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Amo de la perversión

Capítulo 9 Manos a la obra

Palabras:1290    |    Actualizado en: 07/12/2023

oy teniendo, alzo a la mojigata entre mis brazos para recostarla en el sillón y esperar a que vuelva a la consciencia. La observo

nadie se percate de su presencia. No voy a arriesgarme a que algún cliente curioso se le ocurra venir a fisgonear por esta área y se encuentre con ell

y escandaloso capta mi atención, lo que me obliga a detenerme. Me doy la vuelta y casi me parto de

serio? Rue

golpearé si

brazos y piernas y fijo la mirada en la menuda chica temblorosa y valiente qu

nsas hace

o escucha mi voz. Gira su cara hacia la dirección en la que me encuen

ña, cual espada, antes de

e ace

ue tiembla como cer

o me impedirá

zo mis brazos y meto las manos dent

. Haré lo que sea nece

ahora comienza a aburrirme. Además, tengo trabajo que hacer,

de espalda contra la pared y la aplasto con mi cuer

me! ¡No

ltarse, así que me veo obligado a

viniste

? ¡Qué pérdida de tiempo! De repente, algo puntiag

un par de preciosos senos perfectos. ¿Dónde permanecieron ocultos durante todo este tiempo? La boca se me hace agua

Cada vez me siento más curioso e interesado por lo que oculta debajo

ir mi aliento golpeando sobre su rostro―. ¡Mírame a los ojos aho

a rinde s

ga daño,

dan sin aire. Decir que es la primera vez que alguien me deja sin palabras es mucho que decir. ¡Virgen santísima! El color de sus

púrpura en sus ojos ―le digo sorprendido, mientras observo con embeleso el reflejo de mi propio rostr

nios me pasa? Un nuevo forcejeo provoca que su vestido se deslice desde su hombro derecho hasta la mitad de su brazo. Su piel es tan fina, br

ste momento, relegado en el olvido, para darle rienda libre a

éjeme ir ―niega co

xo. ¿Quién iba a imaginar que esta mojigata santurrona podría provocarme una de las mejores erecciones de mi puta existencia? Separa sus labios para absorber una bocanada de aire, así que aprovecho la oport

e la intrusión. Abro los ojos y fijo a mirada sobre la suya. Esta vez soy yo el que traga grueso. ¿No sabe qué hacer? ¡Mierda! ¿Cuánta inocencia concentrada en una sola persona? Esa expresión de ingenuidad y

ho y complacido. Me encantan las primeras veces y, definitivament

o ahora, Lud? ¿Quieres acostarte

rginidad, a caminos inexplorados y a fruta prohibida. ¿Es ese el perfume del paraíso? Si así es, ent

engullendo una deliciosa paleta, la más dulce de todas ―le expli

ón. Se está resistiendo a pesar de que su cuerpo pide y grita lo contrario. Puedo percibir cada señal que me envía y l

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1 Capítulo 1 Prólogo 2 Capítulo 2 Más que amigas3 Capítulo 3 Carne fresca4 Capítulo 4 Lucha de titanes5 Capítulo 5 Premonición6 Capítulo 6 Advertencia7 Capítulo 7 Soy tu dueño8 Capítulo 8 Una lección que nunca olvidará9 Capítulo 9 Manos a la obra10 Capítulo 10 Opciones11 Capítulo 11 Interrupción inesperada12 Capítulo 12 La promesa de un perverso13 Capítulo 13 Mi propio demonio14 Capítulo 14 El reemplazo15 Capítulo 15 Debilidad16 Capítulo 16 El verdadero demonio17 Capítulo 17 Necesidad18 Capítulo 18 Más de lo que había imaginado19 Capítulo 19 Miedo20 Capítulo 20 Mi objetivo21 Capítulo 21 Cuentas pendientes22 Capítulo 22 Poniendo la basura en su lugar23 Capítulo 23 Confesiones24 Capítulo 24 A capa y espada25 Capítulo 25 Suspicacia26 Capítulo 26 El primero27 Capítulo 27 Entre ceja y ceja28 Capítulo 28 El siervo de Dios29 Capítulo 29 Indigna30 Capítulo 30 Con las manos en la masa31 Capítulo 31 La confesión32 Capítulo 32 Mi adversario33 Capítulo 33 Un enemigo en común34 Capítulo 34 Planes concebidos35 Capítulo 35 Aberración36 Capítulo 36 Un hombre, ¿bueno y correcto 37 Capítulo 37 Peligrosa tentación38 Capítulo 38 Una cuestión de principios39 Capítulo 39 Mala semilla40 Capítulo 40 Por las buenas o por las malas41 Capítulo 41 Secreto oculto42 Capítulo 42 Declaración de amor43 Capítulo 43 Una visita sorpresiva44 Capítulo 44 Un hombre sin corazón45 Capítulo 45 En plan acosador46 Capítulo 46 Peligro inminente47 Capítulo 47 La más cruenta de las venganzas48 Capítulo 48 Las fauces del lobo49 Capítulo 49 La mejor experiencia de su vida50 Capítulo 50 Libre albedrío51 Capítulo 51 La otra mujer52 Capítulo 52 Pan comido53 Capítulo 53 El hazmerreír54 Capítulo 54 Su decisión55 Capítulo 55 Otra batalla perdida56 Capítulo 56 Derrotado57 Capítulo 57 Búsqueda frenética58 Capítulo 58 Ajuste de cuentas59 Capítulo 59 A tres metros bajo tierra60 Capítulo 60 Un sentimiento inexplicable61 Capítulo 61 Directo al país de los sueños62 Capítulo 62 Un demonio con sotana63 Capítulo 63 Maleficio vudú64 Capítulo 64 Bruja hechicera65 Capítulo 65 Una extraña e inquietante pesadilla66 Capítulo 66 La solución a todos mis problemas67 Capítulo 67 La decisión68 Capítulo 68 Deseo concedido69 Capítulo 69 Un demonio vestido de ángel70 Capítulo 70 En la palma de su mano71 Capítulo 71 Devoción72 Capítulo 72 El dueño de mi corazón73 Capítulo 73 Lanzándome a una piscina sin fondo74 Capítulo 74 El camino correcto75 Capítulo 75 Nuestra primera aventura76 Capítulo 76 Mi próximo ataque77 Capítulo 77 ¿Quién es esta mujer 78 Capítulo 78 Su perversión79 Capítulo 79 Escape80 Capítulo 80 Sentimientos encontrados81 Capítulo 81 Malestar82 Capítulo 82 El pretendiente83 Capítulo 83 Desde que apareció en mi vida84 Capítulo 84 El discípulo85 Capítulo 85 Confesión inesperada86 Capítulo 86 La prohibición87 Capítulo 87 Huesos polvorientos88 Capítulo 88 Crisis89 Capítulo 89 Un único propósito90 Capítulo 90 Ilusiones robadas91 Capítulo 91 El atentado92 Capítulo 92 Semilla maligna93 Capítulo 93 Un acto de cobardía94 Capítulo 94 Cenizas95 Capítulo 95 Noticias devastadoras96 Capítulo 96 Un hogar feliz y maravilloso97 Capítulo 97 Mi única esperanza98 Capítulo 98 Mi último aliento99 Capítulo 99 Ama de la seducción (Libro 2) Prólogo 100 Capítulo 100 Ama de la seducción (Libro 2) Isabella De Luca