Gavin
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Libros y Cuentos de Gavin
Renacer a escapar
Romance Un dolor agudo me partió la cabeza, y al despertar en un hospital de Sevilla, lo primero que me dijeron fue que tenía veinticinco años y estaba casada con un hombre al que no recordaba, Mateo Vargas.
Mi "esposo" era un completo desconocido, un hombre frío y calculador que había accedido a un matrimonio de conveniencia orquestado por nuestras familias para fusionar bodegas, y que además, me engañaba descaradamente con su asistente legal, Isabel Montoya.
Descubrí con horror que, en esta vida que no era mía, había renunciado a mi pasión por la fotografía, al flamenco, a mi tatuaje del ave fénix e incluso a mi moto, todo por complacer a este hombre que me despreciaba y se burlaba de mí a mis espaldas, llamándome "una mona vestida de seda", y el colmo, mientras yo perdía a nuestro hijo en el hospital, él estaba de vacaciones con su amante.
El dolor y la humillación eran insoportables: ¿cómo había llegado a ser la sombra de la Sofía libre y apasionada que recordaba, una mujer que lo había perdido todo por un hombre que ni siquiera la quería viva?
Al borde de la desesperación, después de un accidente que casi me cuesta la vida, me encontré de vuelta en el pasado, justo antes de cometer el mayor error: casarme con él, y ahora, con la memoria intacta de mi infierno anterior y una segunda oportunidad, estoy decidida a reclamar mi libertad, mis pasiones, y encontrar el verdadero amor, custodiando mi corazón de todo lo que una vez me arrebató la vida. La esposa olvidada renace
Cuentos Vendí la casa de mi abuela, mi único refugio, para encontrar a mi esposo desaparecido.
Después de cinco años angustiosos, lo hallé en el bar de un hotel de lujo, celebrando.
Pero no estaba solo; a su lado, mi hermanastra, Mariana, se regodeaba con él.
Escuché sus risas, susurros venenosos que revelaron la verdad: mi "desaparición" fue una farsa, una cruel venganza orquestada por ambos.
"Todo lo que ha sufrido es poco comparado con lo que te hizo a ti y a tu madre", le dijo Ricardo a Mariana, acariciándole una cicatriz que ella afirmaba que yo le había causado.
Mi amor, el que había mantenido mi esperanza a flote por años, se hizo añicos, transformándose en un glaciar de dolor.
¿Cómo pude ser tan ciega? ¿Cómo pude amar a un monstruo?
Él me humilló, me golpeó, me obligó a vivir en la ignominia de su mansión.
Un día, mi preciado pulpo, Octavio, el último vestigio de mi vida anterior, fue brutalmente asesinado ante mis ojos por Mariana.
El dolor fue insoportable, pero en la oscuridad de ese barco-cobertizo, algo frío y afilado nació en mí.
Me arrojaron al mar, con el tobillo roto, para morir.
Pero la corriente no me llevó a la muerte, sino a un barco de investigación donde fui rescatada.
Ellos tenían videos. Tenían pruebas.
La vieja Sofía murió en esas aguas, ahogada por el dolor y la traición.
Pero una nueva, una mujer fría y decidida, emergió.
"Capitán, necesito un abogado", dije, con una fuerza que nunca antes había conocido.
"Y papeles de divorcio. Inmediatamente". Adiós, Ricardo: Mi Verano
Cuentos Mi escritorio de caoba pulida en "Casa de Modas de la Rosa" se sentía como un escudo, un refugio donde mis diseños cobraban vida y ganaban premios.
Pero, el rostro grave del gerente de RH, con su voz baja y casi un susurro, rompió toda la fantasía:
"Sofía, la empresa ha decidido terminar tu contrato" .
¿Despedirme? ¿A mí? La diseñadora principal, la que trajo millones con su talento, ¿echada a la calle como si nada? Mi cerebro se puso en blanco, intentando aferrarse a la lógica, a la injusticia.
¿Por qué? Una verdad amarga se dibujó en mi mente, un nombre que dolía más que cualquier despido:
Ricardo de la Rosa. El dueño, mi Ricardo.
Fui su protegida, su amante secreta por tres años, la mujer que siempre estuvo a su lado.
Pero hoy no solo él regresaba, también lo hacía Isabella Vargas, su prometida, su "luna blanca".
Mi despido no era más que un regalo para ella, una forma de demostrarle a su prometida que yo, la mujer invisible, no era nada.
Vi a Ricardo sostener la mano de Isabella, y esa mirada de devoción me lo confirmó: yo era un fantasma en su mundo.
En el hospital, después de la humillante bofetada de Isabella y su amiga, Ricardo defendió a mi agresora.
"Ella no quiso hacerte daño, Sofía. Solo es muy protectora con Isabella" .
Ese día, bajo las luces frías, mi corazón se rompió por completo. Me prometí que ya no sería más su canario, encerrado en esa jaula de oro.
La humillación sería mi motor.
Mientras esperaba y él dormía, tomé su teléfono donde había un mensaje: Mañana pediría matrimonio a Isabella.
Fui a buscar a Jack en Los Ángeles.
¡Que empiece el juego, Ricardo! Adiós, Mi ex Esposo
Cuentos En tres años de matrimonio, mi esposo Ricardo me engañó 187 veces.
Llevaba la cuenta, no por masoquismo, sino como un recordatorio constante de la farsa de mi vida.
Con nueve meses de embarazo, el peso de mi vientre era casi tan abrumador como mi desilusión.
Ricardo me arrastró a una reunión de negocios, exigiéndome ser la "esposa perfecta" .
Allí, bajo presión y con su aliento a alcohol en mi oído, me obligó a beber un tequila, a pesar de mi avanzado estado.
"No pasa nada por un trago, mujer. No exageres", siseó.
Inmediatamente, un calambre agudo y violento me recorrió el vientre.
El parto se adelantó. Nueve horas de labor, sola. Ricardo me abandonó en la entrada de urgencias para "cerrar el trato" .
Cuando nació mi hijo, pequeño y frágil, fue directo a la incubadora.
Y Ricardo no estaba.
A la mañana siguiente, mi suegra, Doña Carmen, entró a mi habitación.
"Prendí la televisión. Arrestaron a Ricardo con otra mujer en una redada" .
Esa fue la confirmación número 188.
"Doña Carmen", dije con una calma que no sabía que poseía. "Quiero el divorcio".
Ella me miró, y no encontró ninguna duda en mi rostro.
"Te ayudaré", dijo finalmente, con la voz firme.
En los días siguientes, apenas miré a mi hijo en la incubadora. No podía permitirme amarlo.
Él era la llave para salir de esa jaula de oro.
Yo me iría sin nada, como llegué a este mundo.
Cuando Ricardo apareció, en lugar de preguntar por el bebé, exigió una prueba de paternidad.
Fue entonces que abrí los ojos.
No iba a llorar, ni a gritar. Solo iba a ser libre. La traición de Ricardo: Mi pesadilla
Cuentos Para pagar la hipoteca de un millón de dólares y que mi hija, Ana, pudiera estudiar en la mejor escuela de la Ciudad de México, me partía el lomo en viajes de negocios sin fin.
Justo cuando pensaba volver a casa, una llamada de un número desconocido me heló la sangre: "Le llamo de la escuela primaria Benito Juárez, en el pueblo de San Agustín, Oaxaca. Solo para recordarle que la cuota de los libros de su hija aún no ha sido pagada."
Oaxaca. Escuela pública. Mi Ana en una escuela rural. Mi esposo, Ricardo, restó importancia al "error", pero la inquietud se clavó en mi mente.
Al día siguiente, en lugar de ir a casa, fui directamente al Colegio Westminster. Allí, una mujer, supuestamente la "verdadera" madre de Ana, me acusó de secuestro.
La histeria estalló. Fui humillada, llamada "loca" y expulsada del colegio.
Cuando Ricardo apareció, hizo lo impensable: me negó, me humilló frente a todos, dijo que era una acosadora desequilibrada, todo para proteger su mentira.
Mi Ana no estaba en la escuela de élite. Mi Ricardo tenía otra "Ana" y otra mujer.
La casa que pagué con mi sudor, mi símbolo de éxito, era ahora una tumba de lujo, y pronto descubrí que Ricardo falsificó mi firma y me la robó.
La prensa me tachó de "Lady Abandona Hijos", "Sofía La Loca". Mi propio abogado me traicionó.
"¿Por qué?", me gritaba a mí misma. "¿Por qué me pasa esto a mí? ¿Qué demonios le dijiste a todos para que creyeran que estoy loca?"
Sola, contra el mundo, solo quedaba una opción: ir a buscar a mi hija Ana a Oaxaca y destapar la retorcida verdad de la doble vida de Ricardo. Prometido Infiel: Cicatrices Del Alma
Cuentos El aroma a desinfectante del hospital se mezclaba con el perfume floral y caro de mi prima Isabella.
Desde el pasillo, vi a Ricardo, mi prometido, inclinado sobre Isabella, susurrándole algo que la hizo sonreír.
Luego, la besó, un beso de amantes que me heló la sangre.
No hubo lágrimas, solo un silencio sepulcral en mi cabeza.
Porque ya había visto esta escena antes, en otra vida.
Una que terminó en tragedia por culpa de ellos dos.
En esa vida, les rogué una explicación, y mi dolor solo alimentó su crueldad.
Ahora, renacida en este cuerpo más joven, con los recuerdos intactos de aquel infierno, no cometería el mismo error.
Me di la vuelta en silencio y me alejé por el pasillo del hospital.
Esta vez, no intervendría.
Dejaría que el destino, ese que ellos mismos estaban tejiendo con sus mentiras, siguiera su curso.
Yo solo sería una espectadora.
Y cuando fuera el momento, me aseguraría de que la caída fuera espectacular.
La venganza, dicen, es un plato que se sirve frío.
Y el mío llevaba una vida entera congelándose.
El recuerdo de mi vida pasada era una herida que nunca cerraba.
Ricardo me había dejado plantada en el altar, vaciado las cuentas, hipotecado la casa y huido con Isabella.
Mi padre sufrió un infarto, murió en mis brazos.
Mi madre se marchitó de depresión hasta que un día, simplemente, no despertó.
Yo me quedé sola, en la ruina, con el corazón destrozado.
Ellos me enviaban fotos de su vida de lujo.
Un día, acorralada y desesperada, en el frío río terminé mi sufrimiento.
Luego, abrí los ojos.
Desperté en mi cama, diez años antes, el día que Ricardo me propuso matrimonio.
El anillo en mi dedo se sentía como un grillete.
El renacimiento no fue un regalo, fue una segunda oportunidad para la justicia. El Precio de Mi Corazón
Cuentos Diez años.
Diez años de mi vida dedicados a Alejandro Vargas, el músico al que amaba con locura y para quien yo, Sofía Romero, una compositora llena de sueños, era solo su "perrita faldera".
Fui su sombra, su asistente, la mujer a la que humillaba públicamente mientras usaba mi talento sin pudor.
Pero la última humillación fue la gota que derramó el vaso: tras revelarle un falso diagnóstico fatal de cáncer cerebral, aquel hombre que me despreció por una década se arrodilló, pidiéndome matrimonio.
No era amor ni arrepentimiento; era un macabro plan para arrebatarme el corazón y dárselo a Camila Flores, su "alma gemela" y mi rival, quien supuestamente agonizaba y necesitaba un trasplante.
La traición me aplastó, pero en medio de mi dolor, ¿cómo pudieron mis supuestos seres amados idear un complot tan monstruoso para mi muerte?
No había cáncer, no había muerte inminente, solo una farsa cruel.
Decidí que la Sofía humillada moriría, y en su lugar, renacería una mujer sin miedo, lista para darles una lección inolvidable: en lugar de mi corazón, les daría un infierno que jamás olvidarían. Subasta de Dignidad y Amor
Cuentos Mi esposo, Mateo, y yo éramos la pareja perfecta, el epítome del éxito en la alta sociedad de la Ciudad de México.
Él, el empresario de la construcción, y yo, Ximena, la reconocida diseñadora de moda, que vestía un diseño propio y a mi lado Mateo sonreía a las cámaras.
Incluso construimos un imperio juntos, o eso creía yo.
Pero en la Gala Benéfica Anual de Arte, una subasta de "Corazón Roto" lo cambió todo.
Una voz chillona interrumpió la noche: "¡Cinco millones de pesos!", gritó Sofía, la influencer de las redes, con una sonrisa triunfante.
Esa era la cantidad exacta que había desaparecido de nuestra cuenta conjunta la semana pasada.
Mi primer impulso fue gritarle, pero la frialdad tomó el control.
Mientras Mateo miraba a Sofía con orgullo y fastidio, demostrando que ella era su amante, saqué mi teléfono y marqué un número bancario.
"Ernesto, soy Ximena. Necesito que congeles una transacción saliente de la cuenta corporativa 77B. ¡Urgente! Considera la tarjeta asociada como robada".
El mundo se detuvo.
La traición no fue un descubrimiento lento, fue un golpe seco y brutal.
Mateo me agarró del brazo: "¿Qué hiciste?", siseó, con una voz baja y peligrosa.
"A un lugar donde aprenderás a no humillarme", dijo, sin mirarme.
El auto se detuvo en un rancho aislado.
Allí, con Sofía a su lado, Mateo me empujó al escenario, declarando: "Mi esposa... será vendida al mejor postor. Empezaremos con su dignidad".
"No tienes nada", susurró, destruyendo mi teléfono.
Pero yo tenía un secreto, un plan de contingencia escondido en mi vestido.
"Ricardo… Necesito ayuda" . Mi Venganza, Mi Destino
Cuentos El aire del aeropuerto de la Ciudad de México vibraba con una electricidad que solo yo sentía.
Después de tres años esperando a Leonardo, mi prometido y renombrado chef, el hombre que me robó el corazón, la pantalla parpadeó: "Aterrizado".
Pero mi alivio se hizo pedazos cuando lo escuché susurrar al teléfono: "Todo va según el plan. Le pediré que nos casemos. Una vez que sea mi esposa, el dinero de los Romero será nuestro. Esto es por nuestro futuro, por el de Leíto. Necesito asegurar este matrimonio, ¿entiendes? Esta vieja fortuna es la clave."
Leíto. Un hijo. ¿Su hijo?
Mi cuerpo se paralizó al ver a una mujer llamarlo: "¡Leo!", con un niño de unos dos años, una copia de él.
Él tartamudeó una excusa patética: "Ella es... Fernanda Díaz. Una colega. Su situación es complicada."
Ella sonrió con burla: "¿Colega? Leo, cariño, no creo que esa sea la palabra adecuada."
Entonces lo entendí, él había construido una familia a mis espaldas, usándome mientras tanto para asegurar un futuro lleno de lujos.
Mi ira me dio la fuerza para susurrar: "Sube al coche, Leo. Hablaremos en casa."
Pero la humillación no terminó ahí.
Esa noche, Fernanda se presentó en mi habitación con el niño, quien usaba mi relicario, mi símbolo de amor, que Leo juró llevar por siempre.
Ella sonrió: "Leo me lo dio hace más de dos años, cuando le dije que estaba embarazada de Leíto. Dijo que era un símbolo de su compromiso con nosotros, con su nueva familia."
Leo, mi prometido, el hombre que me engañó, estaba criando un hijo con su amante, ¡y yo había sido la ciega que pagaba por su doble vida!
Con una furia fría, decidí que esto no quedaría así.
No huiría, contraatacaría.
Marqué un número, el de Ricardo Alcántara, el magnate misterioso que una vez me propuso matrimonio.
"Acepto", dije. "Diles que Sofía Romero está lista para su propuesta." Cegado por un Ángel Falso
Cuentos Sofía, una bailarina de espíritu indomable, se ve forzada a casarse con un rico heredero en coma para salvar la bodega familiar.
Su corazón latía por Mateo, el guardaespaldas de su padre, pero él solo tenía ojos para su hermanastra Isabela, la favorita de su padre.
Mateo, ciegamente obsesionado con la apariencia inocente de Isabela, creía que ella era la bailarina del vestido rojo de la que se enamoró años atrás.
Sofía soportó años de rechazo y humillaciones, observando a Mateo proteger a Isabela con devoción, incluso cuando Sofía, herida, era ignorada.
Isabela, mientras tanto, se jactaba de su cruel manipulación y de usar a Mateo como un "perro poderoso".
¿Cómo podía Mateo, a quien amaba, ser tan cruel y ciego frente a esa impostora "angelical"?
Con el corazón roto por la injusticia y la traición, Sofía decide romper con todo y escapar de esa vida tóxica.
Lo que ella no sabe es que Mateo, el multimillonario heredero de un imperio bancario, está a punto de descubrir la verdad: ¡la bailarina del vestido rojo que le robó el corazón siempre fue Sofía!
Y que Isabela, con su maldad inimaginable, ha manipulado sus vidas desde el principio. La Bailarina Despreciada Vuelve
Cuentos Siempre creí que mi vida era un cuento de hadas.
Como bailarina principal, el escenario del majestuoso Teatro de la Ciudad era mi segundo hogar, y Ricardo, mi prometido y dueño de este imperio, era mi príncipe.
Me había prometido el papel protagónico en "El Lago de los Cisnes", mi sueño de toda la vida.
Pero ese cuento se convirtió en una pesadilla cuando Ricardo, con una frialdad gélida, anunció que el papel no sería mío.
A su lado, su exnovia y "reina" de las redes sociales, Valentina, sonreía con una malicia que me helaba la sangre.
"Su popularidad nos traerá una publicidad que tú, querida, simplemente no puedes ofrecer," dijo Ricardo, y esas palabras me humillaron frente a todos.
La mujer que apenas podía mantenerse en puntas, me había reemplazado.
A mí, Sofía, que había dedicado mi alma entera al ballet.
"Las promesas cambian, Sofía, como cambian los negocios," añadió con una sonrisa cruel que desquebrajó mi mundo.
Luego, la degradación final.
"Necesitamos a alguien que se encargue del vestuario de las bailarinas secundarias. Una especie de asistente de guardarropa. Te quedará bien el papel."
La promesa de matrimonio rota, mi carrera destrozada, mi dignidad pisoteada.
El dolor en mi rodilla tras sus golpes, el sabor metálico de la sangre en mi boca, la oscuridad de ese sótano…
La humillación pública por parte del hombre que amaba me dejó sin aliento, pero en medio de las lágrimas y el dolor, una chispa se encendió.
Un plan.
Un llamado telefónico a mi hermano, Alejandro, el rey del arte clandestino.
Porque cuando te quitan todo, solo te queda la furia.
Y yo, Sofía, estaba a punto de desatar una tormenta que Ricardo y Valentina nunca podrían haber imaginado. El Diablo y Mi Corazón Roto
Cuentos El aroma a café rancio y papel viejo se había vuelto el perfume de mi vida, un recordatorio constante de la urgencia que me consumía.
Faltaban menos de veinticuatro horas para que mi reportaje expusiera a Diego "El Diablo" Garmendia como el asesino que le arrebató la vida a mi hermana Sofía.
Su muerte, catalogada por la policía como un simple "ajuste de cuentas", era en realidad un crimen encubierto por aquellos que juraron proteger.
La traición se hizo palpable cuando "El Zorro", mi informante, reveló que el Comandante Ramírez, el mismo que me prometió justicia en el funeral de Sofía, se reunía en secreto con los hombres de "El Diablo" para "cerrar el caso" e inventar "pistas falsas".
No podía creer que la corrupción llegara tan lejos, que la vida de mi hermana fuera solo un número en sus juegos de poder.
La rabia me consumió, y con una determinación inquebrantable, decidí enfrentar a Ramírez y exponer la verdad que intentaban ocultar, aunque eso significara poner mi propia vida en riesgo. Corazón Arrancado: El Regreso de Ella
Cuentos El dolor en mi pecho era un vacío familiar, un eco helado que me recordaba la parte vital que me habían arrancado.
Mi tía Marta me miraba con desprecio desde la celda húmeda, usándome solo como una herramienta.
Cada luna llena, me arrancaba el corazón para alimentar el poder de mi prima Valentina, la "Joya del Clan".
Hoy, en la ceremonia de nombramiento de la próxima líder, me arrojaron al centro del salón, escuchando los susurros de asco y las acusaciones de ser una "vergüenza".
Pero Marta fue más allá, declarando frente a todos: "Esta basura que ven ahí… ¡es mi hija! Una decepción sin valor, porque Valentina... ¡ella es la verdadera heredera del antiguo líder!"
Luego, añadió la estocada final: "¡Su padre era un miembro del Clan del Sol Poniente! ¡Es una mestiza, una abominación!"
La multitud, convertida en una turba, pedía mi muerte.
"¡Mátenla!"
Mientras los guerreros desenvainaban sus armas y Marta sonreía triunfante, yo hice algo que nadie esperaba.
Me reí.
Una risa fría, llena de desprecio, que detuvo a todos.
Subí a la plataforma, cojeando, cubierta de sangre y lodo, y les solté: "Qué actuación tan conmovedora. Has hecho un trabajo maravilloso... preparando el escenario para mí."
"Ha llegado el momento de que me devuelvan todo lo que me han quitado."
"Con intereses."
Ante la atónita mirada de todos, hundí mi mano en el pecho de Valentina, no para matarla, sino para reclamar lo que era mío.
Arranqué no solo el núcleo de Garra Espectral que le daba poder, sino también mi propio corazón, la esfera de luz pálida que mi tía me había robado.
Cuando la esfera pálida volvió a mi pecho, un torrente de poder dorado recorrió mis venas.
Mis heridas se curaron, mis huesos rotos crepitaron, y la debilidad desapareció.
Mi cabello se volvió blanquecino, mis ojos dorados, y de mi espalda surgieron magníficas alas de energía solar.
Ya no era la paria Sofía. Era la heredera del Clan del Sol Poniente.
"¿Alguien más?" Renuncié a Todo por Ti
Cuentos Solía ser Sofía Romero, una arquitecta exitosa en la Ciudad de México, mi nombre sinónimo de un futuro brillante.
Pero renuncié a todo, a mi carrera y mis sueños, por criar a Mateo, el hijo de mi hermana Elena, quien murió en un accidente.
Mi cuñado, Ricardo, me convenció de que no sabía criar niños y se hizo cargo de Mateo, y de la empresa familiar de mi padre.
La traición no tardó: nos abandonó a Mateo y a mí en un barrio humilde, mientras él vivía con su nueva pareja, Laura.
Años después, la tragedia me golpeó de nuevo: mi hija Isabella murió en un tiroteo de pandillas.
En mi desesperación, descubrí que Ricardo había desfalcado la empresa, robándonoslo todo, y que Laura se burló por haber financiado su lujosa vida con la herencia de mi hermana.
Pero lo más atroz llegó: Laura, con una sonrisa cruel, me confesó que el "accidente" de Elena había sido planeado, una "solución permanente" .
Mi dolor se transformó en una rabia fría y cortante, un deseo de justicia que ardía en mi pecho.
Recordé el legado de mi padre, un abogado que luchó por la justicia, y encontré sus viejos expedientes.
Armada con ellos y un deseo de venganza, decidí que Ricardo no se saldría con la suya.
En la junta de accionistas de la empresa familiar, con grabaciones y documentos, expuse sus crímenes.
Ricardo, desenmascarado, abofeteó a Laura y la destrozó públicamente, revelando su propia monstruosidad.
Sentí una claridad helada: él y su amante habían planeado la muerte de mi hermana.
Ricardo intentó volver a mi vida, pero lo expulsé y, con los fondos recuperados, fundé una organización para víctimas de la corrupción.
Ya no soy la arquitecta, soy la guardiana del legado de mi padre, la voz de mi hija y la protectora de mi sobrino.
Mi guerra apenas comienza. El Precio de Su Farsa
Cuentos Mi cocina era mi santuario, mi escape del mundo, mi conexión con ella.
José Luis, el chef aclamado, lo sacrificó todo por el amor de Sofía, construyendo un imperio para ella mientras aceptaba la dolorosa "verdad" de su infertilidad.
Una visita de emergencia al hospital reveló una mentira devastadora: Sofía no solo estaba embarazada de ocho semanas, sino que no parecía sorprendida en absoluto.
Sentí un nudo de confusión y un miedo terrible, un presentimiento oscuro.
La laptop de Sofía, abierta, me mostró la verdad: una vida secreta con otro hombre, Rodrigo, y dos hijos que me había hecho creer que eran "sobrinos" postizos.
Cientos de fotos: Sofía en la playa, en cenas románticas, besándose con Rodrigo, celebrando cumpleaños y Navidades con "Nuestra Familia" .
El golpe fue brutal: su tercer hijo estaba en camino, y mi amor, mi sacrificio, mi vida de diez años, todo había sido una elaborada y cruel mentira.
Me derrumbé, dándome cuenta de que había sido el tonto que financió su doble vida.
La mujer que amaba era una extraña, una manipuladora desalmada que creía que su traición era una "necesidad estratégica".
"Rodrigo no es mi amante, José Luis. Es una necesidad estratégica."
Y, en el colmo de la crueldad, me echó, proclamando que todo estaba a su nombre, dejándome sin nada.
"¿Tu casa? Revisa las escrituras. La casa está a mi nombre. El negocio está a mi nombre. Todo está a mi nombre. Tú no tienes nada."
Con la dignidad como única posesión, me fui, dejándola con su victoria vacía.
Pero entonces, en el umbral de lo que fue mi hogar, vi la escena que lo cambió todo: Rodrigo en mi bata, mis tazas, mis hijos corriendo, la familia secreta instalada.
"¡Esta es mi casa ahora! ¡Mi papi dice que tú eres un perdedor!"
La humillación total, la confirmación de que me habían despojado de todo, me dejó sin aliento, pero algo dentro de mí se encendió.
Decidí que era hora de recuperar mi vida y mi restaurante "Fénix" se levantaría de las cenizas. Mi Bebé, Mi Venganza
Cuentos El chirrido de los neumáticos fue el último sonido coherente antes de que el mundo se desgarrara, y el impacto lanzó mi cuerpo de ocho meses de embarazo contra el cinturón, con el instinto de proteger a mi bebé como mi primera y única verdad.
El olor a metal quemado y a gasolina llenaba el aire mientras las sirenas se acercaban, y yo me aferraba a la vida, sintiendo cómo se me escapaba la presión y la calidez entre mis piernas, un terror puro que ahogaba el dolor físico.
"Mi bebé", susurré con los labios secos, "salven a mi bebé", mientras me arrastraban del coche hacia el torbellino de batas blancas que me llevaría a la sala de urgencias, a los pies de mi esposo, el Dr. Alejandro Vargas, el cirujano más respetado, mi única esperanza.
Pero justo cuando creí que su presencia traería alivio, su teléfono sonó, y la mención de Isabella, mi prima también embarazada, borró de su rostro toda preocupación por mí y por nuestro hijo.
Cuando el ginecólogo advirtió sobre un desprendimiento de placenta y sufrimiento fetal, la vida de nuestro bebé pendiendo de un hilo, Alejandro, con una arrogancia que nunca le había visto, lo ignoró, ordenando que el anestesiólogo fuera a ver a Isabella porque "Sofía es una mujer fuerte, puede soportar un parto natural."
"Deja de ser dramática, Sofía", susurró cruelmente mientras me abandonaba a mi suerte, "Isabella me necesita más."
La oscuridad me envolvió al escuchar el monitor cardíaco sonar plano, la voz del Dr. Morales, un joven médico, rompiendo el silencio: "La perdimos."
Pero mi hijo vivió, su débil llanto resonó en la habitación mientras escuchaba a las enfermeras hablar de Alejandro alardeando de su "hijo, sano y fuerte, el bebé más hermoso", que resultó ser el de Isabella.
Una ira volcánica me quemó por dentro, eclipsando el dolor físico, no por miedo, sino por una furia fría y calculadora, arrancándome las vías con un grito ahogado.
"Venganza", susurré, una promesa silenciosa para mí misma, forjada en la traición que nunca perdonaría: destruir a Alejandro Vargas, el hombre que me había dejado morir. Mi Primavera Después del Incendio
Moderno En Madrid, todos nos admiraban. Sofía Navarro y Javier Mendoza: la pareja perfecta. Vivíamos en un ático de ensueño, con un hijo encantador y una vida pública impecable.
Pero yo sabía la verdad. Javier me engañaba desde hacía tres años con Valentina, una influencer de realities. La humillación culminó en nuestro doceavo aniversario: él canceló nuestra cena romántica. Horas después, Valentina subió una historia a Instagram: allí estaba Javier, en un restaurante de lujo, celebrando con ella... y mi hijo Mateo, sonriendo, brindando con ellos.
Mi hijo adoraba a "Valen", quien le compraba regalos carísimos. Luego, en el hospital, tras un síncope de estrés, Valentina se atrevió a confesarme que estaba embarazada de Javier. Mis suegros, sin saber que los escuchaba, me descartaban como una "vientre de alquiler" cuya función ya estaba cumplida.
Mi corazón no dolió, solo sentí un frío escalofriante. La inocencia de Mateo, aprovechada por la amante de su padre, era la daga final. Ya no quedaba nada, solo un vacío absoluto y una determinación gélida.
Esa noche tomé una decisión: la Sofía Navarro que todos conocían debía morir. Llamé a mi abogado, Arturo. "Quiero desaparecer, pero antes, quiero que pague por todo. Prepara los papeles. Esto es un plan de fuego y cenizas." Adiós, Pasado Roto y Falso
Cuentos Ricardo "Rico" Mendoza, heredero del imperio culinario, creía que su novia Sofía era el ingrediente secreto de su vida.
Le había perdonado incontables veces sus ausencias por "juntas de negocios" o "oportunidades de modelaje" en Cancún.
Pero esa noche, el perdón se agotó cuando los descubrió. A ella, con mi primo Miguel, en mi propia casa, en la biblioteca de mi abuelo.
No solo estaban juntos, sino que planeaban cómo despojarme de mis restaurantes como si ya fueran suyos.
"Rico es demasiado sentimental" , dijo Miguel, sirviéndose de mi tequila, "Necesitamos vender la sucursal de Polanco para tu línea de moda, Sofí" .
"Él nunca lo aceptará" , respondió ella, con fastidio, "Sigue apegado a esas recetas viejas de su abuela" .
Cuando entré, el silencio fue total, pero Sofía rápidamente se recompuso, intentando abrazarme.
"Mi amor, qué bueno que llegas, Miguel y yo estábamos…" , dijo.
"Sé exactamente lo que estaban haciendo" , la interrumpí, mi voz helada. "Estaban repartiéndose mi vida" .
Luego, en un intento desesperado, Sofía lanzó su última y más cruel jugada: "¿Y qué pasará con nuestro bebé?" .
Miré su vientre plano, y un mareo me invadió. La manipulación era descarada.
En ese instante de distracción, Miguel se movió y sentí una presión fría y aguda. Uno de mis cuchillos de chef sobresalía de mi costado.
Sofía gritó, pero no había horror, solo molestia. Caí de rodillas.
Mientras la sangre formaba un charco, los miré. No había amor ni preocupación, solo la inconveniencia de mi cuerpo sangrando en su camino.
La traición me ahogaba, pero una decisión floreció, clara y afilada como el cuchillo en mi costado.
Se acabó. Esta vez, para siempre. El Vínculo del Alma Renace
Cuentos Han pasado tres años desde que Sofía murió.
Para Ricardo, cada día se sentía igual de vacío.
Hoy, en el aniversario de su muerte, se emborrachó y condujo sin rumbo, terminando en el cementerio con una botella de tequila.
Se arrodilló ante la tumba de mármol blanco: "Sofía Reyes. Amada prometida" .
"Tres años fingiendo que me importas. Tres años viniendo a este maldito lugar a hablarle a una piedra."
De repente, una voz clara y fría, llena de burla, cortó el aire: "¡Hombre perro, fingiendo otra vez!"
Ricardo se heló.
Era la voz de Sofía. Su Sofía.
"¡No estás loco!" , respondió la voz, que parecía venir directamente de la lápida.
Ricardo sintió el terror. Era ella, o se estaba volviendo completamente loco.
"¡Te digo que me he tomado dieciocho tequilas en el inframundo y todavía no se me quita tu cara de idiota!"
Con manos temblorosas, tocó la lápida, que estaba helada.
Un brillo rojizo en la parte trasera de la piedra llamó su atención.
"Cuenta regresiva para renacer: tres días."
Y debajo, un posdata que le heló el alma: "PD: Señor Ricardo, esta vez yo lo haré sufrir a usted~"
Despertó en el inframundo, sin recuerdo de su muerte.
Vio a Ricardo en un espejo de obsidiana, sufriendo, engañado por Alondra.
El barquero susurró sobre un hechizo de magia negra, un "amarre" que controlaba el corazón de Ricardo.
Y reveló que entre Sofía y Ricardo existía un "Vínculo de Alma" , su muerte lo devastó.
Con un cascabel de plata en la mano, un hechizo de renacimiento listo, Sofía regresó.
Abrió los ojos en un hospital, tres años antes de su muerte.
Ricardo y Alondra la miraban con desdén.
"Levántate, Sofía" , ordenó él, "Tienes mucho que explicar."
Ya no era la misma. Ahora, ella dictaría las reglas. El Precio De Mi Amor
Cuentos Cinco años. Creí que era la reina en el palacio de mármol de Ricardo, mi esposo, el \"rey sin corona\" a quien amaba ciegamente, incluso con la cicatriz de una bala que me recordaba la vez que lo protegí.
Pero una noche, una puerta entreabierta reveló su verdadera voz, fría y cortante, hablando no de negocios, sino de Camila, la mujer a la que protegía y por quien yo era solo un "escudo perfecto".
La palabra "escudo" me golpeó más fuerte que cualquier bala, destrozando cinco años de lo que creí era amor. Mi vida de lujos, cada beso, cada "te amo", se convirtió en una farsa grotesca, un cruel soborno para la tonta que fui.
¿Cómo pude ser tan ciega, tan ingenua? El hombre que amaba no existía; en su lugar, un monstruo calculador me había usado de la manera más cruel imaginable.
Pero esa noche, la Sofía ingenua murió. Con una determinación de acero, una nueva mujer nació en medio de las cenizas de mi corazón roto. Y esa mujer, ya no sería un escudo; sería libre, y Ricardo iba a pagarlo.