La segunda oportunidad en el amor
Yo soy tuya y tú eres mío
El camino a reparar tu corázon
El regreso de la heredera adorada
Enamorarme de ella después del divorcio
El lamento de amor
Divorcio denegado: el CEO frío no me deja ir
El Contraataque del Multimillonario Disfrazado
Atraído por mi mujer de mil caras
La Novia Más Afortunada
La mitad de su amor es ausencia
Las personas son temporales, tan solo son momentos, instantes gloriosos o desagradables cuanto más grandes son más miedo tienen.
Pensar que la vida depende de lo que ocurre a nuestro alrededor nos ha hechor perder el rumbo de nuestros caminos, nos hemos desviado e inclinado hacia la violencia, al prejuicio y demás adversidades existentes en este mundo.
Creí que a esta altura podría ser feliz, cada noche sueño que el mañana será mejor de lo que es hoy, entonces me despierto a la fría realidad. El dolor solo es un estado que requiere un poco de anestesia que aumenta la dosis a elevadas cantidades hasta que las ultimas flores que verás sobre tu pecho son las de tu lecho de muerte, la chispa de la vida está en mi cuando cierro los ojos, con una esperanza a ciegas.
Sin duda alguna somos ciento por ciento responsables de todas nuestras experiencias, aquellos pensamientos que se forman en lo más profundo de nuestros mandos centrales van creando nuestro futuro, no hay destino que nos depara. “El momento del poder siempre es el presente”, la enfermedad que hay en mi se extiende tan rápido supuro el odio y la culpa que hay en mi interior.
En mis peores momentos me señalo infinitamente no como una persona si no como un objeto que adorna en alguna habitación. El resentimiento, la crítica son las reacciones más críticas que afectan emocionalmente.
Todo este tiempo he intentado mantenerme con vida de pie ante todo y fue entonces cuando aquella frase tan peculiar tomaba sentido, “Las puertas a la sabiduría y al conocimiento siempre están abiertas”. Me impulsaba a seguir mis sueños desde el comienzo.
—¿Por qué estás triste?, puedo escucharte a través de la línea del móvil, ya es tarde. —¿Por qué no duermes? —Le insistí con lágrimas sobre mis mejillas y el dolor ardiente que causaba el enrojecimiento de mis pupilas, la hinchazón aumentada, escucho el silencio que invade esa noche, todas las piezas están rotas y no hay forma de unirlas de vuelta. Odio este lugar y el espacio entre nosotras, estamos perdidas en lo desconocido aún quedaba mucho por decir que un simple “Nos vemos en casa”.
Inhalaba y exhalaba al ritmo de un compás de un par de sinfonías que juega mi vida, la magia y el brillo en mis pupilas desaparecían en una noche sombría.
Sus palabras fueron la explosión que hizo estallar mi corazón en cientos de pedazos desde el comienzo.