DEUDA DE SANGRE: UNA PASIÓN CON EL MAFIOSO
os, la fachada impecable de Marchetti Holdings ocultaba otra cartografía: pantallas con rutas, líneas de números y hombres que resolvían problemas sin aparecer
ina y sabía que una sola llamada podí
escritorio-. El carguero Siena fue interceptado anoche por la policía portuaria de
pronunció palabra. Por la ventana, el pue
guntó al fin, la voz
otes marcados como mercancía, y documentación que apunta a las rutas de Marsella y
hasta la ventana y miró el Hudson como
logística? -pregun
k. Tenemos nombres, pero faltan pruebas directas. La policí
do. Vittorio cerró los ojos un ins
esente en el muelle ahora. Quiero saber quién
rrarse, el teléfono del despacho sonó. Vittorio lo tomó y es
s. Redirige las rutas.
empresarial seguía perfecta para los inversores; en los sótan
preguntó, en voz baja, más po
on intermediarios. Dijeron que Aria está con usted como gara
ia con la calma de quien
ró-. Lo hicier
que no tenían
el filo de su voz dejó claro que nada human
con paso medido: chaqueta bien cortada, m
tervención en Red Hook fue brutal. Alguien em
Vittorio f
Un tipo de nuestro equipo dejó huellas en algun
No era la pérdida lo que le
-. Traigan al capitán y a los hombres que tocaron los con
archetti hablaba así, las consecuenc
-
la decisión de entregar a Aria les pesaba en la garganta cada segundo. Habían hablado con Vittorio co
que ahora intentaba justificar lo indefendible-. Si
do. Su pecho dolía por una cu
segura -susurró-. Le di
el Marchetti les quemaba la lengua cuando tenían que explicar la decisión a
-
cesitaba asir un control que no fuera sólo de mesas de operaciones; necesitaba imponer orden donde una negativa l
y donde la apariencia debía ser impecable. Quería verla rodeada
o cuando apareció en
sa resistencia que
-contest
ittorio se acercó con la calma del que no pierde el control, hasta que
ole la mirada-. ¿Y cre
modidad de su casa -respondió ella,
e no pudo retener, alzó la mano y le propinó una bofetada doble, seca y contundente; su mejilla estalló en rojo, la marca del golpe brilló
por el pasillo como quien toma una pieza que ha decidido recolocar. Nadie, entre los pres
a la cama con violencia calculada. La empujo, la dejó sin aliento; él la tomó por el mentón c
ES MÍA TE GUSTE O
El segundo golpe resonó como confirmación de un poder que no se cuestiona. Aria, con la sangre del
TODO ESTE JUEGO TUYO TENDR
gar con su propio ruido interno; pero la contención volvió con rapidez. No por remordimie
la habitación. La puerta se cerró con
ada día que me desafíes -fue su última frase antes d
rabia no murió en sollozos: fue combustible para la acción. Entre sollozos ahogados y respiraciones cortas, comenzó a buscar cómo salir. Revisó cajones, palpó las cerraduras, encontró un pequeño dest
as a Anderson, órdenes a Marco, trazas que podían cerrar rutas o abrir ojos. El golpe en el puerto tenía que resolverse como problem
luminada que nunca perdona. Dijo en voz baja, más para co
los Marchetti y q
ntiendo el calor en la mejilla y la rabia quemando como una señal. No se rendiría. No en pala
an hacia muelles, llamadas cruzaban continentes,