EL GERRERO DE MI CORAZÓN
nfirmar sus sospechas. No, la puerta no tenía cerradura.
un pozo. El aseo era tan austero como el resto de la casa, con la excepción de la bañera de patas de garra,
nombre CALHOUN impreso en ella. Al diablo, no pensaba tocarla. Quizá habría más en el armario. Solo que no se trataba de un
jo en el espejo moteado. Dios. La mañana le había pasado factura. Co
casi consiguió que los
¿
ke con brusquedad, sin esp
da de desaprobación de Amer Len se clavó
s tomando?
se la
estoy ma
raspeó él-. ¿Qué hay en
éplica la horrorizó, pero, e
los párpados y e
a esperar hasta Navidad o la próxima Pa
o, Kamila sacó el frasco d
cólogo del FBI me lo r
a. Luego, con una mirada inescrutable, se quitó la gorra,
¿Qué acabas de hacer? -No podía c
mientras se guardaba el bote va
eza de Kamila, empujada
de dependencia, la aterrorizaba. Las imágenes de Eiker con el cuello ab
bien -a
las pocas horas de la explosión de la casa segura-. ¿Esconderse en esta choza en medio de la
cruzó de
az de congelar el agua-. Mi trabajo es protegerte, incluso de ti misma, si es
e-. ¿Crees que soy una drogadicta? -
gió de hombr
mel
stillas eran para la ansiedad. Las necesito para
lo que has pasado.
dad fue una bofetada en la
es lo q
¿Querer recuperar tu maldita vida? -A cada pregunta fue acercándose un poco má
e ella o de sí mismo. Pero no parecía un buen momento para preguntar, y me
tarde -murmuró Mike,
aración la sacó
l sobre sus impulsos, Kamil
miró i
on su metro noventa de estatur
una crisis. Podía sentir que esta ganaba impulso dentro
de su impotencia absoluta se apoderó de ella. Mortificada, Kamila se dio la vuelta y
a enfrentarse a él. La hostilidad de Mike se sumó al miedo con el que había vivido estas últimas semanas. Los últimos y horrible
r la borda su único consuelo, condenándola a pesadillas en las que imaginaba su propia muerte viol
desgarrador, percibió un
hacia delante. A regañadientes, dejó que él la atrajese hacia su cuerpo rígid
apagada-. Te sentirás mejor u
o podía pensar que era una yonqui? Gimió indignada y trató de agarrarlo de la
ero nada había tenido sentido durante las últimas dos semanas. Como mucho, era un anc
se fueron espaciando, hast
mila se secó las lágrimas, resp
ja en las grietas del suelo de baldosas,
inodoro, donde las píldoras se habían disuelto, y la dejó allí de pie,
só Kamila, antes de