa para destruirte. Te
el mafioso
escritorio con el puño-. No
ó una ceja,
meses persiguiendo sombras, y ahora tienes a una ni
ensa, pesada. Caminó alrededor del esc
" -replicó entre diente
cruzándose de brazos-. ¿Por tener el control de
os hombres quedaron frente a frent
eda un poco de lealtad, te enfocarás en lo que importa: e
nsión, el fuego que ardía detrás de esas palabras.
e la muñequita Valverde no vuelva a darte en las bolas, ¿eh?
ceño fruncido y la mandíbula apretada. Cuando la puer
io lo dev
scritorio con el brazo, lanzando al suelo los papeles, los
a entrepierna con un gesto instintivo, apretando los dientes. El dolor pe
tes, inclinándose un poco-. Ni siqu
a. Se dejó caer en el sillón, con la cabeza echa
Isabella: los ojos desafiantes, la voz temblorosa, la
pensó. "Como si fuera y
se interrumpió sus pensamientos
eguntó desd
ó la vista, solo h
sát
ó el ceño,
tá s
o atormentaba-. Quiero que le den de comer, pero nadie le hable. Refuercen cada
ten
ando el hombre estaba p
respeto y se reti
nclinó hacia adelante, apoyando los codos en las rodill
se estaban saliendo de control. El muelle, los b
mu
Val
bía hecho quedar como un idiota frente a sus hombres, y sin emba
amargura. "Ella era elegancia, calma, obedienc
atrae, au
luces se habían encendido entre los rosales. Desde allí podía ver la ven
s ojos se suavizaro
a mezcla de frustración y deseo r
o vientre, recordándole la escena an
rmuró para sí-. Te voy a en
un trago de whisky. El líquido ámbar le q
ue conc
mitirse más
s, la policía husmeando demasiado cerca
l vaso, pensó en los nombres posibles, en las filtraci
susurró-. Y lo p
bién un hombre con sus propios intereses. Aunque lo negaba, Vittorio sabí
a rabia, curiosidad o un sentimiento más oscuro lo que lo mantenía atado a
oltarla. N
orio, entre los restos de lo que había arrojado. Luego se
había perdido a Isabella y el del mafioso que había capturado a Aria.
despierta, con los ojos clavados en la puerta,
guerra bajo e
ro por la rabia, el dolor y algo más
d no trajo descanso pa
sil
o cont