Gavin
1197 Libros Publicados
Libros y Cuentos de Gavin
La Viuda y Mi Marido
Cuentos Mi cuñado murió en un accidente, y su viuda embarazada, Silvia, se mudó a mi casa. Al principio, creí que era mi deber como familia ayudarla en su duelo.
Pero pronto, mi esposo Enrique comenzó a tratarla como si fuera una reina, ignorándome por completo. Se convirtió en su sirviente personal, no en mi marido.
Le masajeaba los pies por la noche, la defendía cuando se quejaba de mi café en mi propia cocina y me ordenaba apagar la cafetera porque a ella le molestaba el olor.
La situación explotó cuando descubrí que Silvia había robado la pulsera de esmeraldas de mi difunta madre. Cuando la confronté, la dejó caer a propósito, haciéndola pedazos. Ciega de rabia, le di una bofetada.
Pero en lugar de defenderme a mí, su esposa, Enrique me empujó con una fuerza brutal. Caí y me corté el brazo con una mesa de cristal. Mientras la sangre corría, él corrió a consolar a Silvia.
Me gritó: "¡Estás loca! ¡Te voy a comprar otra! ¡Pero no vuelvas a tocarla!" .
En ese momento, mirando los pedazos de la herencia de mi madre en el suelo y la sangre en mi brazo, el amor que sentía por él murió. Tomé mi teléfono e hice una llamada.
"Chuy, trae a tu equipo a mi casa. Con mazos. Vamos a hacer una remodelación" . Te Derrotaré Ladrona
Cuentos La pantalla del televisor del restaurante emitía un brillo frío, reflejando la sonrisa de mi prima Isabella Vargas, flamante chef de televisión, presentando "mi" Mole de los Secretos Familiares.
Mintió. Esa receta me la susurró la abuela, la perfeccioné yo, y ahora ella la vendía como suya, construyendo su imperio sobre las ruinas de nuestro restaurante familiar.
La familia, los mismos que me dieron la espalda y me llamaron "envidiosa" , celebraba cada uno de sus "logros".
Mi reputación se hizo pedazos, mis sueños de chef se convirtieron en la burla de todos.
Fui la sombra, la cocinera de un local que ya no existía, cerrado por deudas y el escándalo de su acusación: "Sofía me roba mis ideas" .
Mi padre no soportó la humillación del embargo y murió esa misma noche.
Mi madre, rota de dolor, me culpó: "¡Arruinaste a esta familia!".
Con el olor a gas llenando mi pequeño apartamento, cerré los ojos, cansada de luchar.
Pero un rayo de sol golpeó mi cara y el aroma a café de olla me envolvió.
Estaba en mi cama. El calendario marcaba: 24 de mayo.
Un año atrás. El día antes de que Isabella apareciera en televisión y mi mundo se derrumbara.
Estaba viva. Y tenía una segunda oportunidad. El precio de mi sangre
Romance Sofía Herrera había vivido siete años siendo la dispensadora de sangre para la "amada" de su prometido.
Él la utilizaba, la humillaba, la mantenía atada con promesas vacías de un amor que nunca llegaría.
En su última donación crítica, los médicos advirtieron que su cuerpo no podía más.
Su vida pendía de un hilo.
Pero desde el otro lado de la cortina, escuchó la sentencia final de Alejandro: "Que muera. Solo me importa que Isabella viva."
Esas palabras la destrozaron, más profundamente que cualquier aguja.
Sintió cómo su vida se escurría, gota a gota, junto con su sangre.
Murió, habiendo sacrificado todo por un hombre que la despreciaba y por la mujer que le había robado hasta el último aliento.
Luego, la oscuridad.
Un pitido agudo.
Luz brillante.
Desorientada, Sofía abrió los ojos y reconoció el olor a antiséptico: era la clínica, el día de la primera donación.
¡El día en que le exigió matrimonio a Alejandro, creyendo que así lo ganaría!
¿Había vuelto al pasado? ¿Una segunda oportunidad? ¡Qué ingenua había sido!
La puerta se abrió de golpe.
Entró Alejandro, con el rostro desesperado: "Sofía, Isabella te necesita. Su vida depende de ti."
Los mismos ojos suplicantes, las mismas mentiras.
Pero ella ya no era la misma.
El recuerdo de su propia muerte ardía en su mente.
Esta vez, el juego sería diferente.
Esta vez, ella no pediría migajas de amor. La Luna de Sofía: Traición y Renacer
Cuentos "¿Sofía? ¿Has sabido algo de Jorge?"
El teléfono no paraba de sonar, una y otra vez, con la misma pregunta, el mismo tono de urgencia de mis suegros y mi padre.
Acababa de dar a luz sola, mi pequeña Luna dormía a mi lado, ajena al mundo y al hombre que nos abandonó. Nadie preguntó cómo estaba yo. Solo por Jorge, mi esposo.
La noche que todo se rompió, él miraba la televisión, hipnotizado por la noticia: "LAURA VEGA, DESAPARECIDA EN ZONA DE COMBATE". Laura Vega, su ex, su obsesión. Aquella cuya sombra siempre sentí.
Sus ojos no me veían, solo a ella. Su decisión fue instantánea, loca: "Tengo que encontrarla", me dijo mientras yo sentía las primeras contracciones.
"¿Qué estás diciendo, Jorge? Soy tu esposa, vamos a tener una hija", le supliqué, pero él ya empacaba, ciego, sordo.
El dolor se hizo insoportable, la fuente se rompió, el líquido manchó el suelo. "Jorge, estoy de parto", le dije con la voz rota.
Me miró, vio el charco. Una fracción de segundo de duda, luego la maleza de su obsesión le cubrió el rostro. "Llama a una ambulancia, Sofía. Estarás bien", dijo, y siguió empacando.
Me apoyé en el umbral, el dolor cada vez más fuerte. "Si cruzas esa puerta ahora", mi voz sonó como hielo, "no vuelvas. Para nosotras, estarás muerto."
"Cuando vuelva con Laura, lo entenderás", respondió. Y se fue.
Se llevó todo: mi paz, mi confianza, y hasta el último centavo de nuestra cuenta conjunta. Me dejó aquí, sola, a punto de parir, para ir tras una fantasía.
"¿Cómo pudiste?", chillaron. "¡Es tu esposo! ¡El padre de tu hija!"
"Corazón es lo que a él le faltó", les respondí. El circo mediático, las llamadas, el acoso de su familia, la humillación pública... Era demasiado.
Me llamaron fría, sin corazón. ¿Yo? ¿Sin corazón? La traición, el desamparo, el miedo me habían endurecido.
Pero mi hija, mi Luna, era mi ancla. Y por ella, no iba a sucumbir.
No me iba a derrumbar. No iba a suplicar. Iba a pelear. Iba a desmantelar cada parte de la vida que compartíamos. Iba a recuperar lo que era mío. Y él, Jorge, el "héroe", pagaría las consecuencias. Venganza de la esposa secreta
Romance Eli Vargas, la discreta esposa secreta del magnate del tequila Ricardo Montoya, lleva tres años de matrimonio invisible, consumida por la indiferencia de un hombre obsesionado con su exnovia, Sofía de la Garza.
En su propio cumpleaños, Ricardo la deja plantada, corriendo a consolar a Sofía, su "amor de juventud", recién llegada de París, como si Eli nunca hubiera existido.
Humillada y con el corazón destrozado, Eli decide que es hora de escapar de esa jaula dorada y poner fin al suplicio, planeando vengarse sutilmente de la arrogante Sofía para facilitar el divorcio.
Pero justo cuando la libertad parece un soplo cercano, la vida le lanza una cruel e inesperada bofetada: un embarazo no deseado, la condena a perpetuar su propia miseria en una nueva vida.
¿Cómo podría traer un hijo al mundo de un hombre que ignora su existencia, condenándolo a una vida de desamor y abandono como la suya?
Eli toma la decisión más dolorosa y valiente de su vida: elige su libertad y la dignidad de un futuro sin el lastre de un amor no correspondido, aunque eso signifique borrar una parte de sí misma.
Ahora, con su venganza y un secreto devastador en mano, Eli está lista para un nuevo comienzo, pero el destino le tiene preparada una última jugada familiar... una que convertirá el "amor verdadero" de Ricardo en el mayor escándalo de la jet set mexicana. La Venganza de la Heredera Renacida
Cuentos El sabor amargo de la sidra barata se mezclaba con el veneno en mi garganta.
Caí al suelo de la sidrería, mis pulmones luchaban por aire. Lo último que vi fue el rostro de Valentina, mi compañera de piso, mi amiga.
En sus ojos no había pánico, solo una fría satisfacción. Me había asesinado.
Todo por envidia. Por mi apellido, por mi vida, por todo lo que yo, Sofía Soler, inconscientemente le había arrebatado. Y antes de que mi mundo se oscureciera, vi a Javier, el chico que me gustaba, de la mano de ella.
¿Cómo pudo hacerme esto? ¡Yo solo quería vivir mi vida! ¿Por qué fui tan ciega?
Pero entonces, abrí los ojos. Estaba en mi cama. El calendario marcaba el día de mi muerte. Y allí estaba ella, ¡Valentina, como si nada! Esta vez, el veneno no sería para mí. La Chica que Rompió el Juego
Cuentos Mi plan era perfecto: le confesaría mi amor a Mateo Vargas, el chico más popular de la universidad, en una hermosa terraza que alquilé con mis ahorros.
Pero justo antes de que llegara, mi teléfono vibró con una notificación de una aplicación desconocida, revelando una transmisión en vivo de mi terraza.
Debajo del video, comentarios anónimos se burlaban: "¿Ya llegó la pobrecita?", "¿Cuánto creen que tardará en llorar?", y la peor de todas: "Leo es un genio. Usar al gemelo para la broma del siglo."
Todo el amor que sentía por Mateo se convirtió en hielo. ¿Cómo podía la persona en la que más confiaba humillarme de esa forma cruel? No entendía por qué, no entendía ese nivel de maldad.
Pero la rabia me dio una claridad que nunca antes había sentido. Cuando escuché sus pasos, apagué el teléfono y me volví con la sonrisa más dulce que pude fingir. El juego había cambiado. Y ahora, yo ponía las reglas. Amor Prohibido, Venganza Dulce
Cuentos Mi esposo, Adrián, me llamó por teléfono. Para salvar la carrera de su amante, la famosa actriz Liliana Requena, me pidió que fingiera mi propio secuestro y me echara la culpa para desviar la atención de los medios.
Pero eso no fue todo. Con una frialdad que me heló la sangre, me exigió que abortara a nuestro bebé.
"Liliana no puede soportar más estrés" , me dijo.
Me negué a perder a mi hijo, pero él, para proteger a su amada, me empujó con una fuerza brutal. Mientras yo sangraba en el suelo, él se fue con ella sin mirar atrás. Su madre fue aún más lejos: me encerró en una hacienda bajo un sol infernal hasta que perdí a mi bebé.
Mientras me desangraba sola, recibí un mensaje suyo: "Lo siento, mi amor. Te lo compensaré" .
Con el corazón hecho pedazos y el alma vacía, tomé mi teléfono y marqué un número que me había prohibido a mí misma durante años. La voz que respondió era la de mi padre, Augusto Sierra, el dueño del Grupo Sierra. Amor Robado, Alma Liberada
Cuentos Hace cinco años, mi propia familia me destruyó. Mi hermana adoptiva, Calista, atropelló a una persona estando borracha, y mis padres me suplicaron que yo asumiera la culpa por ella.
Al negarme, ellos mismos me entregaron a la policía. Hoy, después de cinco años en prisión, por fin soy libre. Afuera me espera mi prometido, Leonardo, el hombre que juró casarse conmigo en cuanto saliera.
Pero su actitud es fría. Me abandona en la puerta de la cárcel para correr al lado de Calista, quien supuestamente sufre otra crisis depresiva.
Mis padres, que tampoco vinieron a recogerme, le organizan una fiesta de "bienvenida", mientras a mí me alojan en un diminuto cuarto de servicio sin ventanas.
El golpe final llega cuando anuncian que Leonardo se casará con Calista para "darle la estabilidad que necesita para sanar".
Él lo justifica diciendo que le debe la vida a Calista porque ella le donó un riñón. Pero la donante fui yo. No solo me robaron mi libertad, mi futuro y a mi prometido, sino también el sacrificio más grande que hice por amor.
En la oscuridad de mi habitación, encuentro un correo electrónico: la oferta para unirme a un proyecto de investigación en el extranjero ha sido reactivada. Tengo diez días. No solo me iré, desapareceré. Pero antes, les dejaré un regalo: un diario y los expedientes médicos que revelarán cada una de sus mentiras. Mi Nueva Oportunidad
Cuentos El olor a madera quemada y a carne chamuscada llenaba mis pulmones, mientras las llamas lamían mi piel.
Ricardo Torres, mi esposo de 40 años, me miraba morir con una frialdad que helaba más que cualquier invierno.
"Elena, siempre fuiste un estorbo", dijo, y luego se dio la vuelta y se marchó, cerrando la puerta y sellando mi destino.
Mi vida entera pasó ante mis ojos, una sucesión de días grises sirviendo a un hombre que nunca me quiso. Aguanté a su familia, renuncié a mis sueños, todo por un "amor" que solo existió en mi cabeza.
Fui una campesina sin cultura para él, una sirvienta, una carga. ¿Cómo pude ser tan ciega, tan tonta? ¿Por qué aguanté tanto?
En mi último aliento, con el fuego consumiéndome, un deseo desesperado se formó en mi mente: "Si tuviera otra oportunidad… si pudiera volver… nunca, nunca volvería a cruzarme en tu camino, Ricardo Torres" .
La oscuridad me envolvió y, de repente, una luz cegadora. Abrí los ojos. El aire olía a tierra mojada. Miré mis manos. No eran las de una mujer de sesenta años, sino las de una joven. Un calendario en la pared: 1976.
Había funcionado. Había vuelto. Y esta vez, las cosas serían muy diferentes. Amor que Trasciende
Cuentos Estaba planeando la boda de mis sueños con Ricardo, el hombre que amaba, o eso creía.
Pero en un instante, todo se derrumbó: lo encontré en nuestra cama, entrelazado con mi hermanastra Isabella, sus risas cómplices resonando en mi mente.
Peor aún, escuché sus voces antes de que me vieran, "Una vez que te cases con ella y tengamos el control de la empresa, la echaremos a la calle. Al fin y al cabo, ella no es más que una huérfana adoptada." Mi mundo se hizo añicos, mi familia adoptiva me había relegado, favoreciendo a Isabella, y yo, cegada por el amor, no vi la conspiración.
La joya en mi dedo, mi anillo de compromiso, se sentía ahora como una marca de humillación, un recordatorio constante de su traición y codicia. ¿Cómo pude ser tan ciega? ¿Todo fue una mentira?
Con el corazón destrozado y la rabia hirviendo en mis venas, tomé una decisión desesperada en la barra de un hotel de lujo, al pedirle a un misterioso extraño: "Quiero contratarte. Necesito un prometido... que me ayude a vengarme." Mi Dulce Venganza de Amor
Cuentos En el vibrante mundo virtual de "Sueño de Mariachi", donde millones se sumergían, yo, Sofía Rojas, encontré mi refugio detrás de un avatar esquelético y poco agraciado, "La Calavera Alegre", buscando ser valorada por mis habilidades y no por la apariencia que tanto me agobiaba en la vida real.
Mi ansiada paz se hizo añicos cuando el regreso de Isabella, el primer amor de Héctor Morales (El Charro de Oro, el jugador más famoso y mi pareja en el juego), expuso la cruda verdad: mientras yo le entregaba mi talento y mi corazón, él construía un juego entero para ella.
La humillación pública fue instantánea e ineludible; fui despojada de mi puesto de liderazgo en el gremio que ayudé a construir, acusada de ladrona por tomar mis propios bienes y expulsada frente a millones de jugadores, con Héctor y el mundo celebrando el "triunfo" de Isabella.
Sentí una profunda incomprensión y un dolor desgarrador: ¿cómo pude ser tan ciega? ¿Cómo pude entregarme a alguien que me llamó "conveniente", una "herramienta" que solo servía para mantener una imagen mientras esperaba a su "verdadero amor"?
Pero las lágrimas se secaron y dieron paso a la rabia; la verdadera humillación no fue la suya, sino mi propia ceguera. Ese día, me prometí que el juego apenas comenzaba, y que mi venganza sería un platillo que se serviría frío, en la arena más grande de todas. Corazón Indomable
Cuentos El dolor me partió el abdomen en dos.
Era mi cumpleaños, y Alejandro, a quien había criado con el amor de una madre por diez años, me sonreía.
Acababa de regalarme un licuado de fresa, una bebida que ahora quemaba mis entrañas.
Pero el ardor no era solo físico; era la amarga verdad que susurró: "Siempre te he odiado, Sofía. Te odio porque cada vez que te veo, veo la cara de mi madre."
Luego, la mancha carmesí en mi vestido blanco: mi bebé, el hijo de Ricardo, mi prometido.
Mi prometido, que llegó para consolarme, para decirme que era un "aborto espontáneo" y que Alejandro "solo bromeaba".
Luego me miró con asco y dijo: "Estás hecha un desastre. Hueles a enfermedad".
En mi lecho de dolor, vi la película silenciosa de mi vida: diez años entregados a la promesa hecha a mi padre.
Diez años cuidando de una familia que no era mía, de una empresa que yo manejaba mientras ellos ponían el nombre.
Incluso mi propia madre, al enterarse de mi compromiso, solo llamó para asegurar su pensión, susurrándome que no fuera "egoísta".
¿Egoísta yo? La que había sacrificado su juventud por todos.
Mi cuerpo dolía, mi corazón estaba roto, pero una rabia fría y dura como el acero me inundó.
"¿Qué quieres, Sofía?", me preguntó Ricardo el hipócrita. "¿Dinero? ¿Joyas? ¿O quieres que formalicemos el matrimonio? Puedo llamar al juez mañana mismo."
¡El matrimonio era el premio de consolación por mi sumisión!
Con una calma aterradora, tomé un trozo de cristal de un jarrón roto.
Debía romper el lazo, destruir el símbolo que me ataba a su odio.
"¡Sofía, no!" , gritó Ricardo, pero era demasiado tarde.
Con un movimiento rápido, arrastré el cristal por mi mejilla izquierda. El dolor era liberador.
Ya no era la Sofía que conocían, la que odiaban, la que usaban. Y en medio del horror en sus rostros, me eché a reír.
Esa risa, que estalló como dinamita, me liberó de una cárcel de diez años.
Y así, ensangrentada, pero con el alma libre, crucé la puerta, dejando atrás el veneno y el dolor.
No había vuelta atrás. El Aroma del Adiós
Cuentos La oficina de mi jefe olía a café viejo, un aroma que solía darme seguridad, pero que ahora solo me recordaba el sacrificio de años.
Mi vida, la que había construido con mi esposa Clara, se desmoronaba.
"Quiero el divorcio", le dije al Dr. Morales, mi voz firme ocultando un temblor interno.
Los rumores del complejo ya lo sabían: Clara y Marcos Durán, antes de que yo estuviera dispuesto a aceptarlo.
La encontré en nuestra sala, no sola, Marcos tenía su mano en la cintura de Clara, riendo de una manera que nunca compartió conmigo.
Mi voz, un gruñido, apenas pudo preguntar: "¿Qué está pasando aquí, Clara?".
Ella, de cálida a una máscara de fría indignación, mientras Marcos sonreía con arrogancia.
"¡Estás loco! ¡Paranoico y celoso!", gritó ella, intentando voltear la situación, como siempre.
Esta vez no funcionó.
"Se acabó, Clara", dije, mi voz mortalmente tranquila. "Quiero el divorcio".
Su rostro palideció, pero su pánico se convirtió en rabia: "¡No te atrevas! ¡No vas a arruinar mi vida!".
Justo entonces, el timbre de la puerta sonó, y dos policías uniformados entraron.
"Mi esposo... se puso violento, me amenazó, tengo miedo", dijo Clara, con lágrimas falsas.
Me helé, la traición descarada me robó el aliento.
Caí en su trampa, y me llevaron de mi propia casa.
Esa noche en la celda apestaba a desinfectante y desesperación, y me di cuenta de que mi dolor no era nuevo, sino la culminación de años de ser ignorado.
Pero algo cambió esa noche; la resignación se convirtió en una inquebrantable resolución: no más.
A la mañana siguiente, el Dr. Morales pagó mi fianza, mirándome con decepción, no hacia mí, sino hacia la situación misma.
"Ve a casa, empaca tus cosas y sal de ahí", me dijo, "Yo me encargaré de los abogados, esto no se quedará así".
Cada objeto que empaqué era un recordatorio de un amor fallido, y las palabras de la señora Carmen, mi vecina, lo confirmaron: "Esa mujer no te merece, lo vi entrar a la casa en cuanto tú te ibas a trabajar".
La realidad era un golpe brutal, validando cada una de mis sospechas.
Recordé el día en que había rechazado una prestigiosa beca de investigación en el extranjero por Clara, sacrificando mi sueño por una farsa.
Colgué el teléfono, sin ira, solo una abrumadora certeza: mi decisión era la correcta.
Me dirigí al lago solo, y el último rayo de sol desapareció en el horizonte.
Ya no me sentía abandonado, me sentía libre.
El peso de años finalmente se había levantado de mis hombros, y el camino por delante estaba despejado, solo para mí. Despertar en el Juego
Cuentos En el año 2038, mi vida era un refugio digital.
Como "Puente del Sur de Bambú" en "El Sueño del Guerrero", ocultaba mi belleza real detrás de un avatar feo, buscando ser valorada por mi lealtad y habilidad, no por mi apariencia.
Durante tres años de misiones y "noches" virtuales, creí que mi compañero, el invencible "Guerrero de Fuego" (Héctor en la vida real), sentía lo mismo.
Pero, con el regreso de su exnovia, "Princesa Dulce", Héctor me descartó.
Primero, con un frío "Te he estado esperando" dirigido a ella, y luego, con la despiadada revelación: "Solo estaba pasando el rato mientras esperaba que Ximena volviera".
La humillación pública fue devastadora: expulsada del gremio, nuestra relación disuelta forzosamente, y su nueva propuesta de pareja anunciada en todo el servidor, mientras yo miraba, impotente.
En la vida real, como ilustradora "S. R.", fui despedida por el propio Héctor, quien ni me reconoció.
¿Cómo era posible que el hombre que juró amarme, pudiera despreciarme de tal manera en ambos mundos?
¿Qué hice para merecer tanta crueldad?
La burla se intensificó cuando Ximena, para robarme una valiosa armadura que creé, me acusó falsamente de robo, con Héctor presenciando y creyéndole.
Fue un despertar brutal, una lección dolorosa.
En ese instante, rompí todo lazo con ellos.
Era hora de que "Puente del Sur de Bambú" se levantara de las cenizas. Cuando el Juego Termina
Cuentos En el año 2038, mi vida tenía dos realidades: en "El Sueño del Guerrero", era "Puente del Sur de Bambú", una jugadora deliberadamente fea, profundamente enamorada del todopoderoso "Guerrero de Fuego", el campeón del juego.
En mi "otra" vida, Sofía era una ilustradora anónima, viviendo con la ansiedad de ser juzgada por mi belleza natural.
Creía que Héctor, mi Guerrero de Fuego, me amaba por lo que era, más allá de la pantalla.
Pero un día, mientras preparaba un regalo para él en el juego, mi mundo se vino abajo.
Lo escuché decir que solo me utilizaba para "pasar el rato" mientras su exnovia Ximena regresaba.
Y lo peor, el CEO de InnovaTech, mi quisquilloso cliente en la vida real era el mismo Héctor, quien me despreciaba en persona y en el juego.
La humillación no se detuvo ahí: me despojaron públicamente de mi título de colíder de gremio y Héctor, sin un ápice de humanidad, disolvió nuestra relación frente a todo el servidor.
"Nunca te quise", me espetó, "salir con un avatar tan feo como el tuyo era asqueroso".
Mi dolor se convirtió en ira, ardiente e imparable.
Decidí que ya no sería más la víctima de nadie y que el mundo se enteraría de todo. La vida que elegí
Cuentos Mi vigésimo aniversario de bodas amaneció con un frío glacial en el alma.
Recordaba cada detalle de mi vida, una vida que aún no había vivido, pero que me había llevado a la muerte, sola y despreciada en un hospital, víctima de mi marido, Rodrigo, y su "mejor amiga", Camila.
Hoy era el día en que, en esa otra realidad, descubriría su traición y sería humillada, tildada de loca por pedir el divorcio, para acabar abandonada por mis propios hijos, Mateo y Sofía, quienes caerían bajo la influencia manipuladora de Camila.
En mi mente, la imagen vívida de Sofía empujándome por las escaleras, de Rodrigo acusándome en el hospital mientras yo agonizaba y de mis hijos creyendo las viles mentiras de Camila, diciéndome que yo no era una "verdadera madre", me quemaba.
Pero esta vez, no sería la víctima confundida, no cedería a la desesperación; con la memoria intacta y un frío propósito, me levanté, lista para cortar los lazos y reescribir mi destino. Mi Dulce Venganza
Cuentos Aquí está el adelanto de la novela corta, siguiendo tus indicaciones:
Me miré al espejo, envuelta en raso blanco, la boda con Ricardo a solo una semana.
Llevábamos cinco años construyendo un futuro que creía inquebrantable, hasta que su teléfono vibró con un mensaje.
El nombre "Carla" en la pantalla me heló la sangre, seguido de: "Amor, ¿nuestro plan sigue en pie para después de la boda? No puedo esperar a que seamos libres" .
Revisé su teléfono y descubrí meses de conversaciones, fotos y planes con su amante, burlándose de mí y de mi "confianza ciega", llamándome "la gallina de los huevos de oro".
Un mensaje suyo lo destrozó todo: "Sofía no es más que el puente hacia nuestra felicidad. Un sacrificio necesario".
Mi amor se convirtió en rabia fría; no era solo infidelidad, sino un fraude calculado.
Con una calma que me sorprendió, fotografié cada prueba, borré mi rastro y colgué el vestido.
La boda no se cancelaría; sería mi escena, y ellos, Ricardo y Carla, serían las estrellas de su propia humillación pública. Un Amor Roto, Nueva Esperanza
Cuentos Mi esposo y yo lo teníamos todo: un amor que parecía inquebrantable, un futuro prometedor y el restaurante de sus sueños a punto de abrir.
Pero una noche, al encontrar un "Acuerdo de Divorcio" oculto, mi mundo se desmoronó.
Él estaba allí, frío, distante, tecleando en su laptop, mientras la luz de esa pantalla revelaba el rostro de un extraño. Él, que era mi refugio, se había convertido en mi verdugo.
Me sentí traicionada, humillada, pública y dolorosamente excluida de una vida que creí nuestra. Cuando le supliqué hablar, me despidió con una frialdad que me congeló el alma, y un destello de fastidio en sus ojos.
¿Cómo pudo orquestar mi abandono en secreto, dejarme vivir una mentira mientras él planeaba el final? ¿Qué había hecho yo para merecer este golpe devastador en lo más íntimo de mi hogar?
Rota, herida, busqué refugio lejos, pero el destino me lanzó de vuelta al corazón de mi tragedia, mientras la noticia de un fatal accidente automovilístico lo cambió todo. Amor Y Traición: Mi Venganza
Cuentos El frío del azulejo del baño me subió por los pies descalzos, un escalofrío que calaba hasta los huesos.
En mi mano, una prueba de embarazo con dos líneas claras, inequívocas.
Una sonrisa amarga se dibujó en mis labios, porque esta vez no era de alegría, era el eco de la desesperación de mi vida anterior.
Cerré los ojos y la imagen me golpeó con fiereza: el olor a gasolina y metal retorcido, los cristales rotos esparcidos.
Mi hermanastra, Camila, de pie junto al coche en llamas, su bello rostro contorsionado en una sonrisa triunfal.
Y a su lado, mi esposo, Alejandro, observando con indiferencia gélida cómo yo me consumía.
"Sofía, siempre tan ingenua," la voz de Camila resonaba en mi memoria, "Alejandro es mío, su éxito es mío, y ahora, tu vida también lo es."
Sentí el dolor agudo en mi vientre, la pérdida de mi hijo nonato, y luego… la nada.
Abrí los ojos de golpe, el corazón desbocado.
El mismo baño, la misma prueba de embarazo.
Era el día en que, en mi vida pasada, anuncié felizmente mi embarazo, el día que selló mi destino.
Mi cuerpo temblaba, pero ya no era de miedo.
Era una furia helada, pura, que me recorría las venas.
Esta vez no.
Esta vez, no sería la víctima.
Esta vez, la marionetista sería yo.
"Mi amor, ¿estás bien? Te tardas mucho."
La voz carismática y ensayada de Alejandro irrumpió en el baño.
Sus ojos, al ver la prueba, se abrieron con una sorpresa que, ahora lo sabía, era completamente fingida.
Se arrodilló, tomó mis manos con una calidez nauseabunda.
"¿Sofía? ¿Es... es lo que creo que es?"
Asentí lentamente, observando su obra.
"¡Vamos a ser padres! ¡Por Dios, Sofía, soy el hombre más feliz del mundo!"
En mi vida pasada, sus palabras me hubieran llenado de dicha.
Ahora, solo sentía un asco profundo, un veneno que me carcomía.
Él se separó, sus ojos brillando con una alegría calculada.
"Tenemos que celebrarlo, ¡hay que darle una gran fiesta! ¡Anunciarlo a todo el mundo!"
"No" , dije, mi voz sonando más firme de lo que esperaba.
Alejandro parpadeó, confundido.
"¿No? Pero, mi amor, es la mejor noticia de nuestras vidas."
"Es muy pronto, Alejandro" , respondí, forzando una expresión de preocupación.
"Los primeros meses son delicados, quiero ser cuidadosa. No quiero anunciarlo todavía."
Era la excusa perfecta, una que él no podía rebatir sin parecer insensible.
Me besó en la frente. Un beso de Judas.
Me quedé sola.
Miré mi reflejo en el espejo.
La mujer que me devolvía la mirada ya no era la misma.
De las cenizas, había nacido un monstruo.
"Sí, Alejandro" , susurré.
"Ocúpate de todo."
Mientras él planeaba usarme, yo ya estaba planeando su destrucción.
Y la de Camila.
Y la de todos los que les ayudaron.
Mi venganza comenzaba ahora.
Iba a meter a todos los lobos en el mismo corral y ver cómo se destrozaban.