EXILIADO:La sangre del monarca
Capital d
o m
on su padre esa noc
labios se extendían hacia arriba, creando pequeñas líneas alrededor de sus comisuras. Era joven y muy risueña, reía tanto que las arrugas sobre su boca habían surgido antes de ti
sonrisa con la que había partido hacia la puerta, decayó con fuerza, desapareciendo todas esas líneas. Él lo vio aún sentado en
corrió inmediatamente hacia e
lorar como nunca antes la había visto hacerlo. La abrazo, la beso y la llamo. Nada sirvió para calmar sus espasmos y solloz
ulpaba una y otra vez, consumida en un mar de lágrimas. Y el, aún entre los brazos de su madre, giró su cabeza como pudo su pecho
abía una cadena de plata brillante al resplandor del sol mañane
había comprado para su cu
cuello de su padre como siempre estaba, su cuerpo
e había
ontado. Su padre Lee Ki-Young, ex jefe de la guardia real, había sido encontrado muerto entre los escombros del palacio
urgido a mita
y era ridículo. Pero otras fuentes decían que fue una emboscada, y
as dudas, que
? Había posibilidad de huir, pero nadie lo hizo. El fuego no se extiende de repente, alguien tuvo
fuego en como todos lo decían, sino que habían atacado,
taba por al
uerte y la del príncipe Mi
apareció junto con unos ojos castaños dudosos de mirarlo a él o no hacerlo. Cerró su mano, y la arrastró so
te se volvería denso y agobiante. Empezarían los cuestionamientos, y ella nuevamente sería un mar i
los medios para sanar el vacío punzante que su misteriosa partida dejo. No iba a dormir en paz hasta que descubriera que p
bía podido dejar ir a su esposo y vivir felizmente con ello. Sonreía en las calles, pero Dong ju sabía que la madre risueña de arrugas alre
le gustaría, por eso no le decía nada, y le h
cena. Es t
su escritorio, a un lado de la pila de libros. La habitación s
cias
amente sobre una hoja amarillenta desplegada contra le mesa, notó la cali
avía l
miró desconcertado unos segundos, antes de segu
iota...
la mesa, cerrándola sin delicadeza. Molesto con ella por empezar una d
no. Dong ju parpadeó consternado. - El ya no está aquí. ¿Por q
se levantó de la acolchonada manta gris en el cual se sentaba, y se giró hacia la estantería de
icada y sensible palma de sus manos. Dong ju giró su cabez
es como si su recuerdo fuera una m
taba sobrepasando el límite de confianza que ella le había otorgado, la m
ad quiero
ve infelices. - Ella se acercó a su hijo, y puso su mano sobre su hombro, dánd
ogerse. - Aún queda está incertidumbre en mí que no me deja dormir. Quiero saberlo ¿Por qué parece que todos lo supieran, menos yo? Qu
ntió un escalofríos correrle por completo, bajo la mirada de su madre, se sentía desnudo y más vacío. Los efímeros segundos que parecieron
la carta
zo pe
e como una piedra, y se rompió
or, rodeándolo de pies a cabeza. Dong ju miró el suelo de madera consternado, con un sabor agrio en la
.
jo. Sin elevar la mirada y con la espada encorvada hacia d
monia de sucesión del príncipe
dentro del pequeño recipiente de tinta y alzó la mirad
día. - Volvió a tomar el pincel, y presionó ligeramente las cerdas contra el recipie
tad. Ya les h
más que decir, continú
preoc
ez más, y la sucesión al trono de su hijo, le qui
que ya no podría estar allí para detener el peligro que representaba su hijo al p
.
acumularse frente a l
cipal del palacio, permanecía vacía la mayoría del tiempo. Fue por eso que guiad
rey no parecía hacer presencia debido a su grave enfermedad, la gente suspiraba de alivió al tener un nuevo rey joven y fuerte. Las cosas estaban complicadas para
los pobres campesinos con sus altos impuestos, hacien
igirse a la entrada del palacio, pensó
rol de Eunhwa sal, todo
.
e incrustó
del príncipe Kwang
sol acariciaban las flores que flotaban en el estanque
iempo para él solo, disfrutando de un juego de "tiro al blanco", en el ja
mente, y ese era
uzando el estanque que rodeaba el pabellón de dos pisos, ha
puntar. Sus ojos negros afilados bajo unas prominentes cejas negras rectas, divis
oído. Eran voces suaves y agudas – Al instante se dio cuenta que
estaría desocupa
idea de que no se encontraba solo, si
con sus damas de compañía, su m
cipe Kw
eina son más silenc
Esas mujeres eran calladas, serías, y jamás hablarían más de lo necesari
fuertes. Detrás del gran árbol de cerezo que descansaba al borde del estanque, se vieron aparecer un gru
dornos, caminaban a la par todas iguales. Distinguió entre todas ellas un g
lección? - Inqu
s elegidas por la reina, una d
esposa"
requisito más. Una mujer la cual portaría el título de reina, sin ningún cargo ni responsabilidad más allá de darle un heredero. Por eso no se
sí él quer
uperior, girándose para mirarlas con molestia. Las cuatro mujeres asintieron apenadas con las manos juntas
ellas mismas que no se habían dado cuenta que una de ellas hab
dó atrá
Atr
resado en el grupo de jóvenes que pasaba en el jardín, interru
cabeza h
s, y el cabello suelto castaño rebotando sobre sus hombros. Ella llegó a reunirse con el
Ye-
de forma brusca y torpe, para volver a l
nde e
inclinó sobre la baranda de madera, queriendo escuchar mejor la conver
La dama Superior parecí
nció el ce
ero ninguna se detuvo a verlo - Soltó sin pensar. Abrió los ojos
con fuerza, tironeándola hacia arr
o una mujer muy paciente, tal así que parecía no inmutarse por nada. Pero ve
ía formado frente a sus ojos, se volvería roja de la v
piso del pabellón, y luego a la salida para cru
su mano sobre la de la mujer, e intento tirar
los dientes, y no apartó su mirada de los ojos de la dama Superior. - He tolerado
lo entre la dama Superior y la señorita Kim. Una de ellas, Park Haneul, fijó su mirada oscura en el homb
sto, con una cinta ro
da por un manggeon – una diadema que mantenía en peina
con bordados rojizos en sus mangas, hombros y en la cinta gris de
an con fuerza una en cada lado,
enas a los murmullos que se habían formado a sus
su atención. - ¿Se
joven, y alzó la mirada. Pronto, su rostro cayó al suelo del aso
buceó y enseguida se
quitar de un arranque la mano que la aprisionaba. La miró con el ent
ríncipe posando sus ojos negros en la joven, que
saron una breve sonrisa en la comisura
omportarse. - Le lanzó una fulminante mirada a la muchacha su la
dijo Ye-Sol sonrié
do. Y se detuvo en ella para mirar
recía ser la única con el poder de liberar
la aburrida trenza atrás, ella llevaba el cabello natural y rebelde acariciando sus hombros. Las cejas fr
omento que sintió un cosquilleo en su nuca, y se
iel se en
ansparentes ojos de la chica que al instante
sintió i
nsación en el pecho q
tinuar el recorrido. - Habló amablemente la Super
a del hombre sobre ella. La joven decidió afilar su mirada haciéndo
lla. La dama Superior alzó levemente su boca en una nerviosa sonrisa, sin sa
disculpó el príncipe enseñando sus dien
inó en despedida, y el r
ujer para todas. - No más distracciones s
ríncipe Kwang -quien se había ido en dirección contraria- se giró
Ye-Sol, sino