EXILIADO:La sangre del monarca
buscó y
i - un lazo grande, que se unía al final de la trenza- rosa p
fino, y los lazos que usaba para peinarse solían caerse con regularidad, ocasion
encia", por esas raras casualidades en las que debía salir c
especial que guardaban. Ese lazo era de su madre, lo había usado durante toda su juventud, y era una parte tan propia y característica de ella
pues ese día su madre le había dicho que le entregaba su más preciado objeto de valor, y que esperaba, qu
asustada por la gran mancha roja entre sus piernas, y las sábanas
ignorante a lo que le sucedía. Cuando su madre le dio el lazo con una gran s
oder que su
jer de poc
iempre la veías recorrer l
os muchos más bellos que ese. Sin embargo, no era el lazo de tela delgada sin ningún bordado ni detalle extravagante, era la son
o volver por él, como le hubiera gustado. Estuvo bajo la atenta mirada de la dama Superior en todo el camino, haciéndole imposible regre
no es
ientes, y se
esto eh Ye-sol. ¿Qué harás ah
ué h
ón a la garganta del susto. Se giró espantada
de pregunta, asombro e inquietud.
acia el
. La había visto agachada destrozando la pobre planta
ería es
ramente, y apretó
"o" -Perdí mi lazo ¿Lo
falda, y saco un Daenggi azul con bordes decorado
sté en las calles a estas horas. - Le extendió el
ro ese lazo er
meterían en graves problemas si descubrían que no se habían ido ya. La imagen de a
a que se perdería y lo especial que era.
meza iba a acompañada de una elegancia y delicadeza, que no jugaban en contra de su imagen, sino al contrario, la beneficiaban. Era suave con
y cuándo decirte las cosas, pero no con palabras envueltas con gracia y amabilidad, tratando al otro con delicadeza, como si fuera
ente ya no tomaba su palabra, ya no la oían. Solo la veían como una mujer a
su agarré. Park Haneul se giró y
d - Le dij
arla aquí aho
imer lugar? - Cuestionó. - Si no quería
cando está vez en sus alrededores, y no entre
rta, y por lo tanto, me concieuna risa y giró la
n grupo fraternal de amigas?
endo un grupo y debem
encia. Se reincorporo
a que este grupo recibiría. ¿Sabe por qué? Por qué no me
es
nrió con
a corona. No hay amistades genuinas, ni preocupaciones sinceras. Aquí todas luchan por un puesto que
ni engañar por nadie. Era astuta, y no temía en decirte lo que pensaba, y dejarte entre la espada y la pared al ser descu
ento Haneul
a, vul
to sus verdader
ía que la vie
una s
manos en sus bolsillos. Hablándole con informalidad. -P
ada. Al alzarla, vio a Haneul alejarse por el sendero que llevaba a
.
salir de la entrada principal del palacio. Con los hombros caíd
l gran paredó
s florecían a flor de piel. Era muy tarde, y su palanquín no había llegado a recoger
había visto en los jardines, y por alguna razón sus pa
a que la vio adentrarse en lo que seguramente era su hogar. No sin antes
quié
n más incertidumbre. Curio
las sábanas de su cama, no pud
de pensar en ella? ¿Qué tenía que e
abajo, y ahora estaba perdido en sus pensamientos, desconocido