La apuesta del CEO
ción con Sebastián la afectara más de lo necesario. Aunque sus palabras de la noche anterior seguían resonando en su mente, había tomado la firme decisión de n
nque no sabían exactamente qué. Emma intentaba concentrarse en sus tareas, ignorando el murmullo que a veces parecía seguirla. Sin emba
ple hecho de ver su nombre en la pantalla la hizo sentirse incómoda, pero decidió abrirlo d
mi oficina. Necesito que termi
que pedía? En su mente, el rechazo a su propuesta de juego aún seguía fresco, y no sentía que tuviera
rigió a la oficina de Sebastián. El sonido de sus tacones resonaba por los pasillos, y mientras avanzaba, su mente corría a mil por hor
ás de su escritorio, mirando unos documentos con una seriedad que no había mostrado en los
tima vez. No había rastro de su actitud juguetona o de la arrogancia que había mostrado en el
mantener su distancia emocional. Se acercó al escritorio,
e cuadran," dijo Sebastián, entregándole una carpeta con varios pa
go en su mirada que la inquietaba, pero Emma trató de concentrarse en los números, buscando cualquier error o inconsistencia que pudiera haber
rando a Sebastián. "Pero quizás sea útil revisar estos cálculos con
aluándola con una mirada más profunda. Algo en él había cambiado. Ya no era el mismo hombre arrog
ros," dijo Sebastián de manera enigmática, reco
un tema de conversación? Sabía que debía mantenerse firme y no permitir que él la desar
"Te pido disculpas por lo de la apuesta. Fue una idea estúpida, lo admito. Pero no esperaba que fuera a salir tan mal." Sebastián l
ó la suya. "Entonces, ¿qué es lo que quieres de mí? ¿Apostar tu orgu
ado." Sebastián se levantó de su silla y comenzó a caminar alrededor del escritorio, con una mirada pensativa. "Lo que te dije ayer, que estaba
r lo que acababa de escuchar. ¿Acaso él estaba siendo sincero? ¿O esto era solo ot
z firme. "Pero no soy una mujer que se deje manipular, Sebastián. Si l
lejidad que Emma no lograba comprender. "Te estoy siendo sincero, Emma. Todo lo que te he dicho hasta ahora ha
se tan fácilmente. Y aunque una parte de ella quería seguir creyendo que sus palabras no significaban nada, otra parte comenzab
s nublaran su juicio. Ya había sido demasiado vulner
ación. "Solo quiero que respetes mi espacio y mi trabajo. Y si esto
Se limitó a mirarla, con un rastro de frustración en su rostro
" preguntó él, con un tono bajo p
iendo que su corazón latía con fuerza, pero que la victoria estaba de su lado. Por fin había