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Idilio Y Aflicción

Idilio Y Aflicción

Gema T. Dark

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Capítulo

El amor no es siempre color de rosas, eso dije hace un tiempo, y aún lo sostengo, porque a pesar de lo embriagante que es la vida de pareja, no hay nada más difícil que el terror de la monotonía, la angustia del día a día, la agridulce vida en pareja. Mi vida con Robert no ha sido la excepción a la regla, a pesar de haberme prometido estar juntos siempre, de jurarme cada día que me amaba, las inseguridades y los problemas nunca faltaron en nuestro día a día, sobre todo cuando la palabra "matrimonio" hizo acto de presencia, solo para desestabilizar la poca tranquilidad que me quedaba después de mudarme a Londres con el hombre al que amaba, cuyos besos y caricias atrofiaban mi sentido común, y me hacían caer totalmente rendido a sus pies; y es que, con un hombre como Robert Dawson ¿cómo no iba yo a volverme loco de pasión por él? (Segunda parte de "Amor Y Prejuicio").

Capítulo 1 - Prólogo -

Sé lo que muchos deben estar pensando, "¿ya, acabó todo?" "¿qué sucedió después de todo eso?", "¿qué sigue después en esta historia?" muchas cosas vinieron después, muchísimas, muchas que casi lograron quebrarnos tanto a Robert como a mí, pero afortunadamente todo resultó para bien; pero bueno, ustedes están aquí para que se los cuente con lujo de detalles, ¿y quién soy yo para negarme? si como ya dije anteriormente, amo recordar mi historia de amor con el señor Dawson, cuyos besos y caricias atrofiaron mi sentido común, pero eso ya ustedes lo saben, no hace falta que lo repita.

Las semanas trascurrieron volando, a tal punto de que ya había pasado un mes, uno muy grato y hermoso si me dejan opinar; Robert y yo cada día nos enamorábamos más el uno del otro, nuestra vida de pareja era increíblemente hermosa, ya sin nadie que nos prohibiera estar juntos, era obvio que nuestro romance se respiraría en cada rincón de nuestro hogar.

Pero así como todo era bello, también había altibajos, porque como todo en la vida, nada era perfecto, yo estaba consciente de ello, era por eso que trataba de aguantar los malos tragos, para así disfrutar plenamente el sabor de las mieles de la felicidad. No teníamos problemas graves, era básicamente lo que yo estaba muy convencido de que iba a suceder, Robert trabajaba mucho, y a mí la soledad me sentaba muy mal, de hecho, estuve solo en casa durante dos semanas mientras conseguíamos una nueva mujer del servicio, dichas semanas para mí fueron eternas, principalmente porque el calculador de mi prometido logró que yo dejara mi empleo, debido a que él se volvió socio del señor Turner, y aunque yo fuera con intenciones de trabajar, ninguno me dejaba hacer mis deberes, prácticamente iba solamente para hablar con Richard y Page, y ellos estaban muy ocupados, así que prefería no ir.

En mis ratos sólo, aprovechaba para leer algunos de los libros que me compró mi prometido, eran de muy buena calidad, todo lo contrario a los libros de segunda mano que acostumbraba a comprar cuando vivía en Detroit. Leía y comía toda clase de frituras y cosas con las que Robert llenaba la despensa, en ese mes ya yo había engordado cuatro kilos y medio, estaba mucho más robusto a como había llegado, no llegaba al grado de "obeso" todavía, solo porque cuando llegué de Detroit yo estaba considerablemente delgado.

Mi soledad parecía eterna, pero no lo era, ya que Robert se esforzaba por llegar temprano a verme, y apenas lo veía llegar, yo le recibía con besos y caricias nada sutiles, y es que con la casa totalmente sola, ¿realmente creen que ambos íbamos a limitarnos?

06:45 marcaba el reloj de la sala, yo estaba acostado en el sofá leyendo "Tragedia en tres actos" de Agatha Christie, era una de las escritoras favoritas de Robert, por lo que yo me esforcé en leer sus novelas para platicar sobre ellas con mi prometido, y entender las cosas que me decía.

Comía algunas frituras mientras reposaba mi cabeza en un cojín, había algo de frío, por lo que yo llevaba puesto un suéter gris de Robert junto con unas medias gruesas, pero solo usaba boxers en la parte de abajo, sí había un frío considerable, pero yo estaba empezando a adaptarme a él.

Al ver que la bolsa de comida ya estaba vacía, solté un suspiro de molestia y me levanté del sofá para ir al refrigerador, aún consumido por mi lectura, de fondo se lograba escuchar una lenta canción de Luis Miguel, prefería reproducirlas en bucle para no sentir la casa tan vacía, aunque es tonto decir que me molestan las canciones de Luis Miguel.

Apenas abrí el refrigerador, escuché el ruido de mi celular desde el sofá, por lo que cerré de nuevo dicho electrodoméstico y corrí a la sala para atender el celular.

— ¿Hola? — dije tomando el control del estéreo para bajarle volumen a la música.

— ¿Sí, hablo con Taylor Dawson? — preguntó juguetonamente una voz femenina que reconocí al instante.

— Aún no soy Dawson, pero sigo siendo Taylor — dije caminando de nuevo hacía la cocina mientras sonreía algo incrédulo.

— ¡Pero pronto serás Dawson, debes empezar a llamarte como tal!

— ¡Moni ya te lo dije, no nos casaremos aún! Robert tiene mucho trabajo, y yo me la paso muy ocupado también — dije abriendo el refrigerador para sacar una bolsa de gomitas y comer una.

— ¿Comiendo y leyendo libros de Londinenses? — preguntó ella cínicamente, yo tragué la gomita mientras pensaba qué decir.

— ... Hoy leí algo de Stephen King, eso no cuenta como algo londinense — ella empezó a reír sutilmente.

— No pretendo criticarte Ty, estás tranquilo y eso es lo que importa, ¿pero no planeas hacer otra cosa? digo, me preocupa tu salud por solo comer y dormir.

— ¡Yo hago ejercicio!

— ¡El sexo no cuenta!

— ¡¿Cómo que no?! ¡¿tienes idea de la cantidad de calorías que bajas en un rapidín?! — exclamé tomando otra gomita para metérmela a la boca.

— Taylor, te estoy hablando en serio — dijo con una seriedad que me hizo suspirar.

— Ya lo sé Moni, ¡creeme que quiero hacer otra cosa, en serio! pero Robert no quiere que trabaje, siempre que voy al café me obliga a sentarme con él a beber café y nada más.

— ¿Y qué con la universidad?

— Sigue haciendo los trámites de ingreso, debe resolver primero lo de mi ciudadanía para poder inscribirme.

— Creí que ya eso estaba resuelto.

— Casi lo resuelve, pero como se le presentaron muchos problemas en su empresa y con la cafetería, el pobre se la pasa en el trabajo, y cuando está en casa solo se la pasa metido en su oficina.

— Imagino que debe ser muy difícil para ambos — dijo ella algo apenada.

— Sí, lo es pero... yo trato de mantenerme tranquilo ¿comprendes? se nota que tiene problemas, así que prefiero pasarme el día comiendo y leyendo para no mortificarlo, además después de todo lo del mes pasado, ¡estoy sumamente feliz de que nuestra única preocupación se deba al trabajo!

— ¿Única, Ty? — preguntó en aquel tono receloso que ponía cada que yo trataba inútilmente de engañarla; efectivamente, mi vida cotidiana era increíblemente plena y feliz, pero yo aún tenía muchos nervios e inseguridades ocultos, el excesivo trabajo de mi prometido era la principal, no porque este fuera malo, sino porque él aún trabajaba con aquel odioso pelirrojo pecoso, quien casi siempre lo llamaba y le dejaba mensajes en la contestadora, yo me tragaba mis celos, porque ya Robert me había dicho que debía actuar con serenidad, "tú eres mi pareja Ty, nadie más" solía repetirme siempre, y sus palabras lograban reconfortarme, pero el pánico de perder esa hermosa vida de ensueño cuando menos me lo esperaba, a veces ni siquiera me dejaba dormir.

— Pues— traté de hablar, pero ver a cierto caballero de traje subir las escaleras y llegar a la sala, me hizo perder por completo la razón — Te llamo luego Moni, ya Robert llegó.

— ¡Mándale saludos de mi parte Ty, te quiero mucho, cuídate por favor! — dijo antes de que yo le colgara el teléfono y lo dejara en la isla de la cocina, para irme corriendo hacía mi pareja y darle un hambriento beso en los labios.

— Hola — saludé entre besos.

— Hola gatito — me saludó con esa gruesa voz que erizaba mi piel — Traje comida china para cenar.

— ¿Del palacio Fu o de ese local barato donde no dan galletas de la fortuna? — pregunté receloso mientras tomaba la bolsa con comida.

— Del palacio Fu, querido — afirmó sonriendo algo frustrado, sonreí para tomar su mano y caminar con él hacía la isla de la cocina con intenciones de comer en ella.

— ¡Entonces no perdamos más tiempo! — afirmé sonriente mientras volteaba a ver a mi pareja con curiosidad, lo notaba tenso, y mucho — ¿Todo bien cielo?

— Sí, solo fue un día largo en la oficina — admitió suspirando para quitarse el saco y dejarlo en una de las sillas — Por cierto, mis padres vendrán mañana a cenar.

— Lo sé, tu madre ya me llamó hoy en la tarde — dije mientras dejaba la comida sobre la isla para empezar a desempacarla, yo tenía muy buena comunicación con la madre de Robert, cosa que a mí mismo no dejaba de sorprenderme, pero la verdad es que Catherine siempre ha sido una mujer sumamente maravillosa, y aún hoy en día cada que tenemos la oportunidad nos escapamos a beber café y conversar tranquilamente.

— ¿Te dijo que vendrán Alice y George?

— También me lo dijo, y me pidió que si ellos o tu padre llegan a hacerme algún mal gesto, no dude en decírselo para que ella les dé su merecido — dije algo divertido y apenado, me agradaba que mi suegra me defendiera, pero me empezaba a sentir muy "mimado" por esto mismo.

— Mh, veo que soy el último en saber todo por aquí — murmuró mientras se paraba detrás de mí, mi cuerpo entero se erizó al sentirlo cerca de mí, aún cuando ambos teníamos sexo casi todos los días, aún sentir a Robert tan cerca me lograba erizar por completo la piel — ¿Y de casualidad te dijo que te amo?

— Esa parte creo que la olvidó — dije risueño echando mi cabeza para atrás y de esta forma, ver atentamente las joyas azules de mi prometido, las que cada día me tenían más y más enamorado — ¿Me lo dices amor? — pedí con tono suplicante, mientras el señor Dawson metía su mano bajo mi suéter para empezar a manosear mis pezones.

— Te amo gatito gordo.

— ¡No me digas gordo! — le dije haciendo un puchero, él empezó a reír en cuanto dije eso.

— ¡¿Cómo no?! ¡si tu trasero está enorme Ty! Dios, te juro que cada que lo veo siento que voy a morir de un infarto — me sonrojé totalmente al oírle, mi prometido era tierno, pero de vez en cuando sus palabras llegaban a incomodarme.

— Bueno ya, vamos a comer para ir a la cama, quiero dormir — dije tomando los palillos chinos y una servilleta, para luego ver a mi novio con un semblante suplicante y algo tímido, él sonrió algo frustrado para tomar dichas cosas y arreglarlas tal y como me había enseñado hace tiempo — Gracias — sonreí ampliamente.

— No es nada — murmuró para sentarse junto a mí y tomar una de las bandejas de comida — ¿Y qué hiciste hoy?

— Terminé El Resplandor, comí cheetos y gomitas, almorcé la lasaña que me preparaste ayer, hablé con tu madre, hablé con Mónica, y... ¡ah, y empecé Tragedia En Tres Actos!

— ¿Te duchaste? — preguntó mirándome con seriedad.

— Por supuesto que me duché, no soy un cerdo.

— ¿Y arreglaste la habitación? — tragué en seco al oír dichas palabras, agaché la mirada para seguir comiendo, pero hacer eso solo logró que Robert me mirara con severidad — ¡Taylor por Dios santo!

— ¡Lo olvidé!

— ¡Antes de irme te pedí que lo hicieras!

— ¡Pero lo olvidee! — repetí apenado mirando el semblante frustrado de mi novio, el mayor peso de no tener una mujer de limpieza era precisamente esto, la limpieza; yo nunca me consideré un aficionado a la limpieza o al orden, y mi pareja amaba que todo en su casa estuviera impecable, ya imaginarán su reacción al llegar a casa y encontrar la sala y la habitación hecha un chiquero por su servidor.

— Dios santo — bufó para levantarse de la mesa y caminar a la habitación.

— ¡Robert yo arreglaré eso en un minuto!

— ¡Tenías todo el día para hacerlo y no lo hiciste! — exclamó molesto mientras entraba a la habitación, suspiré algo apenado mientras movía mi comida con los palillos, me apenaba la forma en la que me hablaba, pero no había nada que pudiera hacer, no tenía derecho de reclamar, Robert tenía razón en lo que decía.

-

Guardé la comida y entré al cuarto con cautela, viendo a mi novio doblar las sábanas de la cama y ponerlas sobre esta misma, me acerqué con cuidado hacía él para abrazarlo desde atrás y repartir besos en su hombro.

— Perdóname, debí limpiar hace rato — dije con la voz algo apagada, él volteó a verme para acariciar suavemente mi mejilla.

— Lamento la forma en la que te hablé, no estuvo bien.

— Descuida, tienes razón de estar molesto — dije besando su cuello mientras mi prometido acariciaba mis brazos con ternura — Prometo limpiar más seguido.

— No prometas cielo, sé que no vas a hacerlo — susurró volteando a verme algo incrédulo, pero una ligera sonrisa que mostró me hizo darme cuenta de que no estaba en problemas por completo.

— Lo lamento, admito que la limpieza no es lo mío — bufé mientras sentía un beso en mi mejilla de parte del señor Dawson.

— Descuida, no te traje para limpiar de todos modos — susurró mientras llevaba sigilosamente sus manos a mis glúteos y los apretaba, sacándome un suave jadeo de los labios, yo estaba muy sensible por alguna razón, supongo que la tranquilidad y el constante sexo tenían algo que ver ahí.

— Tengo hambre — dije rozando mis labios con los suyos, él sonrió maliciosamente para cargarme con fuerza y llevarme a sala.

— ¿De comida o de mí?

— De tí — admití sonrojado — Aunque ese pollo agridulce olía muy bien — murmuré al final con algo de vergüenza, mi prometido empezó a reír sujetando firmemente mi cuerpo, rodee sus caderas con mis piernas mientras veía atentamente sus hermosas joyas azules.

— Tranquilo, cuando termine contigo podrás degustar de ese sabroso pollo agridulce — dicho esto, me estampó contra el sofá para levantarme el suéter y empezar a lamerme los pezones, yo gimoteaba de deseo mientras jugueteaba con su hermoso cabello negro.

— Ah, R-Robert — murmuré mordiéndome el labio inferior — N-No tan duro.

— No prometo nada — susurró con ese tono de voz tan sensual que me derretía, me fue imposible no ruborizarme por completo al oírle — Ponte en cuatro, Ty — demandó mientras se apartaba de mí para empezar a desabrochar su pantalón, yo obedecí a sus palabras mientras empezaba a bajarme el pantalón, Robert estuvo a punto de nalguearme, pero el ruido del celular se lo impidió.

— No puede ser — se quejó con frustración mientras caminaba a la mesa donde estaban los celulares, yo chasquee mi lengua con molestia al oír el celular de igual forma, ya sabía lo que eso significaba.

Robert tomó su celular y lo contestó rápidamente, yo me senté en el sofá para empezar a arreglar mi ropa, la frustración empezaba a invadirme, aunque ya vivíamos juntos, las ocupaciones de mi prometido limitaban mucho nuestro tiempo juntos, y eso evidentemente, limitaba los "momentos de romance" entre nosotros.

— ¿No puede esperar hasta mañana? — preguntó caminando por el salón, solté un pesado suspiro de frustración al oírle, "maldición" resonó en mi mente mientras me levantaba del sofá y caminaba a la cocina, escuchando todavía la conversación de mi prometido — Entiendo Vincent, te estaré avisando entonces — dicho esto, Robert finalmente colgó el celular, soltando un pesado suspiro y caminando hacía el lugar donde yo estaba rebuscando qué comer — Lo lamento, Ty, surgió algo y—

— No te disculpes — le interrumpí casi de golpe, mientras sacaba una bolsa de frituras del refrigerador, Robert me miraba apenado, se notaba que la distancia que imponía su trabajo le empezaba a avergonzar — Entiendo bien que estás ocupado, no hace falta que te disculpes.

— Te prometo que te voy a compensar, ¿de acuerdo? — murmuró mientras se acercaba hacía mí y me tomaba de las mejillas con dulzura, dicho tacto me encantaba, pero rápidamente aparté sus manos de mi rostro, no quería incitarlo a empezar un acto sexual que no íbamos a poder acabar, aunque admito que mi forma de hacerlo no fue la mejor, porque Robert me miró algo preocupado cuando hice esto — Estás enojado, ¿verdad?

— No — negué sacudiendo mi cabeza — ¡Amor estoy bien! solo... no quiero presionarte de más, ya estás lo suficientemente ocupado como para que yo quiera quitarte tiempo también.

— Sé que prometí pasar más tiempo juntos, y lamento mucho no poder cumplirte como es debido — murmuró algo desanimado, yo rápidamente le tomé de las mejillas y le planté un cálido beso en los labios, mi prometido estaba agobiado, el trabajo era sofocante, yo no quería molestarlo con mis estupideces, aunque en el fondo su ausencia sí me afectaba, yo estaba consciente de que eso iba a suceder, por lo que preferí aguantarme y apoyar a mi pareja.

— Ya habrá tiempo para eso — dije frotando mi nariz con la de él — Por ahora, lo mejor será que acabes tus obligaciones, no quiero que discutas con tus socios por complacerme.

— Bien — susurró tomando mis mejillas para besarme con dulzura, correspondí dichos besos mientras mis manos acariciaban sus brazos suavemente — Cuando vuelva te haré el amor.

— Está bien — dije entre coquetas risas, podíamos hacerlo todo el día y toda la noche, pero aún me emocionaba estar desnudo con mi pareja.

Robert me guiñó el ojo para acto seguido, apartarse e irse rumbo a su despacho, yo solté un pesado suspiro mientras tomaba una fritura y la metía a mi boca, pensando con detenimiento en qué hacer para matar el tiempo, las noches se me hacían eternas cuando Robert tenía que trabajar.

-

11:15 marcaba el reloj, yo estaba acostado en el sofá viendo la televisión, mientras una gruesa manta gris cubría mi cuerpo y me protegía del terrible frío que estaba haciendo esa noche; miraba la televisión mientras seguía haciendo lo que mejor se me dio esos días, comer, devoraba una bolsa entera de frituras con sabor a carne, empezaba a sospechar que comía por estrés o por aburrimiento, de cualquier forma, no lograba medir mi consumo de alimentos, principalmente porque desde que vivía con Robert mi apetito aumentó considerablemente, me sentía como una embarazada en cuarentena, cuyo único entretenimiento era devorar lo primero que veía.

Bostecé sutilmente a causa del sueño, miré el reloj que reposaba en la mesa de centro, notando que ya se estaba haciendo muy tarde, por lo que me senté en el sofá para buscar el control remoto y apagar la televisión, al mismo tiempo que miraba de reojo hacía las escaleras, notando que mi prometido seguía encerrado en su oficina.

Suspiré con frustración mientras tomaba el control y apagaba la televisión, "otra noche solo" fue lo que pensé mientras me levantaba del sofá y me estiraba un poco, mi cuerpo se sentía exhausto, pero al mismo tiempo, sentía que me faltaba algo, algo a lo que ya me habían acostumbrado hace tiempo, y que ahora necesitaba con urgencia.

Repentinamente una idea llegó a mi mente, normalmente no hacía eso, porque no quería molestar a Robert mientras trabajaba, pero el pobre seguro estaba igual de frustrado que yo, así que sin dudarlo dos veces, corrí a la cocina para llevar a cabo la idea que plantearon mi líbido y mi picardía, admito que esa época me hizo muy desvergonzado, pero en mi defensa, todo era culpa de Robert por acostumbrarme así.

-

Caminé con cuidado por aquellas estrechas escaleras, sujetaba con cuidado la taza de café entre mis manos, me preocupaba derramarla o quebrar la taza favorita de Robert, prefería dejar caer mi celular antes que dejar caer dicho objeto al que mi prometido le tenía tanto aprecio. Toqué la puerta de la oficina en cuestión, mi piel se erizó al oír la gruesa voz de mi prometido concederme el paso, por lo que sin dudarlo dos veces, abrí la puerta.

— Hola — murmuré suavemente mientras entraba al lugar, llevaba puesto un suéter grueso junto a unos boxers negros, llevaba solo unos calcetines rojos en vez de zapatos, Robert me regañó varias veces por este hábito, pero yo como buen adulto jóven, seguí andando por ahí sin zapatos en nuestro hogar.

Miré a mi novio con atención, estaba sentado en su escritorio leyendo algo en su computadora, su cabello estaba recogido en una coleta de caballo, su camisa estaba un poco desabotonada, y estaba usando sus anteojos para leer de mejor forma la información, dichos anteojos no los usaba siempre, solo cuando debía leer algo con mucho detenimiento, y creerán que yo lo molestaba por eso, al principio sí lo llamaba "anciano", pero admito que cuando los usa, luce demasiado sexy.

— ¿Mh? — alzó sutilmente la mirada al oírme, sonriendo de lado al verme con la taza entre manos — Ay cariño, no te hubieras molestado.

— Imaginé que estarías muy tenso, así que quise premiarte con un café — dije mientras caminaba hacía él, me abrumaba lo sexy que se veía, aún con todo el frío de la atmósfera, empezaba a sentir un calor hermoso entre mis piernas.

— ¿Qué hice para merecerte? — murmuró mientras tomaba dicha taza y la dejaba en su escritorio, yo me agaché un poco para besar sus labios con dulzura, él correspondió de forma cálida y apasionada, se notaba que me extrañaba tanto como yo a él — Creí que ya estabas dormido.

— A eso iba, pero pensé en traerte café antes de hacerlo — dije mientras miraba de reojo el escritorio de mi pareja, me abrumaba lo exageradamente organizado que era mi prometido, yo no era el rey de la limpieza, pero Robert me dejaba totalmente en ridículo; divisé una caja de cigarrillos al otro extremo del escritorio, y rápidamente la tomé de excusa para llevar a cabo mi plan — ¿Me regalas un cigarrillo?

— Claro — en eso él extendió su mano para tomar la caja en cuestión, pero se detuvo al ver cómo yo me inclinaba sobre el escritorio para tomarlo, dejando mis glúteos prácticamente frente a su cara, creo que ya entienden cuál era mi plan.

Me tomé mi tiempo ahí sobre el escritorio, fingía no poder alcanzar la caja en cuestión, de vez en cuando miraba de reojo hacía Robert, quien sonreía malicioso mientras observaba detalladamente mi cuerpo, admito que lo que él dijo temprano tenía algo de razón, mi alimentación desbalanceada hizo que ciertas zonas de mi cuerpo aumentaran considerablemente de tamaño, y eso me avergonzaba un poco, pero por dentro, me hacía sentir genial.

— ¿Qué crees que haces? — preguntó con voz ronca mientras llevaba sus manos a mi nalga para apretarla con algo de fuerza.

— Tengo ganas de fumar, ¿porqué? — susurré con voz coqueta, dejando que Robert me tocara a sus anchas.

— ¿Fumar eh? juraría que tratas de hacer otra cosa.

— Tal vez eso quiero, y si ese fuera el caso ¿tú que harás al respecto? — pregunté con voz retadora, moviendo un poco las caderas para provocar a mi prometido.

— Pues, primero, te golpearía por interrumpirme durante el trabajo — dicho esto, se levantó de su asiento para ponerse detrás de mí, y acto seguido, darme una fuerte nalgada que me hizo jadear con fuerza, ¿les he mencionado la fuerza que tiene mi pareja?

— ¡Agh, maldito! — me quejé de forma brusca, pero eso no logró que se me bajara la calentura, solo logró multiplicarla.

Robert rió al oír mis palabras, pero no se apartó, solo se apegó más a mi cuerpo para empezar a frotarse contra mis glúteos.

— Después, te azotaría contra mi escritorio, todo por ser un bastardo tan cachondo — susurró en mi oído mientras empezaba a bajarme los boxers, todo mi cuerpo se estremeció, mi respiración se agitó a tal punto que creí que me iba a infartar, pero eso en vez de asustarme, me emocionó.

Mi prometido me tomó del cuello de forma algo brusca, para forzarme a voltear y darle un hambriento beso de lengua, al que correspondí sin dudarlo dos veces, mis jadeos sobresalían entre los besos, ya no aguantaba.

— Vamos a la cama — le rogué, mordiendo un poco su labio inferior, él empezó a reír sutilmente ante mis acciones.

— Debo terminar un informe, Ty.

— Será rápido, por favor — murmuré repartiendo besos por sus mejillas — Por favor, Robert, enserio me haces falta.

— Carajo Taylor — susurró con voz algo ronca, algo me decía que ya había perdido el control — Bien, pero será rápido, debo trabajar.

— Estoy de acuerdo — dije risueño mientras miraba cómo Robert me jalaba un poco para recostarme boca arriba en su escritorio, tirando algunas cosas, entre ello, la caja de cigarrillos que empezó todo eso.

Me dio ternura ver cómo le daba un sorbo al café que le serví, para dejarlo de lado y empezar a desabrochar su pantalón, mis piernas empezaron a temblar, moría por sentir a mi prometido.

— Debo empezar a controlarte, tu calentura me empieza a ocasionar problemas — susurró agachándose a mi altura, al mismo tiempo que tomaba mis piernas y las alzaba un poco.

— Es tu culpa por hacerme adicto a ti — susurré con voz algo ronca, él empezó a reír en cuanto dije eso.

— Tienes razón, debo responsabilizarme por mis actos — dicho esto, alzó más mis piernas y entró de lleno a mi cuerpo, sacándome un fuerte gemido de dolor, al mismo tiempo que mis piernas empezaban a temblar del dolor, era la primera vez que lo hacíamos en su oficina, pero se sentía increíble.

— ¡¡Ahh, R-Robert!! — grité arqueando la espalda, mi prometido cada día parecía volverse más salvaje con mi cuerpo, como si a medida que yo adoptaba resistencia, él iba aumentando lo brusco de sus movimientos para probar mis límites, era sofocante, pero muy delicioso.

— Jaj, parece que alguien perdió el valor — susurró mientras se hundía de lleno en mi cuerpo, haciéndome contraer mi espalda y jadear con fuerza.

— ¡E-Espera, p-para! — rogué inútilmente, mientras él me azotaba con fuerza contra su escritorio, como si quisiera tirarlo al suelo.

Mis gemidos llenaron por completo dicha oficina, mi piel y la de Robert se rozaban como si fuera la primera vez en siglos, aunque realmente llevábamos tan solo dos días sin tener relaciones sexuales, lo sé, una cantidad de tiempo absurda, pero nosotros estábamos acostumbrados a hacerlo diario, por lo que era una tortura para nuestros genitales no poder aparearnos como un par de bestias en celo.

— Ven acá gatito — susurró en mi oído mientras me jalaba a su cuerpo y me cargaba entre sus brazos para continuar con sus estocadas, yo grité con fuerza mientras me aferraba al cuerpo de mi pareja.

— R-Robert, ¡ah, d-duele! — gemí arañando un poco los brazos ajenos, ganándome que Robert me mirara con algo de seriedad.

— ¡No te quejes, tú querías esto! — gruñó mientras me apoyaba un poco contra el escritorio nuevamente, eso me hacía pensar que tal vez mi aumento de peso evitaba que mi pareja me cargara tanto tiempo como antes.

— Mgh, y-ya sé pero— mis palabras fueron interrumpidas por un beso muy sensual que me dio mi prometido, al que correspondí de forma muy lasciva, mientras mis manos jugueteaban con su largo cabello negro.

Los movimientos del señor Dawson eran muy rápidos y bruscos, su respiración chocaba con la mía, a tal punto que los lentes que llevaba puestos se empañaron un poco, cosa que me causaba mucha ternura y me daba ganas de abrazarlo con mis piernas y de no soltarlo jamás.

— ¡¡Ahh, R-Robert, e-estoy cerca!! — gemí pegando mi frente con la de él, las manos de mi prometido se escabullían por todo mi cuerpo, principalmente bajo mi suéter para acariciar mis pezones, él amaba tocarlos, y admito que a mí me encantaba que lo hiciera.

— Espera — susurró en mi oído mientras tomaba una de mis piernas y la alzaba, se notaba que no quería acabar aún.

— ¡Ahh, a-así no! — dije mientras Robert me azotaba contra el escritorio para seguir su vaivén, sin querer terminé tirando algunos de sus habanos al suelo, creí que eso le haría enojarse, pero a Robert no le importó en absoluto.

Alzó mi suéter para empezar a chupar uno de mis pezones, eso me hizo estremecerme como nunca, grité con fuerza el nombre de mi pareja mientras un fuerte orgasmo me hacía venirme de golpe, aferrándome al cuerpo de mi pareja y jadeando pesadamente su nombre.

— ¡¡Ahh, Robert!! — gemí mientras el orgasmo terminaba de "afectarme" — Dios mío, cómo quería esto.

— ¿Crees que ya terminó? — susurró repartiendo besos por mi cuello, dichas palabras me alegraron como nunca.

— Creí que ibas a trabajar — murmuré con voz sumisa, esa voz que alteraba tanto a mi prometido.

— Ya es algo tarde para seguir tecleando cosas, además, tu cuerpo no quiere dejarme ir — dicho esto, empezó a darme unas fuertes estocadas que me hicieron jadear con fuerza, Robert no sabe contenerse cuando de sexo se trata, aunque no planeo fingir que eso me disgusta, porque les estaría mintiendo.

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