La rosa y el asesino
como un manto pesado que lo envolvía todo. Dentro de la cabaña, el aire estaba cargado de tensión, como si las paredes mismas estuvieran a punto de explotar. V
vida anterior, tranquila y predecible, ahora se desvanecía cada vez más, como un espejismo que se deshace bajo el calor del sol. La mujer
desconfianzas compartidas. Cada movimiento de él la inquietaba, pero había algo en su postura, algo en la forma en que se comportaba, que la hacía dudar. ¿Podía confiar en él?
vicio. A pesar de sus dudas, necesitaba saber más. Abrió el sobre, que había sido cuidadosamente se
a con grandes corporaciones, políticos de alto rango, e incluso agencias gubernamentales. Sin embargo, había algo más que la dejó helada: su nombre aparecía allí,
xander había comenzado a moverse por la habitación. En s
a -dijo, sin mirarla directamente, co
es sobre la mesa y se
ombre está aquí? -preguntó, su voz firme, pe
la. Sus ojos eran oscuros, cargados de secretos
que mueve los hilos de todo. Ellos son los verdaderos poderes que controlan el juego. No son políticos, ni empresarios; son sombras, los que están por encima de todos, más allá
que estaba escuchando. Había tocado un nervio demasiado profundo, al
esto? -preguntó, con voz quebrad
s solo protegerte. He estado tras ellos desde hace mucho tiempo. He visto a gente morir por sa
, algo en su mirada la mantenía anclada a él. Podía sentirlo, su preocupación, su miedo, y al mismo tiempo, su dete
su voz apenas un susurro, como si las palabras
ella, su mirada fija-. Nos están buscando, y si
, esperando. Los ojos de Alexander se entrecerraron, evaluando el sonido. Fue
tana y observó por un instante. Valeria, con el corazón acele
uiénes son? -preguntó
osas rápidamente, asegurándose de que todo estuviera listo. Lueg
n para los que están en las sombras. Van a venir por nosot
tida en algo tan grande, tan peligroso? El miedo la invadió, pero también una sensaci
reguntó, tratando d
der fue breve, pero su tono era grave, como
a noche la golpeó de inmediato, y los sonidos de los motores se acercaban. Corrieron hacia el coche sin d
coches que los seguían se hicieron más evidentes en el retrovisor, una señal inco
ó Valeria, mirando a su alreded
e podremos ver sus caras. La guerra que empezó contigo no
enzado como una investigación de rutina estaba convirtiéndose en una pesadill