Amo de la perversión
bien,
n mucha facilidad cuando lo hago. Así que prefiero ser sincera y le dig
toria ―bufo con preocupación―. Tengo
o a los ojos. Espe
ignada―, pero no
fica, av
nos segundos―, ir a ese lugar
rva ang
d―. Era traerte conmigo o dejarte a la buena de Dios ―niega con la cabez
o a mi amiga, la abrazo y re
cky, sé que no tienes nada qu
mí. No quiero que esto afecte su trabajo,
de los dos te lo indique ―me advierte con insistencia, no obstante, la manera en que lo dice hace que en el fondo de mi estómago se forme un revoltijo que me tiene a punto de vomitar―. Lo menos que quiero es que Lud se tope contigo ―¿quién es ese hombre?―. Si se e
ucho más nerviosa de lo que estaba. Por supuesto, ello lo percib
se disculpa―. No era m
on vehe
l temblor de mi voz no me delate―. A fin y al cabo, la pasamos genial esta noche, fue por mucho,
saparece como por arte de magia. Adoro a mi amiga y haría cualquier cosa por hacerla sentir bien. Cierra los ojos, se recuesta sob
tas de maíz, mientras conversamos sobre cosas de chicas ―abre de nuevo sus ojos y gira su cara en mi dirección―. Quería hacerte disfrutar de un momento especial, lo menos que esperaba era que las dos termináramos dentro d
a y me recuesto a su l
al asunto―. En ocasiones suelen pasar cosas inesperadas sobre las que no tenemos ningún tipo de control ―insisto, por
endré oculta, porque de ninguna man
s, ¿esta
en res
ue suceda, hará cambiar mi opinión sobre ella. Ha estado para mí cuando más la ne
que divide su cara en dos y al
amigas po
ta a ella, pudiera terminar convirtiéndose en su mejor amiga. Espero que nunca se arrepienta de serlo, so
otar por primera vez lo hermoso y lujoso que es
―comento, sorprendida―. No tenía idea que d
con calidez
, así que utilizan gran parte de lo que tienen para llenarla con lujos y todas aquellas cosas que los hacen sentir felices y poderosos ―prosigue con su charla―. Mientr
la riqueza? ¿Puede el dinero converti
osas que el dinero no puede pagar, como el amor, por ejemplo ―encojo mis hombros―. El dinero es indispensable, pero, al mismo tiempo, empobrece la existencia si se convierte en lo f
e algunos minutos, analizando la
―me dice con cierto tono de tristeza―. No es que necesiten de
sacrificar mi amor
arece alg
paciguados con la interesante conversación, vuelven a convertirse en un gran desastre. La limusina se estaciona en un c
a angustiada―. Lud está ocupado en sus propios asuntos y nunca aparece por los camerinos a menos que sea estrictamente ne
el presentimiento de que las cosas no
mienza a descender para dejarnos al descubierto―, voy a echar un vistazo para asegurarme de que no haya nadie por los
n el interior de aquel club, así que comienzo a rezar en silencio. Pego un resping
que nadie se acerque para darles tiempo
da dar ni un solo paso. No obstante, Vicky me toma de la mano y tira tan fuerte que obliga a que estas se muevan. Una vez que bajamos del auto, mis pies to