DEUDA DE SANGRE: UNA PASIÓN CON EL MAFIOSO
sensación de estar atrapada en un sueño que no terminaba nunca. Cada rincón de aquel lugar era hermoso y opresivo a la vez: los pasil
n crecer sin fin y, al fondo, una fuente de mármol que murmuraba con el agua. Por un momento, Aria imaginó correr por
e usaría un soldado antes de una batalla. Cuando salió
verde -dijo inclinando la
con un l
-respondió con firmeza-. Q
titubeó, baj
señorita. Pero... puedo av
recerró
. Es u
n la empujó a moverse. Bajó las escaleras en silencio, recorriendo con la mirada la
guió un portón que daba hacia el jardín tras
orio Marchetti observaba el caos con el rostro cubierto por una máscara negra. Frente a
vinieron? -preguntó, la voz
ía de Nueva York revisó los cargamentos. Dijeron que busc
ró lentamen
les dio
o del muelle. Entonces, Vittorio dio un paso al fren
ien abrió la boca -dijo con voz fría-. Encuentren al r
hombres t
, s
Era una llamada desde la mansión
urre? -p
ado de la línea-. La señorita Valverde solicita
os segundos. Cuando habló, lo hi
lamadas. No s
-susurró la muje
no estaba en
-
aire frío con una mezcla de alivio y temor. Siguió el sendero de piedra hasta un
s pasos m
rr
l corazón le golpeaba el pecho. Había dejado atr
aria. ¡Estaba fuera! Corrió sin mirar atrás, sus pulmones ardiendo.
volvió a sonar en el oído de Vittorio
hilo de terror-. ¡La señorita Valverde escapó! Salió por l
tó una maldición grave que heló la sangre de sus homb
la furia en sus ojos. Quitándose la máscara, su rostro, ci
elocidad aterradora, se dirigió a su vehículo, tomando la ruta
OS DE
estación de autobuses. Se desplomó en el banco, intentando regular su respir
ruscamente a escasos metros. Las ventanillas tintadas bajaron, revelando el rostro que la perseguiría en sus
irar. Pero él era más rápido, infinitamente más letal. Salió
Ella gritó, forcejeando inútilmente, mientras él la arrastraba de vuelt
io se colocó a su lado, la agarró del cabell
bofetada resonó en el coche. Las lágrimas brotaron
ofetada la d
bor metálico de la sangre, luc
odio! ¡No pue
gesto cruel que no
ta. Vas a sufrir las conse
e cinta gruesa, que él sacó de la guantera con una eficiencia horr
ecue
sacó del coche sujetándola con una rudeza innecesaria, prácti
nzó contra la cama, donde finalmente le arrancó la cinta
erente ahora. No vas a hacer berrinches, ni vas a intentar estas tonterías otra vez. Te lo jur
de lucha. En un movimiento rápido, se levantó de la cama y, antes de que él pudiera re
ló en dos, soltando un grito gutural y desgar
. Pero justo cuando la abría, un hombre alto y fornido, con ojos pen
en el suelo gritando de dolor y a la pri
ahogada por el dolo
tenla! ¡Áta
ilizó y la ató a una silla, cumpliendo las órdenes de su jefe sin chistar. La rabia de Ar
sionera. Su lealtad era absoluta. Después de asegurar a Aria a
Su rostro, normalmente impasible, estaba pálido, surcado por venas hinc
uca, su voz g
a, Vittorio apenas se mantuvo en pie. Luca lo sostuvo firmemente y lo guio fuera de la
de cuero y desapareció momentáneamente, regresando con una bol
pasado un minuto, cuando la puerta principal se abrió de g
rajos pasó en el mu
or amigo de Vittorio, su socio más confiable en la cima de la mafia, y el único hombre que se atrevía a hablarle
ntó Carter, acercándose deprisa-. Pare
n gesto desdeño
ad
sa de hielo que su amigo sujetaba con desesperaci
ratando de enderezar
ró desprevenido. Escapó hace un rato, pe
arter soltó una carcajada que res
a muñequita?! Amigo, es
cayó a Vittorio com
gada de ira-. Es la hija de los Valverde,
risa de Carter se desvaneciera. Se puso s
ca no te va a devolver a Isabella. Ella ya está muerta. Y m
una fibra sensible, la herida abierta por la
ate! -
la lanzó a Anderson Carter con todas sus fuerzas. El impacto en l
ua fría corriendo por la mejilla, y miró a su
! ¡O vas a terminar t
cortada y los ojos fijos. La idea, dicha en voz alta, era una traición a la memoria de Isabella y una posibili