La apuesta del CEO
irme, algo en su interior le decía que Sebastián estaba jugando un juego mucho más complicado del que ella había anticipado. Algo en su mirada, en sus palabras, la inquietab
y, aunque Sebastián tenía un poder magnético, no podía olvidar la forma en que había comenzado todo. Para él, ella había sidoa no podía evitar sentir una mezcla de frustración y una tensión emocional que no sabía cómo manejar. Él había cambiado
scilaban entre lo profesional y lo personal, Sebastián la citó en su oficina. A esa altura, Emma habí
ián resonó en el teléfono, suave, pero con u
sarlo demasiado, aunque la inqui
to. La luz de la tarde entraba suavemente a través de las enormes ventanas, ilumi
una distancia prudente, consciente de la energía que
ojos fijos en ella. "Hay algo que necesito decir
, insegura de lo que
o ser honesto contigo. Todo este tiempo, he estado luchando contra mis propios sentimientos. Lo
s eran claras, sus ojos mostraban una vulnerabilidad que el
toy diciendo que... te quiero. Y no de la forma en que pensaba. N
latía con fuerza en su pecho. ¿Era posible que estuviera diciendo la verdad? Había a
es esperar que te crea solo porque ahora dices que lo que sientes es real. ¿Qué pasa co
que hice. Lo sé. Pero lo que siento ahora no tiene nada que ver con eso. No es un juego, Emma. Lo que quiero de ti, lo quiero
nvadían su pecho. ¿Podía confiar en él? ¿Podía creer que todo lo que
sar de sus esfuerzos por mantener la calma. "¿Y si esto es solo una forma más
, mirándola como si las palabras no fueran suficientes para expresar lo que sentía. Pero,
, pero haré lo que sea necesario para que confíes en mí. No te estoy pidiendo q
tan poderosa, casi la desbordaba. Pero, al mismo tiempo, había algo en su expresión que la hacía cuestionar
e. "Lo que hiciste no se puede olvidar tan rápido, Sebastián. Y no puedo seguir adelan
o quiero nada más que ser honesto contigo, Emma. Y si tienes que rechazarme, lo entenderé. Pero quiero q
de esperanza y miedo. Emma cerró los ojos por un momento, dejando que sus sentimiento
evo. "No te prometo nada, Sebastián. Pero
sus labios, aunque sus ojos seguían siendo prof
o, que el verdadero juego apenas comenzaba, pero algo había cambiado en su interior. Y, por primera vez desde