Ese príncipe es una chica: La compañera esclava cautiva del malvado rey
Mi esposo millonario: Felices para siempre
El arrepentimiento de mi exesposo
Destinada a mi gran cuñado
Novia del Señor Millonario
No me dejes, mi pareja
Regreso de la heredera mafiosa: Es más de lo que crees
Demasiado tarde para arrepentirse: La heredera genio brilla
Enamorarme de nuevo de mi esposa no deseada
Renacida: me casé con el enemigo de mi ex-marido
El eco de los disparos aún retumbaba en los oídos de Valeria. Su respiración era errática, y el latido desenfrenado de su corazón ahogaba cualquier otro sonido a su alrededor. Todo había ocurrido demasiado rápido: un evento de caridad, luces destellantes, copas de champagne y, de pronto, el caos.
La gente gritaba. Cuerpos caían. Y ella... ella habría sido una de esas víctimas de no ser por él.
Su mente aún intentaba procesarlo. Un segundo antes, estaba brindando con un diplomático francés, y al siguiente, alguien la había derribado al suelo, cubriéndola con su propio cuerpo. Sentía el peso de su salvador sobre ella, su respiración caliente contra su oído.
-No te muevas -ordenó una voz grave y controlada.
Valeria no pudo ver su rostro con claridad, solo distinguió unos ojos oscuros y fríos que exploraban la sala con precisión calculada. Él no temía. No estaba sorprendido ni asustado. Era como si hubiese esperado que esto sucediera.
Los disparos cesaron y la confusión se apoderó de la multitud. Gritos y sollozos llenaban la sala, pero antes de que Valeria pudiera incorporarse, sintió una fuerte presión en su muñeca.
-Tenemos que irnos. Ahora.
-¿Qué? ¿Quién eres?
-No hay tiempo.
Él la jaló con fuerza y, sin darle opción a protestar, la condujo a través del salón devastado. Atravesaron los pasillos del hotel como sombras, evitando a los guardias y a la policía que ya entraba al lugar.
-Espera... no puedo simplemente irme... -murmuró ella, forcejeando para liberar su brazo, pero su agarre era firme.